¿Por qué es tan difícil aterrizar en Marte?
El 18 de febrero, mientras veíamos cómo se desarrollaban la entrada, el descenso y el aterrizaje de Perseverance, poco sabíamos acerca de los centenares de pasos cruciales que debían ejecutarse de forma impecable y precisa en su justo momento para que el róver aterrizara con seguridad. Aterrizar en Marte no es cosa sencilla. Cerca de la mitad de los intentos anteriores fracasaron. Pueden salir mal muchas cosas. Una de las razones es que las características de la atmósfera marciana son difíciles de predecir hasta que no las atraviesa una nave espacial.
Uno de los retos más difíciles de los viajes espaciales
Lo que hace que el logro de Perseverance sea aún más extraordinario es que aterrizó en el cráter Jezero, «el terreno marciano más complicado que se haya elegido nunca para un aterrizaje», señala Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas en la sede de la NASA (Washington), en un comunicado de prensa de la NASA. Podemos dar las gracias a varias de las nuevas tecnologías de la NASA. La agencia espacial estadounidense llevaba tiempo preparándose para este momento. «Ningún aterrizaje en Marte está garantizado, pero llevábamos una década preparándonos para que las ruedas de este róver pisaran la superficie de Marte y ponernos a trabajar con él», comenta Jennifer Trosper, gestora adjunta del proyecto de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA, en el mismo comunicado de prensa.
Siete minutos llenos de suspense
En un vídeo del canal de YouTube del JPL se explica por qué el peligroso proceso de entrada, descenso y aterrizaje se conoce como «los siete minutos de terror». «Se necesitan unos siete minutos para llegar desde la capa superior de la atmósfera de Marte hasta el suelo de forma segura», aclara Swati Mohan, jefa de operaciones de orientación, navegación y control de la misión «Mars 2020». «Son muchas las cosas que tienen que salir bien para que Perseverance toque tierra con seguridad». Todo ello mientras viaja a casi 20 000 km por hora. «Pasar sin contratiempos de esas velocidades a cero, en un corto espacio de tiempo, y dar justo en la diana sobre la superficie, requiere “frenar en seco” con mucho cuidado, creatividad e ingenio», explica la NASA. «Además, Perseverance tiene que encargarse de todo por su cuenta. Durante el aterrizaje, se tarda más de once minutos en recibir una señal de radio de Marte, por lo que, cuando el equipo de la misión detecta que la nave ha entrado en la atmósfera, en realidad el róver ya ha tocado suelo. Por tanto, Perseverance está diseñado para completar todo el proceso por sí mismo, de forma autónoma». Los tiempos son cruciales para los pasos clave de esta fase corta, pero intensa. Perseverance se desacopla de su nave espacial unos diez minutos antes de entrar en la atmósfera. La resistencia aerodinámica ralentiza el róver, que se dirige a toda velocidad hacia la superficie. Como podría desviarse de su curso debido a pequeñas bolsas de aire, va disparando pequeños propulsores para mantener el rumbo. El escudo térmico ralentiza la nave hasta los 1 600 km por hora, momento en el cual despliega su paracaídas supersónico. Veinte segundos más tarde, el escudo térmico se desprende, con lo que el róver queda expuesto a la atmósfera marciana por primera vez. Para aterrizar con seguridad, abandona el paracaídas y efectúa el resto del trayecto mediante cohetes. La velocidad de descenso final es de unos 2,7 km por hora. Perseverance baja a través de un juego de cables cuando quedan unos 12 segundos para tocar la superficie. Cuando las ruedas tocan el suelo, se cortan los cables. Esta elaborada coreografía de siete minutos fue todo un éxito. Ahora comienza la verdadera misión.
Palabras clave
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