Nada es demasiado difícil para las langostas
Un grupo de científicos británicos y americanos han publicado un artículo en la revista Current Biology en el que se demuestra por primera vez que las langostas se sirven más de la vista que del tacto para encontrar puntos de apoyo. Este estudio aporta nuevas claves sobre la capacidad de los insectos para realizar tareas complejas, como el control visual de sus extremidades, habilidad ésta que suele atribuirse a mamíferos. Durante casi cuatro décadas, la langosta se ha considerado un organismo modelo para el estudio del control de las extremidades. La observación de los insectos ha dado lugar a grandes avances en la neurociencia y ha inspirado a los ingenieros dedicados al control de extremidades en el campo de la robótica. «Se trata de otro ejemplo de comportamiento en insectos que se consideraba exclusivo de los animales con un cerebro relativamente desarrollado y un control motriz sofisticado, como los humanos, los primates o los pulpos», explicó el Dr. Jeremy Niven de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), que participó en el estudio. Dado que los insectos como las abejas o las moscas pasan mucho tiempo volando, la mayoría de las investigaciones se han centrado en su uso de la visión durante el vuelo. Los experimentos con insectos no voladores, como el insecto palo, el grillo o la cucaracha, han consistido fundamentalmente en mediciones de la respuesta de las antenas. Esto se debe a que los ojos de los insectos no voladores son relativamente pequeños y éstos avanzan «palpando» el terreno con sus largas antenas. Las langostas caminan y vuelan por igual, y cuentan con antenas cortas y ojos grandes. Estas características han llevado a los científicos a preguntarse si utilizan ambos órganos para encontrar puntos de apoyo. Para dar respuesta a esta pregunta, los investigadores construyeron una escalera en miniatura adecuada al tamaño de las langostas y filmaron con cámaras de vídeo de alta velocidad cómo subían por ella. El análisis del vídeo reveló que las langostas dirigían sus patas delanteras hacia peldaños concretos sin contacto previo alguno, de lo que se desprende que la información exclusivamente visual les es suficiente para dirigirse a peldaños específicos. No obstante, para una colocación precisa necesitaron de los estímulos sensoriales mecánicos de las antenas y de la información procedente de ciertas extremidades. Asimismo, los investigadores pretendían averiguar si las langostas utilizaban la información visual que obtenían antes y/o mientras daban un paso. Para ello, colocaron un haz de infrarrojos para activar un mecanismo que alejaba el escalón al que inmediatamente iba a dirigirse la langosta en su escalada. En muchos casos, esto provocó que la langosta tropezara e indica la importancia de la visión para la estabilidad de las langostas en sus movimientos cuando están posadas. «Al combinar todos estos experimentos demostramos que las langostas utilizan la visión para colocar las patas», señaló el Dr. Niven. «Demostramos que cuando las langostas no pueden ver una de sus patas delanteras dejan de utilizarla para alcanzar el siguiente peldaño de la escalera y en su lugar emplean aquélla que sí pueden ver. Los mamíferos con cerebros muy desarrollados cuentan con más neuronas en sus sistemas de visión de las que hay en todo el sistema nervioso de la langosta, de manera que nuestros hallazgos demuestran que se pueden realizar tareas complejas con un cerebro poco desarrollado. Los insectos son la prueba de que los animales han desarrollado estrategias totalmente distintas para realizar tareas similares.» Además de ilustrar cómo pueden los insectos obtener resultados similares a los de los mamíferos mediante mecanismos más simples, estos hallazgos amplían el conocimiento científico de los circuitos neuronales de la langosta.
Países
Reino Unido