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Una dieta rica en proteínas es la clave para perder peso

Un equipo de investigadores financiados con fondos comunitarios ha hecho un interesante descubrimiento sobre los alimentos que favorecen el adelgazamiento. Este equipo, coordinado por la Universidad de Copenhague (Dinamarca), sostiene que se debe observar una dieta con un elev...

Un equipo de investigadores financiados con fondos comunitarios ha hecho un interesante descubrimiento sobre los alimentos que favorecen el adelgazamiento. Este equipo, coordinado por la Universidad de Copenhague (Dinamarca), sostiene que se debe observar una dieta con un elevado aporte proteico, rica en carnes magras, alubias y productos lácteos bajos en grasas, y pobre en calorías de almidones refinados como los del pan y el arroz blancos. Este estudio, el mayor del mundo dedicado a la dieta, fue financiado en parte por el proyecto DIOGENES («Dieta, obesidad y genes»), al que se adjudicó un presupuesto de 15 millones de euros por medio del área temática «Calidad y seguridad de los alimentos» del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. Los hallazgos se han publicado en el New England Journal of Medicine. Los investigadores responsables de Diógenes, un estudio aleatorio a gran escala, investigaron la dieta más adecuada para prevenir y tratar la obesidad. Bajo la dirección de la Facultad de Ciencias de la Salud (LIFE) de la Universidad de Copenhague, los científicos contrastaron las recomendaciones oficiales de la Unión Europea en materia de nutrición con una dieta basada en los últimos descubrimientos sobre la importancia de las proteínas y los hidratos de carbono para regular el apetito. En el estudio participaron cerca de 800 familias europeas, compuestas por un total de 938 adultos y 827 niños. Durante las 8 primeras semanas, los adultos con sobrepeso siguieron una dieta de 800 kilocalorías (kcal) al día y perdieron una media de 11 kilogramos (kg). Tras este periodo inicial, los investigadores asignaron aleatoriamente a los participantes uno de entre cinco tipos de dietas bajas en grasas durante seis meses para comprobar cuál era más eficaz para prevenir la recuperación de peso. Se evaluaron los siguientes cinco tipos de dieta: una dieta baja en proteínas con un índice glucémico (IG) elevado; una con un aporte proteico y un IG bajos; una rica en proteínas y con un IG bajo; otra rica en proteínas y con un IG elevado; y un grupo de control que siguió las recomendaciones nutricionales prescritas actualmente. El IG indica la capacidad de los hidratos de carbono para aumentar la glucosa en sangre cuando son asimilados por el organismo. Los alimentos con un índice glucémico bajo provocan un aumento de la glucosa en sangre más lento que el inducido por los alimentos con un aporte de hidratos y un índice glucémico elevados. Según explican los investigadores, los aumentos bruscos del nivel de glucosa en sangre pueden provocar una serie de efectos no deseados que afectan al metabolismo y a nuestro rendimiento intelectual. El IG se refiere a los alimentos que contienen hidratos de carbono; las personas que se sometieron a la dieta podían consumir sin restricciones algunos tipos de fruta, como manzanas, peras, naranjas, frambuesas y fresas. En cambio, debían controlar su ingesta de otras frutas como el plátano, las uvas, el kiwi, la piña y el melón. Les estaba permitido comer casi todos los vegetales, excepto el maíz, cuyo consumo estaba limitado, y debían optar por alimentos elaborados con cereales integrales. Por otra parte, se les aconsejó que cociesen poco las patatas y que siempre que fuese posible, éstas fuesen nuevas y se consumiesen frías. Las patatas asadas o en puré debían evitarse. Finalmente los investigadores indicaron que las comidas debían acompañarse con agua o leche desnatada. «Esta dieta no tiene nada de particular en lo que se refiere a las limitaciones, las instrucciones sobre cómo cocinar los alimentos o al hecho de que ciertos vegetales se deban comer crudos», señalaron. «En general, refleja las recomendaciones dietéticas oficiales consistentes en consumir abundancia de frutas y verduras, alimentos bajos en calorías, mucha fibra y poca azúcar.» Transcurridos los seis meses, todos los participantes en el estudio recuperaron 0,5 Kg de media, pero de entre los que lo terminaron, aquellos que siguieron la dieta baja en proteínas y con un elevado IG presentaron los peores resultados, con aumentos de peso considerables, del orden de 1,67 Kg. Aquellos que siguieron la dieta con un alto aporte de proteínas ganaron 0,93 Kg menos que los que ingirieron pocas proteínas, mientras que el aumento de peso de los integrantes del grupo asignado a un IG alto superó en 0,95 Kg al de los que siguieron dietas con IG bajo. Los científicos observaron que el porcentaje de sobrepeso entre los niños que siguieron la misma dieta que sus padres y pertenecían al grupo con un alto aporte de proteínas y un IG bajo descendió espontáneamente del 46% al 39%, lo que supone una reducción de cerca del 15%. El equipo llegó a la conclusión de que las recomendaciones dietéticas actuales no son las más adecuadas para prevenir el aumento de peso de las personas con sobrepeso, y de que una dieta con un contenido en proteínas ligeramente superior y un IG bajo resulta más fácil de seguir. Ello ayudaría a mantenerse a las personas con sobrepeso que hayan adelgazado.

Países

Dinamarca

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