Fenómenos que se producen a 3 000 kilómetros bajo tierra dejan una marca en la superficie terrestre
La superficie de la Tierra se divide en placas y estas placas se desplazan unos centímetros al año y chocan unas contra otras. «Imaginemos que crecen a la misma velocidad que las uñas», comenta Martina Ulvrova, coordinadora del proyecto GEOTRIBE. La mecánica de la tectónica de placas se conoce bien, pero se sabe mucho menos sobre cómo se forman los bordes de las placas. En el proyecto GEOTRIBE se trató de entender cómo se combinan las fuerzas locales y globales para configurar el desarrollo de nuevos bordes de placas. Uno de estos bordes sigue un patrón ortogonal transformatorio dorsal, que se observa cuando dos placas se deslizan una contra la otra. Entonces aparece una dorsal montañosa desencajada con segmentos perpendiculares a la falla, como los dientes de una cremallera. «Estas son las características más enigmáticas de los bordes de las placas, ya que son difíciles de reproducir en modelos», añade Ulvrova. En el pasado, los especialistas en ciencias de la Tierra utilizaban bandejas de parafina refrigerada —la corteza reposaba sobre un interior líquido— para replicar la evolución de la tectónica de placas. En cambio, los modelos de alta resolución de Ulvrova se basan en meses de cálculos realizados por superordenadores de la ETH Zurich (Escuela Politécnica Federal de Zúrich) y del Centro Suizo de Computación Científica a fin de demostrar cómo dictan las corrientes de convección que se generan en el manto caliente de la Tierra, combinadas con las fuerzas locales, el proceso de formación de los bordes de las placas. A través de la investigación, Ulvrova ha publicado varios artículos en los que explica en detalle cómo se relacionan las corrientes de convección que se generan en el manto con la formación de estos bordes de placas y sus movimientos. «Hay que analizar el tema desde una perspectiva global», explica Ulvrova. «Para estudiar algo a escala local, es necesario ver qué sucede a decenas de miles de kilómetros». Mediante el uso por primera vez de modelos globales, los resultados de Ulvrova también consiguieron explicar la fragmentación de Pangea, el supercontinente que existió hace entre 335 y 175 millones de años. «Podemos reconstruir la posición de las placas en los últimos 230 millones de años», afirma Ulvrova. «Al comparar mis simulaciones con estos registros geológicos, las coincidencias son excelentes». Tal como comenta Ulvrova, una mejor comprensión de la relación entre la superficie y el manto profundo de la Tierra ayudará a arrojar luz sobre los fenómenos que se producen en la superficie, ya que procesos como el ciclo del carbono y el cambio del nivel del mar están estrechamente vinculados con la actividad tectónica. El trabajo contó con el apoyo del programa Acciones Marie Skłodowska-Curie de la Unión Europea. «Este programa me dio la libertad de seguir la dirección científica que quería», señala Ulvrova. «ETH Zurich es ideal en lo que se refiere al entorno científico, la infraestructura, los colegas y los debates interesantes sobre el tema». Añade que la financiación también le permitió acudir a congresos y crear una red profesional. Ulvrova afirma que su trabajo sobre la dinámica de la Tierra va a continuar. «Me encantan las simulaciones numéricas, la geodinámica computacional, la necesidad de usar superordenadores y las técnicas numéricas avanzadas de las que no disponíamos hace cinco o diez años. Se trata de una línea de investigación muy emocionante».
Palabras clave
GEOTRIBE, tectónica, placa, borde, evolución, modelo, superordenador, geodinámica, Pangea