Ensayo para prevenir el sabor a corcho
El problema de la degradación del corcho hace que las industrias del vino y el corcho incurran anualmente en pérdidas de casi 1.000 millones de euros. El corcho estropeado es el causante de los desagradables olor y sabor a corcho que pueden aparecer en una botella de vino. Lamentablemente, por regla general este deterioro sólo se puede detectar tras el embotellado, la crianza y la apertura del vino. Para afrontar este reto se creó el proyecto INNOCUOUS, cuyos objetivos eran facilitar la protección de la cuota de mercado del sector del corcho y promover un producto natural que es principalmente europeo. El consorcio desarrolló nuevas técnicas como un control de calidad en línea mediante inmunosensores para producir tapones de corcho que no dejen mal sabor ni olor. La principal causa del sabor a corcho es la presencia de 2,4,6-tricloroanisol (TCA) en el vino. El equipo de INNOCUOUS desarrolló un método de ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA) para la detección del TCA en el agua usada para hervir los corchos. La técnica de ELISA tiene un límite de detección de entre 1 y 10 partes por billón y una vida útil de tres meses. El período de tiempo transcurrido desde que se introducía la muestra de agua hasta que se establecía el resultado era de 80 minutos. No se halló interferencia del triclorofenol en concentraciones de hasta 4 partes por millón. La aplicación de la metodología costaría a la industria del corcho 0,0003 euros por tapón y evitaría el 100% de los casos de contaminación.