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Romper el ciclo del retroceso forestal en el Amazonas

Según se indica en una investigación apoyada por dos proyectos financiados con fondos europeos, la identificación de regiones forestales en retroceso puede ayudar a conservar la biodiversidad y mitigar el cambio climático.

El Amazonas está en riesgo de entrar en un «ciclo de muerte regresiva», un proceso por el que se pierde masa forestal a consecuencia de precipitaciones menores y actividades humanas como la tala. Esta reducción de la masa forestal provoca que se agraven las situaciones de sequía. El cambio climático antropogénico también podría suponer una reducción adicional de las precipitaciones. La capacidad para predecir las regiones del Amazonas susceptibles a este proceso resulta fundamental para frenar esta degradación. Un equipo de investigadores se puso manos a la obra e informó recientemente de varias especies de árboles que podrían ejercer como indicador de la probabilidad de supervivencia de regiones forestales. Mediante un artículo en la revista «Nature Communications», su autora principal, la Dra. Delphine Clara Zemp del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Potsdam (Alemania), alude a la importancia de esta investigación: «La selva amazónica es uno de los elementos críticos del sistema terrestre». Un sistema autosostenible pero vulnerable El Amazonas es autosotenible dada la cantidad de plantas que generan humedad por evaporación y que vuelve a la tierra en forma de lluvia. Sin embargo, también es vulnerable a los cambios medioambientales como el que produce la deforestación y los gases de efecto invernadero, que impiden el transporte de humedad. Si se añade un aumento de la temperatura de la superficie del mar, todo apunta a que se acentuarán las estaciones húmeda y seca, sobre todo en el sur y el este del Amazonas. Los investigadores señalaron en su artículo que si bien el ciclo de muerte regresiva (die-back circle) está ampliamente documentado, las consecuencias de la retroalimentación entre la atmósfera y la vegetación no se conocen con tanto detalle. Mediante un análisis de redes de los flujos hídricos, el equipo al cargo descubrió que, a mayor diversidad vegetal, menor es su vulnerabilidad. «Cada especie reacciona de un modo distinto al estrés y, por tanto, una gran variedad de especies supone una forma de resiliencia del ecosistema», afirmó la profesora Marina Hirota de la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil). Biodiversidad para mitigar el cambio climático Estos descubrimientos recientes se basan en investigaciones anteriores realizadas por el mismo equipo en las que pusieron de manifiesto la importancia de esta retroalimentación. El proyecto financiado con fondos europeos ROBIN (concluido en 2015) estudió la función de la biodiversidad en la mitigación del cambio climático en la región tropical de Latinoamérica. Para esta tarea utilizaron datos de teledetección con los que mejorar las técnicas de vigilancia, información y verificación de las reservas de carbono y los modelos regionales a gran escala. Asimismo, se analizó cómo podrían influir a largo plazo distintas situaciones climáticas y socioeconómicas y los diferentes usos de la tierra en el almacenamiento de carbono y la biodiversidad. Se ejecutaron estudios monográficos locales en distintos emplazamientos en torno a un gradiente climático de zonas de bosque tropical. Los indicadores de biodiversidad se clasificaron en cuatro categorías —taxonómica, funcional, estructural y paisajística— y se incorporaron a un único valor de «integridad de los ecosistemas». Este valor actuó a modo de representación de la salud general del ecosistema. En ROBIN se descubrió que la biodiversidad ejerce un impacto positivo directo en el cambio climático al extraer dióxido de carbono del aire, y por tanto puede desempeñar una función clave en las políticas de mitigación como por ejemplo REDD+ (la «iniciativa por la reducción de las emisiones de la deforestación y la degradación de bosques»), al aportar almacenes de carbono. La identificación de las zonas en peligro y el conocimiento de los mecanismos que impulsan esta degradación contribuyen en gran medida a la puesta en práctica de trabajos de mitigación eficaces. De hecho, AMAZALERT, otro proyecto financiado con fondos de la UE en el que participan los mismos investigadores, ya ha creado un sistema de alerta rápida basado en políticas dedicadas al uso del suelo e informes sobre la región. Para más información, consulte: Página del proyecto ROBIN en CORDIS Página del proyecto AMAZALERT en CORDIS

Países

Países Bajos, Reino Unido

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