Los petirrojos «ven» el campo magnético de la Tierra
Los petirrojos utilizan parte de su centro visual para orientarse por el campo magnético de la Tierra en sus desplazamientos migratorios, según un nuevo estudio a cargo de científicos de Alemania y Nueva Zelanda. Su trabajo, publicado por primera vez en la revista Nature, demuestra que cierta región del cerebro llamada «cúmulo N» es la responsable de la sensibilidad magnética de estas aves. Estos hallazgos podrían ayudar a proteger las aves migratorias y otras especies de animales y amplían los conocimientos que se tenían sobre los efectos de los campos magnéticos sobre los seres vivos en general y los seres humanos en particular. Investigadores de la Universidad de Oldemburgo (Alemania) y la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) desactivaron quirúrgicamente el «cúmulo N» en algunos ejemplares de petirrojo y descubrieron que desempeña una función fundamental en la orientación magnética que posee este animal. Tras la operación volvieron a probar la capacidad de orientación de estas aves y observaron que ya no eran capaces de percibir los campos magnéticos y que tenían que recurrir al Sol u otras estrellas para orientarse. «Estos datos demuestran que el cúmulo N es necesario para que esta especie pueda percibir los campos magnéticos y orientarse, y también que entre sus funciones podría estar la de procesar la información relativa a dichos campos en concreto», se lee en el artículo. Otra hipótesis esbozada en un principio por los científicos era que la «orientación magnética» de los petirrojos podría depender de la existencia de magnetorreceptores (cristales de mineral de hierro) en la parte superior del pico de estos pájaros y que el nervio trigeminal transmitiría al cerebro la información sobre los campos magnéticos. Sin embargo, tras cortar la conexión trigeminal de dichos magnetorreceptores con el cerebro, no se apreció efecto alguno en la capacidad de los petirrojos para orientarse por los campos magnéticos. «Además, los datos sugieren poderosamente que la "brujula" de este pájaro cantor migratorio depende en algún grado de un mecanismo visual», según el artículo, «y que los supuestos receptores de mineral de hierro localizados en el pico y conectados al cerebro mediante el nervio trigeminal no son ni necesarios ni suficientes para que los petirrojos puedan orientarse por los campos magnéticos». Los autores opinan que su descubrimiento podría servir para proteger a las aves migratorias y que constituye un hito en el estudio de los mecanismos sensoriales dentro de la biología. Al poseer un mayor conocimiento de los mecanismos por los que se orientan las aves, se podría, por ejemplo, trasladar a poblaciones amenazadas a nuevos lugares de cría con mejores resultados que en iniciativas de este tipo realizadas con anterioridad. Por otra parte, los autores creen que sus hallazgos podrían contribuir en último término a perfeccionar los conocimientos sobre los efectos de los campos magnéticos en las moléculas, proteínas y células de otros seres vivos, y más concretamente los efectos de la radiación electromagnética emitida por los teléfonos móviles y las técnicas diagnósticas de imagen sobre los seres humanos. El área geográfica donde habita el petirrojo abarca Europa y se extiende hacia el Este hasta Siberia occidental y hacia el Sur hasta el norte de África. Hay zonas en las que el petirrojo permanece todo el año, incluso durante el invierno, pero hay otras desde las que emigra estacionalmente, hacia el sur de Europa, en busca de temperaturas más cálidas.
Países
Alemania, Nueva Zelanda