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Assessing the economic role of the founder crops prior to the emergence of agriculture

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El papel de las especies fundadoras antes de la agricultura

Un proyecto financiado con fondos europeos ofrece información fundamental sobre algunos de los recursos vegetales explotados por las primeras comunidades agrícolas del suroeste asiático.

El término «cultivos fundadores» se refiere a ocho especies: la escanda menor, el trigo almidonero, la cebada, la lenteja, el guisante, el garbanzo, el yero y el lino. Tradicionalmente, estos cultivos se han considerado los primeros cultivares —cultivos domesticados— y las especies que las primeras comunidades agrícolas neolíticas del suroeste asiático explotaron y acabaron extendiendo a otras regiones. El equipo del proyecto Founders, financiado con fondos europeos y que cuenta con el apoyo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie (MSCA), se propuso evaluar el papel que desempeñaron los cultivos fundadores antes del desarrollo de la agricultura neolítica. «Nuestro objetivo era evaluar cómo se integraron en la alimentación y acabaron convirtiéndose en alimentos vegetales básicos», explica Amaia Arranz Otaegui, beneficiaria de una beca MSCA. Para ello, el equipo fue más allá de los métodos arqueobotánicos convencionales y abordó esta cuestión mediante el estudio interdisciplinario de los restos de alimentos carbonizados que prepararon y consumieron las últimas poblaciones cazadoras-recolectoras y las primeras poblaciones agrícolas. «En definitiva, queríamos aportar pruebas revolucionarias de primera mano con las que reevaluar los factores que desencadenaron el desarrollo del cultivo y la domesticación de plantas en el suroeste asiático, así como mejorar la visibilidad de los restos de alimentos en arqueología», subraya Arranz Otaegui.

El Neolítico y las estrategias de subsistencia basadas en plantas

Los datos y la información recogidos durante el proyecto siguen siendo objeto de estudio. «No obstante, los datos disponibles muestran que las últimas comunidades cazadoras-recolectoras y las primeras comunidades agrícolas del suroeste asiático explotaban una serie de recursos vegetales distintos de los cultivos fundadores, entre ellos especies de las familias “Cyperaceae” y https://www.britannica.com/plant/Brassicaceae (“Brassicaceae”)», destaca Arranz Otaegui. Además, se identificaron cereales como el trigo y la cebada, y leguminosas como la lenteja, aunque estas se atestiguaron como más comunes durante el Neolítico temprano. «Estos resultados, aunque todavía son preliminares, junto con una revisión exhaustiva de las pruebas arqueobotánicas acumuladas hasta la fecha, demuestran que los cazadores-recolectores del Epipaleolítico rara vez explotaron las ocho especies de cultivos fundadores», informa Arranz Otaegui. Esto cambió durante el Neolítico, cuando se generalizó el uso de cereales y legumbres, pero incluso durante la primera fase agrícola, solo algunas de estas especies fundadoras se explotaban con cierta regularidad. «En conjunto, concluimos que el Neolítico fue un período dinámico que incluyó múltiples estrategias de subsistencia basadas en plantas, aparte de la agricultura, así como la explotación de muchas más especies que los tradicionales ocho cultivos fundadores», confirma Arranz Otaegui. El equipo del proyecto también descubrió que las perspectivas modernas sobre la alimentación humana y la agricultura han empañado nuestra comprensión de los orígenes de la agricultura en el suroeste asiático, haciendo hincapié en la importancia de determinados cereales y legumbres e infravalorando el uso de otros recursos vegetales comestibles.

La alimentación (arqueológica) sigue a la vanguardia de la investigación arqueobotánica

El estudio de los restos de alimentos en arqueología es poco frecuente. «Este tipo de restos “amorfos” todavía no se catalogan ni se analizan de manera sistemática. Por tanto, este tipo de proyectos puede hacer avanzar el campo de la arqueología al situar los restos de alimentos en la vanguardia de la investigación arqueobotánica y destacar su potencial para aportar pruebas empíricas de primera mano sobre las prácticas prehistóricas de preparación y consumo de alimentos vegetales», señala Arranz Otaegui. A largo plazo, la labor del proyecto puede tender puentes entre las culturas alimentarias del pasado y del presente. «El análisis de los restos arqueológicos de alimentos podría desvelar los orígenes de algunos de los alimentos que desempeñan un papel central en nuestras vidas, y aportar datos clave a los debates actuales sobre la evolución de la alimentación humana, la subsistencia y la cocina», concluye Arranz Otaegui.

Palabras clave

Founders, cultivos fundadores, suroeste asiático, agricultura, restos de alimentos, Neolítico, subsistencia basada en plantas, domesticación de plantas

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