Microorganismos y parásitos ayudan a identificar el estado de conservación de unos primates en peligro de extinción
La degradación del hábitat ha dado lugar a la desaparición de diversas especies y los primates que viven fuera de las áreas protegidas son especialmente vulnerables a estos cambios. Por este motivo, los primates ofrecen un sistema modelo excelente para investigar el impacto de la acción del hombre y la degradación del hábitat sobre su biota intestinal (bacterias, hongos y parásitos intestinales). El proyecto financiado con fondos europeos WILDGUT (GUT biota indices: a new tool for WILD animal conservation) investigó la interrelación de cuatro vías entre los cambios en el hábitat, las especies anfitrionas y los micro y macroparásitos intestinales en los entornos naturales. «Estudiamos la biota intestinal de animales silvestres en diferentes hábitats para identificar posibles biomarcadores asociados con el estado de conservación, los cuales podrían utilizarse para mejorar las estrategias de gestión de la flora y fauna», afirma Claudia Barelli, becaria de una Acción Marie Sklodowska-Curie. La iniciativa evaluó la diversidad y la composición de la microbiota y los parásitos intestinales de dos especies de primates silvestres (colobo de Zanzíbar y babuino amarillo) que habitan en áreas forestales degradadas e intactas de las montañas de Udzungwa, un foco de biodiversidad internacional que se encuentra en Tanzania. También se identificaron las interacciones entre la microbiota y los parásitos intestinales, y se desarrollaron modelos estadísticos para determinar el estado de conservación de las poblaciones de primates.
Diferencias en la biota intestinal
Pese a que los dos primates seleccionados están relacionados filogenéticamente, la composición bacteriana y fúngica de sus intestinos era claramente diferente. El colobo de Zanzíbar presentaba una mayor biodiversidad bacteriana intestinal, posiblemente debido a que se alimenta de hojas, mientras que el babuino amarillo es omnívoro. Además, a pesar de la escasa distancia geográfica que separa los bosques adecuadamente protegidos frente a los que se encuentran degradados, los individuos de la misma especie presentaron diferentes composiciones de la biota intestinal en cada tipo de bosque, especialmente en el caso de las bacterias y los hongos. Se espera que los hábitats intactos ofrezcan a sus habitantes una dieta más diversa, lo que se traduciría en una mayor diversidad de la microbiota intestinal. Sin embargo, esta hipótesis solo funcionó en el caso de los colobos de Zanbízar que habitan en los árboles y se alimentan a base de hojas. «No se observó esta misma asociación en los babuinos amarillos, que son omnívoros y se alimentan mediante el saqueo de cultivos. Esto se debe a la rápida conversión del bosque tropical en campos de cultivo agrícola y a la alteración del comportamiento de los babuinos, que pasan a alimentarse de cultivos y restos de comida de humanos», explica Barelli. Al ampliar las opciones de su dieta, es muy probable que los babuinos aumentasen su riqueza bacteriana y que esto, en consecuencia, modificase la composición de su biota intestinal. «Sin embargo, es posible que este aumento de la diversidad no sea totalmente positivo; por ejemplo, observamos que los babuinos que viven en hábitats degradados presentaban un enriquecimiento de géneros bacterianos como "Sarcina" y "Prevotella", los cuales suelen asociarse con el consumo de alimentos ricos en azúcares y que podrían vincularse con trastornos inflamatorios crónicos y otras enfermedades intestinales», señala Barelli.
El impacto de los parásitos intestinales
La biota intestinal no solo incluye bacterias y hongos, sino también parásitos intestinales, los cuales constituyen un componente importante para la salud intestinal. Pese a las enormes diferencias entre las especies de primates y a que los babuinos presentan un mayor grado de riqueza de parásitos intestinales en comparación con el colobo de Zanzíbar, también observamos una disminución de la diversidad parasitaria en los animales que habitan en bosques degradados frente a los que lo hacen en bosques intactos. Según Barelli, este resultado confirma los datos obtenidos sobre las bacterias y refuerza la idea de que los cambios en el hábitat también impulsan la pérdida de biodiversidad a microescala, a lo que añade: «Es más necesario que nunca seguir investigando acerca de los efectos sobre la salud de los cambios en los distintos componentes de la biota intestinal y sus interacciones en la conservación». WILDGUT permitirá comprender mejor el impacto de las actividades humanas sobre la microdiversidad y si estos cambios podrían tener un efecto sobre la salud de la fauna y flora y, en última instancia, sobre el estado de conservación de las especies.
Palabras clave
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