Cómo pueden las finanzas servir mejor a la economía, la sociedad y el medio ambiente
Tras la importante crisis financiera y posterior gran recesión de 2008-2009, de las que cabe afirmar que Europa aún no se ha recuperado completamente, se creó el proyecto FESSUD, financiado con fondos de la Unión Europea, con el objetivo de diseñar soluciones para minimizar el riesgo de que se vuelva a producir un colapso financiero tan catastrófico. En el marco de este proyecto, de cinco años de duración y cuya conclusión está prevista para noviembre de 2016, se ha examinado la creciente «financiarización» de las economías en los últimos treinta años y se ha explorado el impacto de este proceso sobre la sostenibilidad del sistema financiero y cómo este fenómeno ha afectado al logro de objetivos sociales, económicos y medioambientales específicos. Financiarización y regulación La financiarización es el proceso por el que aumentan el tamaño y la influencia de las instituciones financieras, mercados, etc. Ésta se ha convertido en una característica definitoria de la economía mundial desde la década de los ochenta del siglo pasado, y por ello uno de los principales aspectos en los que se ha centrado el proyecto ha sido la regulación del sistema financiero. Durante su intervención en el congreso, Jan Kreugel, de la Universidad de Tecnología de Tallin, explicó que los políticos y los reguladores tienden a sufrir una «ilusión de control» sobre la regulación financiera. Kreugel argumentó que, en lugar de ser eficaces para impedir una futura crisis, en realidad los reglamentos tienden a establecer las condiciones que llevarán inevitablemente a la próxima crisis financiera. Y puntualizó que un enfoque uniforme de la regulación no evitará recesiones futuras. El equipo del proyecto examinó siete países europeos, entre los que se incluía una mezcla de miembros fundadores de la Comunidad Europea, miembros más recientes y países que tenían anteriormente una economía planificada. El equipo descubrió que, al trasladarse a la legislación nacional, los reglamentos financieros europeos e internacionales se volvían mucho más específicos para amoldarse a las condiciones de cada economía nacional. Kreugel concluyó que los nuevos reglamentos financieros deberían garantizar que solo las instituciones puramente monetarias tengan acceso a los sistemas de pago internacionales y que el sistema cuente con una liquidez adecuada. De esta manera, se contribuirá a evitar que los reglamentos se vuelvan demasiado específicos para determinados países y se mantendrá un marco regulador más genérico y, al mismo tiempo, sólido. Las consecuencias sociales de la financiarización En el marco de proyecto FESSUD también se examinaron las consecuencias sociales de la financiarización, en especial, entre los sectores más desfavorecidos y con menor renta de la sociedad. Los socios del proyecto observaron, mediante la realización de una amplia encuesta paneuropea que, al ser los bancos la interfaz principal entre el sistema financiero y la sociedad, los participantes opinaban que las finanzas ejercían un poder «desproporcionado» sobre sus vidas. Las instituciones financieras demuestran tener una capacidad de respuesta muy reducida a las necesidades de los grupos marginados, animándoles a incrementar aún más su crédito a fin de aumentar el consumo, incluso si no les conviene. Los encuestados sentían que se habían convertido en «un mero número de cuenta corriente». En consecuencia, como los grupos marginados no cuentan con mecanismos viables que les permitan expresar de qué manera los servicios financieros podrían adaptarse a sus necesidades, su desconfianza en los bancos ha ido en aumento y temen relacionarse con ellos. Las investigaciones de FESSUD también pusieron de manifiesto que diversos individuos han emprendido acciones colectivas a fin de resistirse a la influencia del sector de las finanzas sobre sus vidas. Por ejemplo, muchas personas en el Reino Unido y Alemania rechazan tener tarjeta de crédito, mientras que muchos belgas respondieron que guardaban parte de sus ahorros en efectivo, en lugar de depositarlos en un banco. En conjunto, resulta evidente que las instituciones financieras deben desarrollar nuevas y mejores maneras de relacionarse con las personas y responder a sus necesidades reales. Financiación de las inversiones ecológicas Otra cuestión importante que se debatió en profundidad fue de qué manera podrían el sistema financiero y el proceso de financiarización fomentar más el desarrollo de una economía más «verde» y financiar inversiones ecológicas. Alessandro Vercelli, de la Universidad de Siena, señaló que los bancos más importantes deberían organizarse en una red específica con el objetivo de coordinar sus acciones, permitir el intercambio de mejores prácticas y favorecer proyectos medioambientales transnacionales o particularmente ambiciosos. Vercelli argumentó que el alcance de un banco importante no debería limitarse a la financiación de inversiones ecológicas en su propio país. Se debería hacer rendir cuentas a los bancos importantes mediante métricas adecuadas, tanto financieras como basadas en objetivos de sostenibilidad (tales como emisiones de GEI, energía ahorrada y el número de puestos de trabajo «ecológicos» creados. El futuro de las finanzas en Europa Otra encuesta realizada por el equipo del proyecto, esta vez realizada entre cincuenta economistas de toda Europa, pintó un panorama sombrío para la próxima década. En particular, predijo la revitalización del crédito a los hogares, principalmente a través de hipotecas que generarán un riesgo entre moderado y notable. También se predijo una mayor desigualdad en la distribución de la renta y la riqueza que no ayudará a restablecer la confianza en el sistema financiero después de la crisis y la gran recesión. El proyecto FESSUD, que recibió cerca de 8 millones de euros aportados por la Unión Europea, ha realizado una investigación pionera y exhaustiva que ha puesto claramente de manifiesto la necesidad de una reforma estructural aún mayor y más profunda de las finanzas mundiales.
Países
Reino Unido