Un estudio sobre cefalópodos y cambio climático en el Ártico resulta en la descripción de una nueva especie
Los cefalópodos, entre los que se incluyen los calamares y los pulpos, son abundantes en el Ártico y actúan como depredadores de peces, crustáceos y otros cefalópodos o sirven como presas importantes para peces y otros depredadores apicales. Los efectos del cambio climático son más acusados en el Ártico y los cefalópodos representan un grupo intermediario valioso para la supervisión de esos efectos gracias a su corto ciclo vital y a su rápido relevo generacional. Así las cosas, los estudios sobre los cefalópodos del Ártico siguen siendo escasos. A fin de colmar este vacío, se puso en marcha el proyecto financiado con fondos europeos ArCeph, que ha mejorado el conocimiento de la distribución, las interacciones depredador-presa, el comportamiento y el ciclo vital de los cefalópodos árticos. Además, por primera vez desde los años treinta del siglo pasado, el equipo descubrió dos nuevas especies de cefalópodos árticos y describió formalmente una de ellas. «Hemos averiguado que los cefalópodos informan sobre los efectos del cambio climático a lo largo de escalas temporales relevantes. Al comparar la ecología de los cefalópodos de la época moderna con la histórica (finales del siglo XIX y principios del siglo XX), descubrimos cambios en la ecología trófica debidos a alteraciones climáticas en los ecosistemas », explica el coordinador del proyecto, Alexey Golikov, de GEOMAR, la entidad de acogida del proyecto.
La biodiversidad, las estrategias vitales y la función ecológica de los cefalópodos
El objetivo del proyecto era corroborar tres hipótesis de investigación. En primer lugar, que la diversidad y distribución de los cefalópodos del Ártico cambió debido a factores climáticos. Para ello, el equipo utilizó más de quince años de datos de continuos muestreos de abundancia y biomasa de la región noruega del mar de Barents que, combinados con los datos morfológicos y moleculares de los trabajos taxonómicos, permitieron la descripción de una nueva especie de cefalópodo. En segundo lugar, mediante análisis de isótopos estables para comparar especímenes históricos y contemporáneos, se comprobó si las condiciones ambientales y tróficas (como la alimentación) experimentadas por ejemplares de cefalópodos podrían ayudar a inferir los efectos del cambio climático. Por último, las observaciones submarinas (gracias al empleo de PELAGIOS, un sistema remolcable de cámaras y vehículos teledirigidos), registraron un comportamiento desconocido de los cefalópodos árticos de aguas profundas, lo cual permitió examinar su función en la red trófica del Ártico. Estas interacciones tróficas se están modelizando ahora por ordenador en GEOMAR. En ArCeph se demostró que, entre finales de los años noventa del siglo XX y principios del siglo XXI, cambió tanto la biomasa y la abundancia de cefalópodos en el mar de Barents —la zona del Ártico más afectada por el cambio climático— como los hábitos alimentarios de las especies de cefalópodos árticos más abundantes. Ello coincide con el momento en que se sabe que aumentó el impacto ambiental del cambio climático en el Ártico. El estudio histórico comparativo, junto con otros, demostró que especies de diferentes taxones (incluidos los cefalópodos) llegaron al Ártico desde regiones boreales y subtropicales, lo cual es indicativo de cambios climáticos en los ecosistemas. Esta afluencia proporcionó una fuente de alimento al calamar ártico, que también se desplazó más al este, a zonas que antes eran demasiado frías. Otro hallazgo importante fue el descubrimiento de una nueva ruta trófica. Los pulpos pelágicos, que viven entre 500-2 600 m por encima del lecho marino, exhiben una alimentación bentónica. Estos cefalópodos constituyen la presa de peces y cetáceos odontocetos pelágicos, por lo que transfieren carbono desde el pequeño bentos del fondo marino a los grandes depredadores del piélago. «Este comportamiento de vivir en la columna de agua, pero alimentarse en el fondo marino, era desconocido hasta ahora en los cefalópodos», señala Golikov.
Un organismo modelo para rastrear el cambio climático en el Ártico
En ArCeph se demostró que los cefalópodos constituyen organismos modelo excelentes para estudiar los ecosistemas marinos, gracias en parte debido a su depredación oportunista que favorece una adaptación flexible. Además, los resultados del proyecto proporcionan información relevante para las estrategias de gestión del Ártico de la Unión Europea. «Algunas zonas donde se produce el recién descubierto acoplamiento bentopelágico favorecido por cefalópodos se encuentran en parte dentro y en parte fuera del área designada para la pesca comercial; lo mismo sucede con las zonas con especies de cefalópodos y focos de biodiversidad de cefalópodos recién descritos. Ello tiene implicaciones para la conservación de ecosistemas marinos únicos, pero poco estudiados», agrega Golikov. Esta investigación se llevó a cabo con el apoyo de las acciones Marie Skłodowska-Curie.
Palabras clave
ArCeph, Ártico, biodiversidad, trófico, cambio climático, cefalópodos, ecosistema, especies