En busca del culpable de la mayor mortalidad asociada a la COVID-19
Es natural atribuir el aumento de las muertes relacionadas con la COVID-19 a la aparición de una nueva variante del coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave 2 (SARS-CoV-2). La variante alfa del virus hizo su aparición en el Reino Unido en septiembre de 2020 y en apenas unos meses se convirtió en la variante dominante en dicho país y en varios otros de todo el mundo. Aunque este hecho coincide con el aumento de la letalidad del virus a finales de 2020, ¿podemos atribuir estas mayores tasas de mortalidad a la variante alfa exclusivamente? Un nuevo estudio respaldado por el proyecto ADSNeSP, financiado con fondos europeos, aporta pruebas de que la COVID-19 se volvió más letal en el Reino Unido a finales de otoño de 2020. Sin embargo, según los análisis de la investigación, la variante alfa no fue responsable en exclusiva de ello. Sus resultados se presentan en un artículo científico publicado en la revista «PLOS ONE». Los investigadores analizaron la posibilidad de que se hubiera producido un cambio en la letalidad de la COVID-19 a finales de otoño de 2020 mediante un método estadístico llamado inferencia bayesiana. Utilizaron datos semanales estructurados por edades sobre los casos y las muertes por COVID-19 en todo el país para obtener conclusiones y compararon diferentes modelos de transmisión de la COVID-19 y las muertes asociadas. Según el estudio, todos los modelos infirieron «un aumento cercano al doble» de la tasa de mortalidad por infección (TMI). Sin embargo, los mismos modelos también mostraron que «el aumento de la TMI precedía al período durante el cual la variante B.1.1.7 (alfa) se convirtió en la cepa dominante en el Reino Unido», lo que sugiere que la variante alfa no es culpable en exclusiva del aumento de muertes. «Comparamos estos resultados del Reino Unido con modelos similares para Alemania y Francia, que también muestran aumentos en la TMI inferida durante el mismo período, a pesar de la llegada aún más tardía de nuevas variantes en esos países», informan los autores.
Otros culpables
Así pues, si la variante alfa no es la única culpable, ¿a qué más se debe el drástico aumento de las muertes relacionadas con la COVID-19 en el Reino Unido durante este período? Según los autores, es probable que otros factores, como la estacionalidad o la presión sobre los servicios sanitarios, contribuyeran también al cambio. «Entre ellos, es más creíble que la estacionalidad tuviera efectos similares en el Reino Unido y Alemania (y quizás efectos más leves en Francia, aunque no está nada claro) —escriben—. Esta conclusión también puede estar respaldada por un estudio de Israel que aborda los cambios de las tasas de mortalidad intrahospitalaria». Los autores desean comprobar si se confirman sus pruebas a medida que se añaden datos más recientes y otros tipos de observaciones a los modelos: «Podrían incluirse datos de ingresos hospitalarios, pruebas de anticuerpos o pruebas aleatorias de diagnóstico para personas asintomáticas(como ya se ha considerado “a posteriori” en este informe). Una mayor cantidad de datos permitiría también construir versiones más detalladas de nuestros modelos. Por ejemplo, hasta ahora hemos obviado la posibilidad de reinfección (pérdida de inmunidad). También se podría representar con mayor precisión la línea temporal de la progresión a través de etapas de infección. En futuras variantes de estos modelos, también podrán tenerse en cuenta las campañas de vacunación a gran escala». ADSNeSP (Active and Driven Systems: Nonequilibrium Statistical Physics) está coordinado por la Universidad de Cambridge. El proyecto finaliza en septiembre de 2022. Para más información, consulte: Proyecto ADSNeSP
Palabras clave
ADSNeSP, coronavirus, COVID-19, SARS-CoV-2, variante, alfa, variante alfa, muerte, mortalidad, Reino Unido