Arrojar luz sobre el legado de Grímur Thorkelin
A finales del siglo XVIII, el rey de Dinamarca encargó a Grímur Thorkelin, un estudioso islandés-danés, que recorriese Gran Bretaña, Irlanda y la Isla de Man para conocer mejor la historia de Escandinavia. «Teniendo en cuenta el alcance de la influencia nórdica en Europa septentrional durante la Edad Media, cualquiera que quiera aprender sobre la historia de los vikingos debe consultar fuentes en otros idiomas», explica Matthew Driscoll, catedrático de Filología Noruega Clásica en la Universidad de Copenhague y coordinador del proyecto Thorkelin. «Thorkelin sabía que existían registros históricos en irlandés que documentaban los ataques, batallas y alianzas nórdicos». Fue en busca de textos gaélicos, en parte con el objetivo de darse a conocer. Sin embargo, también influyo considerablemente en la literatura gaélica, algo que a menudo se pasa por alto. «Anteriormente, Thorkelin tan solo había aparecido como una nota a pie de página en estudios gaélicos, pero este proyecto le ha situado en el centro de atención», observa Peadar Ó Muircheartaigh, profesor principal de Estudios Celtas en la Universidad de Aberystwyth e investigador del proyecto Thorkelin. «Recoge una interesante historia sobre el interés experimentado en el exterior por las cosas irlandesas a finales del siglo XVIII». El proyecto Thorkelin, financiado con fondos europeos, se centró en los manuscritos irlandeses que Thorkelin llevó a Dinamarca e intentó averiguar cómo los había obtenido y, en general, cómo un extranjero en el Dublín de la década de 1780 podía descubrir la literatura en irlandés.
Dilucidar los manuscritos irlandeses antiguos
Los investigadores catalogaron y examinaron la colección de manuscritos en gaélico de Thorkelin, alrededor de media docena, que se conserva en la Real Biblioteca Danesa de Copenhague, junto con otros documentos y fragmentos de manuscritos. La investigación se emprendió con el apoyo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie. Uno de los manuscritos era un libro con extractos de registros analíticos realizados por un escriba irlandés. «Aunque el manuscrito data de 1789, copiaba material mucho más antiguo», comenta Ó Muircheartaigh. «La primera entrada de todas se remonta a finales del siglo VIII y detalla el avistamiento de invasores noruegos frente a la costa de Ulster».
Plantear preguntas a la colección de Thorkelin
Una pregunta que se exploró durante el proyecto fue la función que desempeñó Thorkelin como mecenas de escribas y contratista de manuscritos. Encargó al escriba irlandés Theophilus O’Flanagan que copiase material para él, lo que permite a los investigadores ver la forma que podría tener el material para captar la atención del erudito extranjero. «Hay indicios prometedores que indican que las menciones de Islandia podrían haber sido añadidas, o ampliadas, por O’Flanagan para estimular el interés de Thorkelin», añade Ó Muircheartaigh.
Avances en el estado actual de los estudios de manuscritos en gaélico
Un hallazgo relativamente importante fue que Thorkelin se había llevado a su país un manuscrito en galés catalogado por error como si estuviese escrito en gaélico. «Esto era algo que desconocían los académicos galeses, que no estaban al tanto de su existencia», añade Ó Muircheartaigh. El manuscrito era una copia realizada por el propio Thorkelin y contenía una historia sobre un rey galés medieval con antepasados daneses. «Thorkelin claramente quería que esta historia formase parte de la historia nacional danesa y, por tanto, la copió y la llevó a Copenhague», explica. En general, el proyecto contribuirá a comprender los manuscritos gaélicos existentes en el mundo. «Una visión más clara de una colección nos ofrece una visión más clara del conjunto», afirma Driscoll.
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