Las plantas de la pradera reducen los protozoarios no deseados
Se sabe que los rumiantes son poco eficientes en cuanto al uso del nitrógeno. Esto tiene repercusiones en el medio ambiente, debido a la excreción de nitrógeno en la orina y los excrementos. Por tanto, también se verá reducido el contenido proteínico de los productos derivados del ganado, la carne y la leche. El grado en que el pastizal asimile el nitrógeno de los alimentos depende en parte del contenido del rumen. Esta primera cámara en el canal alimentario es una masa de microbios en ebullición, principalmente bacterias y animales unicelulares, los protozoarios. Se trata de un ecosistema dinámico por derecho propio, y este precario equilibrio se ve inevitablemente afectado por la alimentación del animal. Los científicos del Instituto de Investigación Rowett (Escocia) estudiaron los efectos de la población protozoaria sobre la retención de nitrógeno en el rumen. Descubrieron que reduciendo el número de protozoarios aumentaría la eficiencia en el uso del nitrógeno. Esto se debe a que estos merodeadores unicelulares consumen cantidades inmensas de la fauna bacteriana que contiene el rumen. Como los microbios digieren y fermentan el forraje, la reducción de la población bacteriana podría disminuir la producción de proteínas derivada de la acción microbiana. Irónicamente, el equipo descubrió que esto se puede solucionar administrando extractos vegetales de la pradera en el agua potable de los animales. Estas plantas, que en su día fueran una característica natural de los antiguos prados de pasto, han desaparecido muchas veces como consecuencia de los modernos sistemas de alimentación intensiva. Algunas de ellas son la margarita de los prados (B. perennis), el sauce cabruno con sus estructuras florales cubiertas de pelo (Salix caprea) y la ortiga (Urtica dioica). Quizá no sea práctico introducir de nuevo las condiciones agrícolas que prevalecían antes de la mecanización a gran escala. En realidad, algunas plantas del prado, por ejemplo la hierba cana, son tóxicas para los rumiantes. Una gestión prudente, sin embargo, y los conocimientos biotecnológicos adecuados, pueden dar pie a un sistema de gran productividad que apenas daña al medio ambiente.