Mejores formas de medir los árboles podrían acelerar la evolución forestal
Los primeros intentos científicos de medir árboles y estudiar bosques se remontan al siglo XIX y se basaron en observaciones anatómicas y físicas. A partir de los años setenta del siglo pasado, los científicos comenzaron a utilizar métodos más indirectos basados en señales físicas como los rayos X, acústicos y, más tarde, infrarrojos. Los investigadores del proyecto TOPWOOD tenían como objetivo introducir firmemente las técnicas en el siglo XXI mediante el perfeccionamiento de métodos antiguos y la creación de otros nuevos para ayudar a resolver algunos de los problemas de este siglo. Según Philippe Rozenberg, coordinador del proyecto TOPWOOD y director de investigación del Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia (INRA): «Hoy en día, muchos organismos vivos, incluidos los árboles y los bosques, se enfrentan a nuevas condiciones climáticas debido al cambio climático; ya hemos observado resultados desfavorables, como la disminución de la población y la mortalidad, que sabemos que están relacionados con la sequía. Las propiedades de la madera están directamente relacionadas con la resistencia a la sequía». El equipo, cuyo trabajo se llevó a cabo con el apoyo del programa Marie Skłodowska-Curie, experimentó con el uso de técnicas de microdensidad, acústicas y de espectroscopia del infrarrojo cercano (NIRS, por sus siglas en inglés) para medir con precisión qué propiedades básicas de la madera contribuyen a la calidad de la madera. Utilizaron estos conocimientos técnicos para desarrollar nuevos dispositivos que pudieran proporcionar calibraciones de ciertos rasgos funcionales de la madera, entre los que se incluyen cómo se forma, cómo conduce el agua y qué lleva a la cavitación (una situación en la que las condiciones secas hacen que la columna de agua de los troncos se rompa, algo así como cuando un ser humano sufre una embolia).
Resultados rápidos
«Sabemos cómo medir la vulnerabilidad a la cavitación, pero estos dispositivos son muy caros, muy tediosos de usar y la tasa de medición es baja, ya que solo se pueden medir unos pocos árboles por día. Así que estamos estudiando la posibilidad de utilizar la NIRS como una alternativa para tener un acceso rápido a la resistencia a la sequía», declara Rozenberg. Los investigadores de TOPWOOD han logrado algunos resultados prometedores. Han usado la NIRS para calibrar esto de manera convincente en una especie de árbol, el ciprés de la cordillera, una madera blanda de los Andes. También han demostrado una relación significativa entre la señal de la NIRS y la vulnerabilidad a la cavitación en eucaliptos, álamos, abetos de Douglas, pinos escoceses y píceas, y han hecho progresos con alerces, radiados y pinos marítimos.
Adaptación evolutiva
«Hemos validado la relación significativa, por lo que proponemos una herramienta para predecir la vulnerabilidad a la cavitación utilizando únicamente la señal de la NIRS. Entonces podremos volver a ese bosque con esta información e identificar qué árboles son más o menos resistentes a la sequía», dice Rozenberg. Esto podría permitir a los gestores forestales decidir qué árboles individuales conservar y cuáles talar, de modo que, con el tiempo, todo el bosque sería más resistente a la sequía. «Es casi como si estuviéramos acelerando la evolución», añade Rozenberg. Lo que comenzó como un intento de mejorar la capacidad de los científicos forestales para recopilar y utilizar datos, pronto adoptó el objetivo secundario más aplicado de mejorar la calidad de la madera producida por los bosques. Ahora que el proyecto ha finalizado, parte del equipo de TOPWOOD continuará el trabajo, aplicando esta técnica a los árboles y también a las uvas con financiación de las autoridades regionales francesas. Además, se están llevando a cabo los preparativos para ampliar el equipo original y solicitar más financiación de la Unión Europea para seguir avanzando en esta línea de investigación.
Palabras clave
TOPWOOD, propiedades de la madera, NIRS, cavitación, resistencia a la sequía, gestores forestales, ciprés de la cordillera, cambio climático, crisis climática