Salvar al asno salvaje de la extinción
Los caballos y burros modernos descienden del asno salvaje, ahora en peligro de extinción. La urgencia para salvarlo se intensifica día a día debido a que actividades humanas como la caza y la destrucción de hábitats no dejan de desarrollarse. Científicos dirigidos por el Instituto de Investigación de Ecología Silvestre de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria) han investigado los factores involucrados en la pérdida de esta especie y han publicado un artículo al respecto en la revista Biological Conservation en el que se trata de dar una respuesta sobre cómo garantizar su supervivencia. A pesar de haber disfrutado en el pasado de una extensa distribución geográfica, los asnos salvajes habitan hoy en día en China, India, Irán, Mongolia y Turkmenistán, siendo uno de sus principales refugios el Desierto del Gobi en Mongolia. El profesor Chris Walzer y sus compañeros del Instituto de Investigación de Ecología Silvestre evaluaron la distribución de asnos salvajes en el Desierto del Gobi y descubrieron ejemplares en zonas en las que la producción de biomasa es inferior a 250 gramos de carbono por metro cuadrado al año. Aunque la especie se situaba en regiones más productivas en el pasado, la actividad humana ha provocado estragos en su hábitat y supervivencia, llegando a ahuyentarlos e incluso matarlos para garantizar el acceso del ganado a recursos como el agua y la comida, ambos escasos en el Desierto del Gobi. A pesar de su resistencia, el asno salvaje no deja de necesitar una cierta cantidad de agua y alimentos para sobrevivir a las duras condiciones del desierto y la estepa, pero se ha visto forzado a desplazarse a zonas que no poseen medios para garantizar su supervivencia. En el estudio referido, los investigadores acoplaron radiotransmisores a cerca de veinte asnos y controlaron sus movimientos hasta que los dispositivos cayeron, tal y como estaba diseñado que ocurriera. Sus resultados confirmaron que cada ejemplar poseía un amplio radio de movimiento pero no se acercaba a zonas montañosas o escarpadas. Advirtieron además que las montañas que se interponen entre las especies en Mongolia limitan el movimiento de los animales. Se realizaron pruebas genéticas para corroborar la información que indicaba que los animales que se encontraban a cada lado de las zonas montañosas están de hecho aislados unos de otros. Los ecologístas del equipo no hallaron ningún «cuello de botella genético» reciente, es decir, las especies mostraron un nivel relativamente elevado de biodiversidad genética tanto entre las dos subpoblaciones como dentro de cada una de ellas. No obstante, señalaron que los datos obtenidos mediante los radiotransmisores revelaron que los asnos salvajes o no podían o no querían cruzar barreras artificiales como la línea de ferrocarril que discurre entre Ulán Bátor y Pekín. De este modo estas barreras han cerrado el acceso a estos animales a un hábitat de 17 000 kilómetros cuadrados. Además, una valla en la frontera entre Mongolia y China de más de 40 años de antigüedad separa a dos poblaciones de asnos. El equipo advierte que un plan de conservación multinacional coordinado sería muy beneficioso para la población de asno salvaje del Desierto del Gobi. «La apertura de la valla fronteriza, al menos en ciertos puntos, sería beneficiosa para el asno salvaje asiático y otros mamíferos raros como el camello bactriano y el caballo de Przewalski reintroducido.» En el estudio participaron también expertos de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), el Instituto de Ecología y Geografía de Xinjiang (China) y el Laboratorio de Ecología Mamífera del Instituto de Biología de la Academia de las Ciencias de Mongolia y WWF Mongolia.Para más información, consulte: Universidad de Medicina Veterinaria de Viena: http://www.vu-wien.ac.at/en/ Biological Conservation: http://www.elsevier.com/wps/find/journaldescription.cws_home/405853/description#description
Países
Austria, China, Alemania, Mongolia