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Mechanistic and therapeutic implications of microRNA deregulation for drug resistance in bile duct cancer

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Investigaciones genéticas sin precedentes han encontrado una aguja terapéutica en un pajar desalentador

Uno de los tipos de cáncer más mortíferos es también uno de los más raros e ignorados. Los científicos han tenido éxito en la identificación de rutas que podrían proporcionar biomarcadores para su diagnóstico y dianas terapéuticas, lo que podría conducir a un cambio radical en los resultados de los pacientes de cáncer de los conductos biliares.

La bilis ayuda al intestino a descomponer la grasa. Se produce en el hígado, se almacena de forma temporal en la vesícula biliar y se libera al intestino cuando es necesario. El conjunto de conductos que ayudan a la bilis a llegar de un lugar a otro también es donde se produce un tipo de cáncer especialmente mortal. El cáncer de los conductos biliares, cuyo nombre oficial es colangiocarcinoma (CCA), es poco común, pero su incidencia está aumentando en todo el mundo y es muy agresivo y resistente a la quimioterapia. Además, el CCA temprano es esencialmente asintomático, por lo que la mayoría de los casos diagnosticados están localmente avanzados o han metastatizado. Combinadas, estas características convierten al CCA en uno de los tipos de cáncer más mortíferos, con un tiempo medio de supervivencia de unos doce o quince meses. Con el apoyo de una beca individual de investigación del programa de Acciones Marie Skłodowska-Curie (MSCA-IF), Patricia Munoz-Garrido identificó rutas genéticas específicas que señalaban a unos muy necesarios biomarcadores de diagnóstico y dianas terapéuticas. Los resultados de su labor en el proyecto MiRCHOL mientras estaba en el Biotech Research and Innovation Centre (BRIC) de la Universidad de Copenhague podría abrir las puertas a la medicina personalizada o de precisión y suponer un cambio fundamental en el pronóstico de los pacientes con CCA.

Moléculas pequeñas con una influencia enorme

Aunque las células cancerosas muestran muchas anomalías, su proliferación satisfactoria suele estar vinculada a un único oncogén. Esta «dependencia» se denomina adicción oncogénica y un numeroso grupo de moléculas pequeñas podría mediar en los efectos. Los microARN (miARN) son ARN no codificantes de entre veintiuno y veinticuatro nucleótidos de largo, que se dirigen a ARN codificantes específicos e inhiben la expresión génica. Cada vez existen más pruebas que sugieren que la desregulación de la expresión del miARN puede desempeñar una función en el cáncer en seres humano. «Se necesitan urgentemente más y mejores biomarcadores de diagnóstico y pronóstico del CCA. La clave podría estar en la “adicción oncogénica” de un tumor a ciertas redes de señalización mediadas por miARN», explica el coordinador del proyecto Jesper B. Andersen, también perteneciente a BRIC. Munoz-Garrido decidió averiguarlo.

Un estudio sin precedentes conduce a resultados sin parangón

Los CCA muestran una heterogeneidad molecular destacable y, al mismo tiempo, afectan a un número relativamente reducido de personas, lo que complica los estudios sobremanera. MiRCHOL llevó a cabo la secuenciación de miARN de la mayor cohorte de pacientes nunca estudiada con la ayuda del conjunto de herramientas miRSeq. La perseverancia dio sus frutos. Munoz-Garrido identificó muchos miARN significativamente alterados y demostró su capacidad para activar la proliferación celular en modelos celulares de conductos biliares normales. Al explicar estos descubrimientos, Munoz-Garrido expone: «He identificado una diana terapéutica muy prometedora, un factor de transcripción expresado a niveles muy bajos en pacientes con CCA que organiza varias redes génicas en los conductos biliares, lo que provoca hiperproliferación y una mayor viabilidad celular tumoral. Además, está regulado por uno de los cinco principales miARN sobreexpresados con actividad inductora de proliferación en modelos celulares».

De MSCA-IF a I+D comercial

La MSCA-IF de Munoz-Garrido mejoró su conocimiento y experiencia en terapia genética y enfermedad hepática y abrió la puerta a nuevas terapias para el CCA. También fortaleció sus creencias. «Es imperativo financiar la investigación de enfermedades raras para evitar escenarios clínicos de no curación o incluso de tratamiento sostenible para la mayoría, como se ve hoy entre los pacientes con CCA», afirma Munoz-Garrido. En su nuevo puesto en Viralgen Vector Core, una empresa biotecnológica centrada en acelerar el desarrollo clínico y la comercialización de medicinas genéticas que salven vidas, está segura de utilizar su potencial y beneficiar incluso a aquellos históricamente ignorados.

Palabras clave

MiRCHOL, CCA, miARN, cáncer, conducto biliar, biomarcadores, adicción oncogénica, factor de transcripción, colangiocarcinoma, microARN

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