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Air Pollution, Growing brAin and cognitive disordeR in children

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Contaminación del aire y rendimiento cognitivo en niños

Las nuevas evidencias sugieren una relación entre la exposición a la contaminación del aire y el deterioro cognitivo en los niños. Un estudio de la Unión Europea proporciona evidencias convincentes sobre el efecto de contaminantes específicos en la estructura y la función del cerebro.

El trastorno de hiperactividad con déficit de atención (TDAH) es una afección del neurodesarrollo caracterizada por la incapacidad de concentrarse en las tareas y por un comportamiento hiperactivo, que conlleva un deterioro funcional en los entornos académico, familiar y social. Aunque el TDAH se considera una afección hereditaria, están emergiendo ciertos factores ambientales como importantes contribuyentes a la fisiopatología del TDAH. El proyecto APGAR, financiado con fondos europeos, tenía el objetivo de determinar el efecto de la contaminación del aire urbano en la función cerebral y el rendimiento cognitivo en los niños. El trabajo se centró en los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) emitidos principalmente al aire por medio de fuentes de combustión antropogénica, como el humo de los cigarrillos, los alimentos a la brasa y las emisiones de la combustión de combustibles fósiles y de biomasa. Los HAP son extremadamente peligrosos, ya que pueden atravesar la barrera hematoencefálica y provocar cambios fisiopatológicos como la pérdida de actividad neuronal y la muerte celular. Los socios de APGAR realizaron un estudio longitudinal en niños de edad escolar de la población general en diferentes escuelas de Barcelona, España. Se realizaron mediciones psicométricas y de contaminación del aire en interiores y exteriores semanalmente, al comienzo del año escolar y nueve meses después. «Los estudios previos se habían centrado exclusivamente en los efectos basados en las puntuaciones de las pruebas. Nuestro estudio interconectó la neuroimagen con la epidemiología ambiental proporcionando un enfoque novedoso», explica el coordinador del proyecto, el doctor Mortamais. El aumento de los niveles de contaminantes del aire afecta a la estructura del celebro En primer lugar, los investigadores utilizaron metodología estadística y modelos de regresión para investigar las relaciones entre los niveles de contaminantes en el aire en las escuelas y las estructuras cerebrales de los niños obtenidas mediante resonancia magnética tridimensional y funcional (MRI). A continuación, evaluaron los efectos de los cambios cerebrales relacionados con la contaminación del aire en su capacidad cognitiva y comportamiento. En el último paso, estudiaron la asociación entre los niveles de contaminantes del aire y el rendimiento cognitivo en los niños. Curiosamente, los resultados de APGAR demostraron que un pequeño aumento en los niveles específicos de HAP interiores y exteriores en el entorno escolar se asoció con una reducción correspondiente a casi el 2 % del volumen medio del núcleo caudado. El núcleo caudado es un componente de los ganglios basales ubicado en el centro del cerebro, que interviene en muchos procesos cognitivos y conductuales cruciales, que incluyen los síntomas del TDAH y la enfermedad de Alzheimer. Curiosamente, los niveles de HAP y específicamente los del benzo-a-pireno (BaP) estaban muy por debajo de los niveles objetivos anuales establecidos por la Directiva del Consejo Europeo (2004/107/CE). Si bien la alteración del volumen del núcleo caudado relacionado con el BaP no se pudo relacionar directamente con un aumento en los síntomas de TDAH, la realidad es que es una preocupación en relación con el desarrollo neurológico de los niños. Necesidad de una legislación diferente sobre la exposición a los HAP Dado que se están investigando los mecanismos que subyacen a la neurotoxicidad de los HAP, los hallazgos de APGAR proporcionan información importante sobre el vínculo entre la contaminación del aire y el trastorno cognitivo en los niños. Los investigadores proponen que los HAP causan daño oxidativo en el núcleo caudado particularmente vulnerable del cerebro. Es importante destacar que los resultados del proyecto sugieren que la contaminación del aire urbano afecta a las estructuras cerebrales, incluso en los casos en que los niveles de exposición son muy inferiores a los recomendados por la Unión Europea. Es necesario realizar un seguimiento del control del IRM para confirmar el efecto de la exposición crónica a la contaminación del aire. «Nuestros resultados deberían alentar la reevaluación del objetivo anual legislativo de la Unión Europea», afirma el doctor Mortamais. Sin lugar a dudas, se espera que la mejora de la calidad del aire conlleve una mejora de la salud pública, al reducir directamente la carga de morbilidad asociada a la contaminación del aire en Europa.

Palabras clave

APGAR, cerebro, contaminación atmosférica, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), rendimiento cognitivo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), benzo-a-pireno (BaP), núcleo caudado

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