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El buque de investigación ártica Tara vuelve rumbo a casa

El buque de investigación polar Tara vuelve a casa tras pasar un año y medio rodeado de hielo marino en el Ártico. Durante ese tiempo, la tripulación del buque ha recogido cantidades ingentes de datos sobre el medio ambiente ártico para el proyecto DAMOCLES («Desarrollo de las...

El buque de investigación polar Tara vuelve a casa tras pasar un año y medio rodeado de hielo marino en el Ártico. Durante ese tiempo, la tripulación del buque ha recogido cantidades ingentes de datos sobre el medio ambiente ártico para el proyecto DAMOCLES («Desarrollo de las capacidades de observación y modelación del Ártico con vistas a estudios ambientales de largo plazo»), financiado con fondos comunitarios. El objetivo de la expedición era desplazarse a la deriva a través de la banquisa del Ártico, recogiendo por el camino datos sobre el hielo, el océano y la atmósfera. Durante su travesía, el Tara cubrió una distancia de 4.000 km y llegó a encontrarse a 160 km del Polo Norte. El propietario del buque es Etienne Bourgois, Director Ejecutivo de la empresa francesa de moda agnès B, quien adquirió el buque en 2003 con la ilusión de seguir los pasos del explorador noruego Fridtjof Nansen. Éste viajó a la deriva con la banquisa a través del Ártico en el buque de investigación polar Fram a finales del siglo XIX. Cuando se conocieron el Sr. Bourgois y el coordinador del proyecto DAMOCLES, el oceanógrafo Jean-Claude Gascard, ambos comprendieron enseguida que sus proyectos respectivos saldrían beneficiados de la participación del otro. La velocidad de la travesía del Tara es toda una hazaña científica en sí misma: cuando penetró en la banquisa por la costa norte de Siberia en septiembre de 2006, los organizadores de la expedición calculaban que la travesía duraría alrededor de dos años. Pero en realidad volvió a navegar libre del hielo el 21 de enero de 2008, aproximadamente seis meses antes de lo previsto. «Nuestro viaje a la deriva fue bastante más rápido de lo esperado», comentó Grant Redvers, jefe de la expedición, quien ha viajado a bordo del Tara durante su épica travesía. Esta goleta está equipada con una serie de instrumentos científicos diseñados para recabar datos desde las profundidades del océano hasta las capas superiores de la atmósfera. Entre otras cosas, la tripulación ha estado recopilando información sobre la temperatura y la salinidad del océano, la composición y el espesor del hielo, la contaminación atmosférica y la fauna ártica. Realizar esta tarea en el duro ambiente ártico resultó extremadamente difícil, dado que las temperaturas llegaban hasta los -42 °C y la noche polar envolvió al buque en la oscuridad durante varios meses al año. «También hemos hecho mucho trabajo físico, por ejemplo hacer agujeros en el hielo y mantenerlos abiertos», explicó el Sr. Revers a CORDIS Noticias. El verano ártico trajo consigo retos de otra índole, concretamente la formación de balsas de hielo derretido («melt pools») y la fractura del hielo, añadió. Para quienes trabajaban sobre el hielo, los osos polares también supusieron un peligro añadido. La naturaleza traicionera del hielo se puso de manifiesto ya a principios de la expedición, cuando una violenta tempestad fracturó la masa de hielo y desperdigó los instrumentos y aparatos que se habían colocado sobre el hielo. Por suerte, la tripulación consiguió recuperar la mayoría de los instrumentos. Si bien no se dispondrá de los resultados completos de estos experimentos y mediciones hasta dentro de varios meses, ya se han sacado varias conclusiones. Por ejemplo, queda confirmada la desaparición gradual del hielo marino perenne y su reemplazo por hielo nuevo (de primer año). Además, el hielo es cada vez más delgado y dinámico y en verano más de la mitad de la superficie de la masa de hielo está cubierta por balsas de hielo derretido. Todas estas observaciones indican que el frágil ambiente ártico está cambiando a gran velocidad. Así que, mientras que la tarea de los científicos de analizar la cantidad de datos amasada no ha hecho más que comenzar, para la tripulación del Tara la expedición toca a su fin. Tras hacer una escala breve en Spitsbergen, el buque avanza rumbo al sur y está prevista su llegada a su puerto de amarre, en Lorient (Francia), el próximo 23 de febrero. «Para todos nosotros ha sido una aventura fantástica y estamos interesados en ver los resultados de los datos que hemos recabado», confesó el Sr. Redvers. Cuando se le preguntó qué es lo que más echaría de menos de su estancia en el Polo Norte, mencionó la sensación de libertad que experimentó viviendo tan alejado y aislado de todo. «En nuestro pequeño mundo hemos disfrutado de una libertad maravillosa», explicó. Ahora espera ilusionado el momento de reunirse con sus familiares y amigos y de tomarse un descanso bien merecido en su Nueva Zelanda natal. Y luego, sin dudarlo, volverá a los polos. «Me apasionan las regiones polares y la ciencia polar», reconoció.

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