Ground Truth 2.0: un enfoque ascendente que se centra en los ciudadanos para vigilar el medio ambiente
Podemos experimentar de primera mano el impacto del cambio climático sobre nuestro medio ambiente local, ya sea en regiones muy afectadas, como África, o en Europa. Cuando las borrascas profundas Ciara y Dennis azotaron Europa Occidental durante dos fines de semana consecutivos en febrero de 2020, se nos recordó una vez más que el cambio climático no dejará ninguna región indemne. Tal vez la pregunta real sea: ¿Cómo puede contribuir este conocimiento de primera mano a mejorar la toma de decisiones? Los miembros del consorcio Ground Truth 2.0 (Environmental knowledge discovery of human sensed data) tienen su propio punto de vista sobre el tema: los ciudadanos están dispuestos a generar y compartir datos y conocimientos sobre las cuestiones que les afectan, y son capaces de hacerlo. Tan solo deben contar con la tecnología necesaria. «Nuestro objetivo general era poner en marcha observatorios ciudadanos sostenibles y demostrar sus beneficios sociales y económicos. Al final, demostramos y validamos satisfactoriamente seis observatorios ciudadanos ampliados en condiciones operativas reales, tanto en la Unión Europea como en África», explica la coordinadora de Ground Truth, Uta Wehn, del IHE Delft Institute for Water Education. Los observatorios ciudadanos se definen habitualmente como sistemas de información y vigilancia ambiental basados en la comunidad que invitan a las personas a compartir sus observaciones. En Ground Truth 2.0 los ciudadanos se reunieron para analizar datos específicos de su interés. El proyecto los ayudó a generar datos sobre temas como la calidad y cantidad del agua, la calidad del aire, el estrés térmico, las condiciones meteorológicas locales y la información sobre la flora y fauna.
Desde la calidad del aire de Bélgica hasta los recursos naturales de Zambia
Johan Vanbrabant es uno de estos ciudadanos. Participó en el Meet Mee Mechelen, uno de los observatorios ciudadanos del proyecto en Bélgica. «Un vecino me pidió que hiciera como él y saliera con mi bicicleta a medir la calidad del aire. Me pareció una buena idea que podría ser útil para conocer la contaminación del aire en nuestra ciudad. Decidí asistir a una presentación sobre el dispositivo detector de carbono del proyecto combinado con un GPS y el paso siguiente fue empezar a salir en bicicleta por turnos, dos veces al día durante dos semanas en cada estación». Una vez completada esta experiencia, entretenida pero importante, el equipo del proyecto procesó los datos y creó mapas de cada medición estacional. Los mapas daban una clara indicación de la contaminación y mostraban una relación obvia con la densidad del tráfico, como se confirmó en un proyecto paralelo organizado por la Universidad de Amberes en el que se medía otro contaminante. «Fue pura coincidencia que ambos estudios se presentaran a la vez, pero sus resultados confirmaron los nuestros, y viceversa», explica Vanbrabant. Se establecieron otros observatorios europeos en España (cambios estacionales en animales y plantas), los Países Bajos (inundaciones) y Suecia (gestión de la calidad del agua). Al mismo tiempo, se configuraron programas piloto en África. En Kenia, el Observatorio Ciudadano de Masái Mara tenía por objeto combinar la conservación de la biodiversidad con medios de subsistencia sostenibles. En Zambia, el Observatorio Nacional CBNRM Zambia apoya las iniciativas existentes y un enfoque basado en la comunidad para la gestión de los recursos naturales. «Nuestro equipo interdisciplinar de investigadores, proveedores de tecnología y ONG tuvo que trabajar en entornos y contextos claramente diferentes desde el punto de vista geográfico, socioeconómico, lingüístico y cultural. Además de triunfar como equipo, hemos desarrollado una metodología de diseño conjunto lo suficientemente flexible como para permitir ajustes en función de las circunstancias locales. Nuestro método proporciona estructura y orientación para lograr resultados tangibles en cuanto a la visión, la misión y los objetivos definidos por el observatorio. También ofrece plataformas ciudadanas, aplicaciones y otras herramientas de recopilación de datos a medida», señala Wehn. Si bien la investigación de Ground Truth 2.0 ya se ha completado, el consorcio se centra ahora en consolidar su enfoque para que puedan utilizarlo futuras iniciativas de base, junto con kits de formación y otros materiales educativos. Por último, Wehn espera que el proyecto haya ayudado a los ciudadanos a ver el valor de combinar la Observación de la Tierra con sus propios datos validados sobre el terreno, a fin de que puedan abogar por cambios en la política o el estilo de vida. A juzgar por las preocupaciones actuales de Vanbrabant, parece que se ha logrado el objetivo: «Ahora uso más la bicicleta y me he comprado un escúter eléctrico, que uso en combinación con el transporte público, en lugar de conducir mi coche híbrido. Sigo involucrado en el Meet Mee Mechelen; después de las mediciones del aire, ahora hemos decidido centrarnos en el ruido», concluye.
Palabras clave
Ground Truth 2.0, observatorio ciudadano, medio ambiente, vigilancia