Investigación de la influencia del cambio climático sobre las cascadas de aguas densas del Océano Ártico
El cambio climático afecta a todos los rincones del planeta, tanto de la superficie como del mundo submarino. El Ártico es una de las zonas más sensibles al cambio de temperaturas, pero la ciencia confía en dar con la forma más adecuada de proteger esta región. Uno de los equipos dedicados a esta tarea sobre el terreno emplea financiación comunitaria para investigar la relación entre el cambio climático y el fenómeno de las cascadas de aguas densas de la región al oeste de las Islas Svalbard, situadas entre Noruega y el Polo Norte. Esta investigación está financiada en parte por el proyecto HERMIONE («Investigación sobre ecosistemas de focos de biodiversidad y el impacto humano en los mares europeos»), que recibió 8 millones de euros mediante el tema de Medio ambiente del Séptimo Programa Marco (7PM). El equipo está dirigido por la Universidad de Barcelona (UB, España) y confía en conocer mejor el funcionamiento de los ecosistemas de las profundidades marinas, determinar su contribución a la producción de bienes y servicios y señalar actividades humanas que influyen en el fondo oceánico. Los procesos de enfriamiento o evaporación de aguas superficiales generan cascadas de aguas densas que normalmente transfieren materia y energía al fondo oceánico, provocando un transporte de oxígeno y nutrientes a zonas que se encuentran lejos de la superficie. Cuando las aguas superficiales no se enfrían de forma adecuada, por factores medioambientales como el cambio climático, el proceso de transferencia podría detenerse y desequilibrar los ecosistemas de las profundidades. «A miles de metros de profundidad, el fenómeno de las cascadas submarinas es una expresión más del largo brazo del cambio climático», explicó Miquel Canals, jefe del equipo de Geociencias Marinas de la UB y primer firmante del artículo. El Océano Ártico es un punto estratégico para estudiar el fenómeno de las cascadas submarinas. A bordo del RV Jan Mayen, un buque oceanográfico de la Universidad de Tromsø (Noruega), el grupo científico ha desplegado equipos técnicos de última generación en el fondo oceánico para estudiar las cascadas de aguas densas y evaluar su impacto global en el ecosistema marino y las profundidades oceánicas. «El objetivo es conocer la trayectoria de las cascadas submarinas en latitudes polares y estudiar los cambios ambientales que se pueden producir en las profundidades marinas», explicó la oceanógrafa Anna Sánchez Vidal, investigadora del Departamento de Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas de la UB. «Para obtener datos hemos instalado cuatro líneas instrumentadas, con correntímetros y trampas de partículas, a profundidades de 1.000 1.250 1.500 y 2.000 metros», añadió. Los aparatos recogen datos oceanográficos y geoquímicos de forma periódica y se recuperarán de las profundidades oceánicas a finales de verano del 2011. Con estos datos se podrá disponer de una serie temporal de medidas de las propiedades de las masas de agua en cada hora (velocidad y dirección de la corriente, temperatura, salinidad, turbidez, etc.) y de transporte de sedimentos», indicó la Dra. Sánchez Vidal. El estudio de microorganismos añadirá datos valiosos, principalmente por su condición de indicadores de cambios ambientales en ecosistemas profundos. El proceso de las cascadas submarinas se ha descrito ampliamente por los científicos en el caso del Mediterráneo, pero en el Ártico el contexto es diferente. «La superficie del Océano Ártico está dividida en dos partes: una que permanece permanentemente helada y otra mucho mayor que se congela durante el invierno, situación que provoca un patrón distinto de cascadas», explicó el Dr. Antonio Calafat, geólogo del mencionado Departamento de Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas de la UB. «El hielo es un aislante térmico, y en el Ártico, además, podemos encontrarnos polinias, que son zonas libres de hielo donde el viento enfría las masas de agua superficial y acelera el proceso de formación de agua densa», añadió. «Pero este proceso depende de las condiciones estacionales y puede variar cada año», añadió. Además, en el Ártico, «el relieve submarino también es diferente del de la cuenca mediterránea, y el fenómeno de las cascadas submarinas podría arrastrar grandes cantidades de sedimentos a los grandes fondos marinos». En relación a la influencia del relieve submarino en la dinámica de las corrientes cuando se producen las cascadas submarinas, la oceanógrafa Ruth Durán de la UB indicó que: «El contexto morfológico de las Svalbard es muy diferente del de la cuenca mediterránea. Sabemos que la morfología, como en el caso del Cabo de Creus, determina la intensidad y la dirección de estas corrientes en el Mediterráneo. Por ello, durante la expedición hemos cartografiado con detalle el fondo submarino de la zona estudiada -unos 2.600 kilómetros cuadrados-, que hasta ahora no se conocía bien, para determinar así con precisión los puntos donde se pueden desarrollar las líneas de fondeo en los fondos oceánicos.» Al estudio han contribuido científicos de Francia, Italia, Noruega y España.
Países
España, Francia, Italia, Noruega