Debe continuar la investigación sobre tecnologías de biocombustibles
La investigación sobre tecnologías futuras de producción de biocombustibles debe avanzar, a pesar de las dudas que se han despertado últimamente respecto a su viabilidad. Para obtener los resultados más rápidos y más sostenibles se debe adoptar un planteamiento integral que involucre a todas las partes interesadas. Éste fue el mensaje rotundo de una mesa redonda en la que se debatieron las necesidades de investigación futuras, que se llevó a cabo en el marco de un congreso internacional sobre biocombustibles celebrado en Bruselas el 6 de julio pasado. Las tecnologías modernas de bioenergía que producen calor, electricidad y combustibles para el transporte están avanzando con gran rapidez y, más recientemente, el interés se está centrando en biocombustibles líquidos de primera generación, especialmente el etanol y el biodiesel. La producción mundial de estos biocombustibles se ha duplicado durante los últimos cinco años y es probable que se vuelva a duplicar en los próximos cuatro años. Muchos países de todo el mundo, desde Argentina y Malasia hasta la India y Zambia, han implantado nuevas políticas a favor de la bioenergía en los últimos años. La política energética de la UE prescribe que por lo menos el 10% de todos los combustibles debe provenir de biocombustibles de cara a 2020. Sin embargo, la carrera hacia un mundo que funcione con biocombustibles ha causado cierta inquietud. Un informe reciente de las Naciones Unidas ha advertido de que, sin una buena gestión, estos biocombustibles podrían causar un daño serio en el medio ambiente y tener unas repercusiones adversas para la vida de millones de personas. Uno de los problemas que se presentan es que los cultivos que se necesitan para producir biocombustibles compiten por la tierra con los cultivos para la alimentación y, por tanto, podrían hacer peligrar el abastecimiento de alimentos. La siembra de cultivos para biocombustibles ya ha conducido a una deforestación a gran escala en algunas regiones del mundo. «Las materias primas que se utilizan para producir combustibles de primera generación no son sostenibles», afirmó uno de los participantes, Carlos Cabrera, presidente y director general de UOP, compañía especializada en tecnología de procesamiento para refinerías. «Se necesitarían 286.000 kilómetros cuadrados, es decir, el área que cubren Bélgica y Alemania juntas, para cultivar la cantidad de materia prima necesaria para que los biocombustibles puedan suponer el 10% de todos los combustibles en los mercados existentes.» Esto conduce a nuevos problemas como el abastecimiento de alimentos, la escasez de tierras y de agua, la pérdida de biodiversidad y la erosión del suelo. Por tanto, ¿valen realmente la pena los biocombustibles, si se tienen en cuenta todos los cargos en su contra? El Sr. Cabrera cree que sí. «Estos inconvenientes no significan que no se deban dedicar esfuerzos al desarrollo de una industria de biocombustibles, ni tampoco significan que sea negativo que algunos países dediquen esfuerzos a ello; lo que sí significan es que hay que comprender las repercusiones que puedan tener estos productos a nivel mundial y regional, y que hay que tener presentes otros sectores que son tan importantes para la humanidad», señaló el Sr. Cabrera. Los participantes de la mesa redonda afirmaron unánimemente que, a pesar de que la investigación debería centrarse en mejorar los biocombustibles de primera generación existentes y su gestión, en última instancia, éstos no deberían considerarse como el fin en sí mismo, sino como un escalón para avanzar hacia la próxima generación de biocombustibles. Los llamados «biocombustibles de segunda generación» pueden producirse a partir de fuentes no alimentarias como residuos agrícolas (paja) y desechos de maderas. Se estima que estos combustibles podrían dejar una huella de carbono mucho menor que la de otros biocombustibles anteriores. «La industria de los biocombustibles es una unión entre dos sectores que tenían muy poco que ver el uno con el otro desde una perspectiva histórica: la agricultura y los combustibles provenientes del petróleo», afirmó Fabrizio Barbaso, Director General adjunto de Energía y Transporte de la Comisión Europea. «Esta unión tiene un gran potencial de dar unos frutos muy interesantes. Hasta el momento hemos explorado una parte muy