La UE financia un estudio sobre los orígenes del consumo de leche en Europa
Un proyecto financiado con fondos comunitarios y coordinado por la Universidad de Uppsala, de Suecia, estudiará los orígenes y la significación de la tolerancia a la lactosa en Europa. El proyecto, llamado LECHE («Persistencia de la lactasa y la historia cultural primitiva de Europa»), es una red de formación en la que participan trece universidades europeas. En el transcurso de cuatro años, percibirá 3,3 millones de euros del Séptimo Programa Marco (7PM). Alrededor del 85% de la población adulta del norte de Europa es capaz de digerir lactosa, un azúcar que se halla en la leche y otros productos lácteos. En cambio, en el resto del mundo, la facilidad para digerir la leche se desvanece fugazmente tras la infancia. Curiosamente, a medida que uno se aleja de Escandinavia hacia el sur, se observa una disminución de la tolerancia a la lactosa entre la población adulta. La persistencia de la lactasa (la enzima que descompone la lactosa) en adultos europeos es una característica genética que, al parecer, se remonta a finales de la Edad de Piedra. Hacia el año 7000 a. C., los pobladores europeos ya practicaban la ganadería y, un dato importante, contaban con enseres de cerámica. Al noreste del Mar Negro se han encontrado fragmentos cerámicos que dan indicios de un consumo habitual de leche; se cree que la capacidad de tolerar la lactosa (una característica genética dominante) se extendió desde allí por todo el continente. Al beber leche se incrementa enormemente la cantidad de calorías que se pueden obtener de un animal, si lo comparamos con el consumo sólo de su carne. La capacidad de tolerar la lactosa habría contribuido considerablemente a pasar de la caza y la recolección como medios de supervivencia a un estilo de vida agrario. El Dr. Anders Götherström, coordinador del proyecto LECHE, opina que la persistencia de la lactasa fue fundamental para el desarrollo de una cultura agraria en Europa. Según explica: «Las mutaciones que se producen a lo largo de la evolución y la historia pueden ser negativas o positivas. Pero no hay ninguna mutación que, al menos en apariencia, haya tenido una selección tan positiva en los últimos diez mil años como la que crea la tolerancia a la lactosa.» Se cree que la mutación que hace posible la digestión de la lactosa en los adultos surgió independientemente en distintas partes del mundo. No obstante, coexisten otras teorías y queda mucho por averiguar. El proyecto LECHE reúne a varios equipos científicos especializados en genética, química orgánica y arqueología. En él colaboran trece doctorandos y dos postdoctorandos, de un total de veinticuatro participantes. Planean realizar complejos análisis químicos de huesos y restos de cerámica, así como las tareas típicas de la arqueología, para sacar a la luz la historia del consumo de leche y las prácticas ganaderas en Europa. Para investigar cuándo comenzó la selección positiva del gen de la «persistencia de la lactasa» los investigadores utilizarán ADN actual y primitivo tanto de ganado como humano. Por su parte, los especialistas en química orgánica analizarán restos de cerámica primitiva y tipificarán lípidos, ácidos grasos y otros compuestos orgánicos para esclarecer cuándo y dónde empezaron los humanos a almacenar y consumir productos lácteos. Los investigadores buscarán restos de isótopos estables del calcio en tejidos óseos primitivos, que delatará si un individuo particular consumía productos lácteos, así como isótopos del nitrógeno, que indicará si el humano analizado había sido amamantado. Los participantes del proyecto LECHE pondrán en común sus hallazgos mediante una gran base de datos central. Se emplearán modelos matemáticos a fin de determinar el movimiento y la selección de genes en las poblaciones neolíticas, todo lo cual se contrastará con la distribución actual de la tolerancia a la lactosa en los adultos, así como con los indicios de consumo de leche hallados en restos primitivos. Los estudiantes mencionados se ocuparán de subproyectos de investigación concretos, si bien trabajarán en conjunto como parte del equipo. Asistirán a talleres de formación y escuelas de verano que abarcarán tanto aspectos técnicos aplicados a las ciencias implicadas en este estudio (secuenciación, manejo de datos) como técnicas más generales, tales como presentación de resultados, redacción científica y planificación profesional. Los participantes del estudio pertenecen a universidades de Dinamarca, Francia, Alemania, Irlanda, Países Bajos, Suecia y Reino Unido.