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Tendencias científicas: Objetivos de Desarrollo Sostenible: la función de los investigadores

Mandatarios de todo el mundo adoptaron el mes pasado los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos 17 objetivos y 169 metas, «excesivos en número y demasiado difusos» según ciertas opiniones, suponen todo un reto a quince años vista para la comunidad científica.

Mandatarios de todo el mundo se reunieron el mes pasado en Nueva York para suscribir los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS, con los que se aspira a poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todo el mundo disfrute de prosperidad para 2030. Si bien los antecesores de los ODS, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), lograron progresos considerables en lo que concierne a abordar los retos mundiales, aún existen 836 millones de personas que viven en la pobreza extrema y las emisiones mundiales de dióxido de carbono han aumentado cerca de un 50 % desde 1990. Lograr los ODS será un reto de enorme envergadura que precisará de un esfuerzo mundial colosal durante los próximos tres lustros. Queda claro que, además de los esfuerzos que habrán de realizar las administraciones, el sector privado y la sociedad civil, el apoyo de la comunidad científica será fundamental para alcanzar los 17 ambiciosos objetivos y sus 169 metas correspondientes. Por ejemplo, el objetivo de «acabar con las epidemias de SIDA, tuberculosis, paludismo y enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades de transmisión hídrica y otras enfermedades contagiosas» precisa de una buena dosis de investigación, sobre todo en lo tocante a ciertas enfermedades tropicales desatendidas. Es más, para cumplir con los objetivos de energía de «aumentar considerablemente la contribución de las energías renovables en la cesta energética mundial» y «duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética» será necesario incrementar de manera significativa la labor de investigación e innovación. No obstante, existen dudas con respecto a la gran cantidad de objetivos y su falta de concreción para que los aborde cualquier comunidad, investigación o entidad de otra índole. En Nature se hace referencia a los ODS como la «lista de tareas de la ONU para erradicar la pobreza sin arruinar el medio ambiente» y cita la siguiente declaración de Steven Radelet, director del Programa de Desarrollo Humano Mundial en la Universidad de Georgetown: «Pueden caer víctima del antiguo proverbio que afirma que si todo es una prioridad, entonces no hay nada prioritario». En un sentido similar se enmarcan las opiniones vertidas en Scientific American: «No nos llamemos a engaño, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) [...] son un despropósito. Tal y como están formulados, los objetivos ni organizan ni otorgan prioridad a los esfuerzos mundiales por mejorar la condición humana y salvaguardar el planeta. Por consiguiente, corren el riesgo de convertirse en un ejercicio vacuo que respalde una situación continuista en el ámbito del desarrollo mundial». Sea como fuere, estos son los objetivos adoptados, con sus posibles defectos e imperfecciones, y cabe preguntarse por la reacción esperable de la comunidad científica. Mark Stafford Smith, investigador en la Organización Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO) en Canberra (Australia), escribió en Science: « Es un cajón de sastre; la comunidad científica deberá centrarse en un conjunto mucho más reducido de objetivos integrados. De lo contrario nos encontraremos con que los posibles conflictos se harán realidad». A la comunidad científica le corresponderá ejercer una labor de identificación de indicadores y políticas más sencillos que fomenten el progreso, según Stafford Smith. También invita a los investigadores a dar con formas de evitar conflictos entre objetivos: «Por ejemplo, sin progresos en eficiencia energética ni un cambio hacia la energía renovable, la ampliación del acceso a fuentes de energía modernas (objetivo séptimo) interferirá con el objetivo de controlar el cambio climático (objetivo decimotercero)». También será necesaria la opinión de la comunidad investigadora para evaluar los progresos y mantenerlos orientados hacia los objetivos. En Nature se alude a un proyecto concreto titulado «The World in 2050» en el que se emplean modelos informáticos para estudiar las implicaciones socioeconómicas del cambio climático. El equipo al cargo está al frente de un análisis con el que se pretende identificar escenarios políticos que garanticen el cumplimiento de los objetivos durante los próximos decenios. Para más información, consulte: sitio web de la ONU sobre desarrollo sostenible

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