pequeña de este potencial. Muchos son aquéllos que esperan que los llamados «combustibles de segunda generación» proporcionen una mayor seguridad de abastecimiento gracias al uso de nuevas materias primas como materiales de desechos y celulósicos, una menor emisión de gases de efecto invernadero y un impacto medioambiental inferior. El gobierno de EE. UU., reconociendo el potencial de los biocombustibles de segunda generación, ha anunciado una inversión de 375 millones de dólares (275 millones de euros) en tres centros de investigación nuevos, para acelerar el desarrollo del etanol celulósico y otros biocombustibles, utilizando plantas y cultivos autóctonos. Además, durante los próximos cuatro años se asignarán otros 1.300 millones de dólares (950 millones de euros) para construir biorrefinerías a escala comercial y para lanzar biorrefinerías celulósicas piloto. «EE. UU. se toma muy en serio el desarrollo de los biocombustibles como una de las soluciones críticas para la energía y el cambio climático», comentó John Mizroch, de la Oficina de Eficiencia Energética y Energía Renovable de EE. UU. No obstante, destinar dinero para la investigación fundamental no será suficiente, según el profesor Richard Templar del Imperial College de Londres. El profesor Templar, el único académico de la mesa redonda, afirmó que era adecuado que [los investigadores] queden «encajonados» entre representantes políticos e industriales. «Es exactamente la posición correcta para la investigación fundamental si nosotros, los investigadores, somos quienes desarrollaremos nuevas técnicas y tecnologías útiles para el mundo real. La mayoría de los que trabajamos en este campo estamos interesados en hacer algo que la sociedad no perciba como simple curiosidad académica», afirmó. A menudo, en el pasado, el planteamiento que había de la transferencia de conocimientos entre el mundo académico y la industria era una «carrera de relevos», cosa que, según el profesor Templar, es un proceso absurdo que requiere mucho tiempo. Bajo la presión existente para contrarrestar el cambio climático, se necesita desesperadamente un cambio de enfoque. «Lo que nosotros sugerimos es un planteamiento global, donde se integre nuestra investigación con la investigación industrial de modo que podamos aprender de la capacidad de enfoque y precisión que puede aportar la industria; nosotros podremos enseñarles algo sobre el acto creativo de explorar estos territorios tan enormes.» Los resultados de un enfoque colaborativo podrían ser la matriz o las herramientas que sirvan para analizar la sostenibilidad de los procesos que pueden desarrollarse como resultado de los hallazgos de la investigación, sugirió el profesor Templar. Estos procesos podrían evaluarse según una serie de indicadores, como la energía que podrían proporcionar o la disminución de gases de efecto invernadero que podrían lograr. «Y debe hacerse de este modo, ya que no hay mucho tiempo», advirtió. La colaboración es también el enfoque de la Plataforma Tecnológica Europea de Biocombustibles, como resumió otro de los participantes de la mesa redonda y vicepresidente de la plataforma, Olivier Appert. Esta plataforma, establecida en 2006, está impulsada por la industria, pero en ella se involucra una gran cantidad de partes interesadas del mundo académico y de la sociedad civil. Como parte de sus funciones, la plataforma explorará una amplia gama de tecnologías. Se hará hincapié en la bioconversión y las biorrefinerías avanzadas. «Hay muchas tecnologías y bioprocesos alternativos de biocombustibles, pero es importante no encerrarse en ninguna en el presente; se debe permitir que estas tecnologías compitan entre sí», sostuvo el Sr. Appert. Actualmente la plataforma está trabajando sobre el borrador de una agenda estratégica sobre investigación y desarrollo (I+D) que luego se presentará para la consulta pública. El objetivo es tener lista una agenda para enero de 2008. También está trabajando estrechamente con otras plataformas que tratan, entre otros temas, sobre los bosques, las pilas de combustible, sustancias químicas sostenibles y plantas para el futuro. La Plataforma Tecnológica Europea de Biocombustibles también ha presentado un proyecto de financiación dentro del Séptimo Programa Marco (7PM) relativo al desarrollo de vías innovadoras de la investigación a la industria para tecnologías de biocombustibles.