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Las mosquiteras no previenen la leishmaniasis visceral

Las mosquiteras rociadas con insecticidas duraderos constituyeron una medida de gran eficacia para la prevención de la malaria. Lamentablemente, según un estudio internacional nuevo, no bastan para prevenir todas las enfermedades transmitidas por picadura de insecto. Esta inve...

Las mosquiteras rociadas con insecticidas duraderos constituyeron una medida de gran eficacia para la prevención de la malaria. Lamentablemente, según un estudio internacional nuevo, no bastan para prevenir todas las enfermedades transmitidas por picadura de insecto. Esta investigación es fruto del proyecto KALANET («Eficacia, aceptabilidad y rentabilidad de las mosquiteras con insecticida permanente para prevenir la leishmaniasis»), al que se adjudicaron 2,11 millones de euros en virtud de la actividad INCO (Cooperación con terceros países y organizaciones internacionales) del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. En la revista British Medical Journal se ha publicado un artículo al respecto. Según los autores, dirigidos por la profesora Marleen Boelaert del Instituto de Medicina Tropical de Amberes (Bélgica), sus pesquisas han demostrado que las mosquiteras no sirvieron para proteger a población de India y Nepal frente al contagio de la leishmaniasis visceral, o enfermedad de kala-azar. La leishmaniasis visceral afecta a medio millón de personas cada año. Es causada por el parásito Leishmania, transmitido por moscas de la arena o flebotomos. Dicho parásito destruye las células sanguíneas del afectado, lo cual provoca la dilatación del bazo, su inflamación y su progresiva atrofia. Sin un tratamiento adecuado la enfermedad puede ser mortal. Hasta ahora el procedimiento de control de los flebotomos empleado en India y Nepal ha consistido en rociar un insecticida tal como el DDT (diclorodifeniltricloroetano). Lamentablemente, este rociado es local e irregular, cuando se realiza, por lo que sigue habiendo suficientes flebotomos y presas para prolongar la enfermedad. Hay familias que emplean mosquiteras, pero no las rocían con insecticidas duraderos. Para tratar de frenar la expansión de la enfermedad, los autores del estudio pusieron en marcha una campaña a gran escala que consistía en proporcionar a toda la población de una región concreta unas mosquiteras tratadas con un insecticida que permanecería activo por varios años. El equipo científico del Instituto de Medicina Tropical de Amberes y sus colaboradores de India, Nepal, Suiza y Reino Unido convinieron en que este método debería resultar eficaz puesto que ya había deparado resultados positivos en Sudán, si bien eran conscientes de que en aquel país la enfermedad era transmitida por una mosca de la arena distinta. Asimismo, tales mosquiteras tratadas ya habían servido en Irán y Siria para combatir la leishmaniasis cutánea, causada por otra especie del género Leishmania. Los investigadores eran conscientes asimismo de que la mosca de la arena que transmite la enfermedad en la India suele picar en inmuebles y sobre todo de noche, por lo que era recomendable dormir debajo de una mosquitera. A pesar de todo, este estudio ha demostrado que todas estas suposiciones iban desencaminadas. Tras hacer un seguimiento de más de 2 años a 20.000 personas de 26 aldeas de la India y Nepal en las que se registraba una elevada incidencia de leishmaniasis visceral, los científicos concluyeron que el uso de mosquiteras no surtió un efecto considerable en la incidencia de la afección. Las aldeas se habían agrupado en parejas que se parecían entre sí lo más posible y seguidamente se echó a cara o cruz cuál de cada par de aldeas seguiría como hasta entonces y en cuál se distribuirían las mosquiteras tratadas. Mientras duró el estudio, cerca de la mitad de las aldeas se rociaron conforme al programa nacional rutinario de control. En las aldeas dotadas de mosquiteras adicionales, la cantidad de flebotomos en interiores se redujo un 25%, pero ni la cantidad de infecciones ni el número de casos de leishmaniasis disminuyeron significativamente con respecto a las aldeas de control. De hecho, el riesgo de padecer la enfermedad apenas disminuyó un 1%. No obstante, el equipo científico señaló que en las aldeas incluidas en la campaña mencionada el 90% de los habitantes dormía debajo de sus mosquiteras más del 80% de las noches, mientras que en las aldeas de control tan sólo el 30% de los individuos dormía habitualmente debajo de una mosquitera sin tratar. Asimismo, el número de casos de malaria decreció considerablemente en las aldeas dotadas de mosquiteras adicionales. Los autores concluyen que estos resultados se deben a que los flebotomos pican con más frecuencia de la prevista en exteriores, donde no se emplean mosquiteras.Para más información, consulte: Instituto de Medicina Tropical de Amberes: http://www.itg.be/itg/generalsite/Default.aspx?WPID=513&L=E British Medical Journal: http://www.bmj.com/

Países

Bélgica, Suiza, India, Nepal, Reino Unido

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