Los casos prácticos de CERES preparan la industria de la pesca para el crecimiento azul
La comunidad científica y el sector de la pesca no han hecho más que empezar a detectar el enorme impacto que está teniendo el cambio climático sobre los ecosistemas de los mares y los océanos. El aumento de la población de medusas, las poblaciones que luchan para sobrevivir a la pesca excesiva o especies como la solla, obligadas a adentrarse más en las profundidades marinas para sobrevivir, son solo algunos ejemplos de los cambios drásticos que se están produciendo en el medio submarino. Por otra parte, la ausencia de acciones relevantes para ralentizar estos cambios está haciendo que surja otra cuestión de igual importancia: ¿cómo nos adaptamos? El proyecto CERES (Climate change and European aquatic RESources) tiene como finalidad recopilar información con un objetivo fundamental en mente: ayudar a prepararse a los sectores europeos de la acuicultura y la pesca. El equipo del proyecto ha estado investigando en qué medida afecta el cambio climático a las especies de peces y medusas, además de desarrollar soluciones para ayudar a las partes interesadas. «Los efectos del cambio climático sobre los peces y las medusas se han evaluado en programas de investigación previos (de tipo académico). Incluso se ha reconocido la gravedad potencial de los impactos climáticos. Sin embargo, la colaboración entre la industria europea y los científicos para examinar estos impactos ha sido escasa», afirma el profesor Myron Peck, coordinador de CERES y profesor de Oceanografía biológica y ciencia de la pesca en la Universidad de Hamburgo. De acuerdo con el profesor Peck, esta falta de cooperación intersectorial en esencia dio como resultado la ausencia de medidas rigurosas de adaptación al cambio climático, el tipo de medidas que se necesitan desesperadamente para mantener la industria en marcha.
Escenario para el año 2100
«El escenario climático de "mantenimiento de las condiciones actuales", como el escenario RCP 8.5 del IPCC, nos dice que, en el año 2100, las aguas marinas y dulces europeas se habrán calentado entre 2 y 4 °C. Por otra parte, habrán disminuido las precipitaciones en las áreas del Sur de Europa y aumentado en las del Norte, y además se prevén condiciones climatológicas más variables (olas de calor, tormentas extremas). En este escenario, se espera que la pesca pase a realizarse en los polos y/o las aguas más profundas. Esto traerá consigo vencedores y vencidos en los mares regionales europeos», explica el profesor Peck. Tomemos como ejemplo las anchoas. Las previsiones sugieren que se reducirá la población en el Mediterráneo y aumentará en el Golfo de Vizcaya. De manera similar, es posible que la población de bacalao atlántico disminuya en el mar del Norte meridional y que aumente en el mar de Barents. Por otra parte, se esperan efectos positivos y negativos en la acuicultura. El sector tendrá que prepararse para enfrentarse a un mayor riesgo de brotes de enfermedades. De hecho, en 2050, los cambios bioeconómicos y sociales vinculados a los escenarios climáticos a menudo serán más importantes que el impacto directo del cambio climático sobre las especies. Aquí es donde entra el proyecto CERES. «CERES ha estado calculando qué especies de peces y mariscos resultarán rentables para su cría o pesca en zonas específicas con el clima futuro. Ofrece un amplio asesoramiento para los dos sectores, si bien se están debatiendo resultados más específicos en veinticinco "historias" (casos prácticos) que proporcionan una cobertura más pormenorizada a nivel regional, empresarial y de las especies», afirma el profesor Peck.
No todas las empresas son iguales
CERES ofrecerá un paquete de herramientas en línea para ayudar a las empresas a analizar estas recomendaciones. El uso de estas herramientas debería permitir evaluar mejor los riesgos y oportunidades para la pesca y la cría de especies específicas en determinados lugares, especialmente en el caso de las empresas más pequeñas y artesanales que, por lo general, están más expuestas a las consecuencias del cambio climático. «Las explotaciones que tengan un mayor control sobre su producción (jaulas marinas a gran escala) serán mucho menos sensibles que aquellas que tengan un control mucho menor, como por ejemplo las granjas de mejillones que dependen de la producción natural. De manera similar, la pesca industrial a gran escala está mejor posicionada para sobrevivir que la más pequeña y artesanal», concluye el profesor Peck. También es importante la formulación de políticas, dado que las políticas flexibles y orientadas al cambio climático, como la acuicultura flexible o los acuerdos transfronterizos para poblaciones de peces muy migratorias, serán fundamentales para la adaptación.
Palabras clave
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