Un estudio confirma la relación entre el herbicida atrazina y problemas de reproducción
Según confirma un nuevo estudio internacional, la exposición a una sustancia química llamada atrazina provoca un trastorno reproductivo en los animales. Científicos de Asia, Europa, Norteamérica y Sudamérica presentaron el estudio en Journal of Steroid Biochemistry and Molecular Biology. En él se revisan indicios de la relación entre la exposición a este herbicida, utilizado en más de sesenta países de todo el mundo, y problemas de fertilidad en mamíferos, anfibios, peces y reptiles. En Estados Unidos, concretamente, se registra un uso elevado de atrazina, con más de 34 millones de kilos utilizados en diferentes cultivos, entre los que figura el maíz. El herbicida es también el contaminante de origen pesticida que más se ha detectado en aguas subterráneas, aguas superficiales e incluso en la lluvia de Estados Unidos. El equipo analizó estudios que relacionaban la exposición a la atrazina con niveles anormales de andrógenos en mamíferos, anfibios, peces y reptiles, además de analizar otros trabajos que relacionaban la exposición a la atrazina con una «feminización» de las gónadas masculinas en varios animales. Los resultados indican que al menos diez estudios concluyen que la exposición a la atrazina ciertamente desencadena la feminización de las ranas macho. En algunos casos, el sexo del animal resulta incluso invertido. El profesor Val Beasley de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (Estados Unidos) y su equipo de colaboradores en este trabajo descubrieron que las ranas macho que entran en contacto con la atrazina en estado salvaje tenían un riesgo mayor de tener tejido gonadal tanto femenino como masculino que las ranas que vivían en un medio donde no estaba presente este herbicida. El profesor Beasley, citando un estudio de 2010 elaborado por Tyrone Hayes, de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos), afirma que, «la exposición de las ranas a la atrazina se ha relacionado con la transformación de machos genéticos a hembras y con un funcionamiento de hembra. Y no se produce en concentraciones extremadamente altas, sino en niveles que se encuentran en el ambiente.» El estudio referido destaca los trastornos de la función hormonal y el desarrollo sexual mencionados en otros estudios sobre varios animales, e incluso en células humanas expuestas a este herbicida. Los resultados confirman que la exposición a la atrazina desencadena varias modificaciones, como son cambios en la expresión de los genes que participan en la señalización hormonal, interferencias en la metamorfosis e inhibiciones de enzimas clave que regulan la producción de estrógenos y andrógenos, además de su repercusión en el desarrollo y en la función reproductiva normal de machos y hembras. «Una de las cosas que se hicieron patentes durante la redacción de este estudio es que la atrazina funciona a través de diferentes mecanismos», afirma el profesor Hayes, autor principal del artículo, y añade: «Se ha demostrado que aumenta la producción de cortisol, la hormona del estrés, y que inhibe enzimas esenciales en la producción de hormonas esteroides a la vez que aumenta otras. De algún modo, evita que el andrógeno se una a su receptor.» El profesor Beasley, por su parte, afirma que, «el cortisol es una respuesta no específica al estrés crónico. Pero resulta que hoy en día la fauna de muchos hábitats está estresada la mayor parte del tiempo, y lo están porque se encuentran amontonados en pequeños hábitats remanentes. Están estresados porque no hay suficiente oxígeno en el agua debido a la escasez de plantas en este medio, otra consecuencia derivada del uso de herbicidas, y a causa de otros contaminantes presentes en el agua. La liberación continuada de cortisol les induce a pasar a un estado de inmunosupresión.» Aunque algunos estudios muestran otros efectos distintos, o ninguno, derivados de la exposición a la atrazina, los estudios no son todos iguales. «Hay diferentes especies, diferentes tiempos de exposición, diferentes etapas de desarrollo y diferentes razas dentro de las especies», señala el profesor Beasly. Éste concluyó afirmando que «espero que esto anime a los responsables políticos a analizar la totalidad de los datos y plantearse cuestiones muy amplias. ¿Queremos ese producto en nuestro medio ambiente? ¿Queremos que nuestros niños beban ese producto, sabiendo lo que sabemos? Pienso que la respuesta sería negativa». En el estudio han participado científicos de Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Croacia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.Para más información, consulte: The Journal of Steroid Biochemistry and Molecular Biology: http://www.journals.elsevier.com/the-journal-of-steroid-biochemistry-and-molecular-biology/ Universidad de Illinois: http://www.uillinois.edu/
Países
Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Croacia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos