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¿Puede el África subsahariana promover la salud de sus jóvenes?

Pese al clamor popular por frenar la vertiginosa tasa de contagios del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) entre jóvenes, principalmente mujeres del África subsahariana, la comunidad científica no ha alcanzado un consenso sobre el método de prevención más adecuado. En u...

Pese al clamor popular por frenar la vertiginosa tasa de contagios del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) entre jóvenes, principalmente mujeres del África subsahariana, la comunidad científica no ha alcanzado un consenso sobre el método de prevención más adecuado. En un artículo publicado en la revista Public Library of Science (PLoS), un equipo internacional de investigadores ha realizado un trabajo excepcional para reunir pruebas concretas de la efectividad de la educación sexual mediante la realización de un análisis exhaustivo de buenas y malas prácticas en los programas de intervención existentes. Las estadísticas de la epidemia de SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) pueden resultar apabullantes y eclipsar el hecho de que cada caso constituye una tragedia personal. En Malawi y Zimbabue una de cada cuatro personas es portadora del VIH, e incluso en algunas zonas de Zimbabue el porcentaje de infectados alcanza el 70%. La esperanza de vida es de apenas 48 años y la cantidad de niños menores de 15 años que quedan huérfanos por culpa del SIDA aumenta a un ritmo alarmante. Ante la ausencia de un tratamiento asequible y efectivo contra el VIH, un grupo de investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, Reino Unido) colaboró con la Fundación Africana de Investigación Médica (AMREF), con sede en Kenia, y el Instituto Nacional de Investigación Médica de Tanzania (NIMR) para detener la propagación del virus mediante iniciativas educativas. El profesor Aiofe Doyle, de la LSHTM, y sus colegas se centraron en la prueba de intervención «MEMA kwa Vijana» en Tanzania, donde la epidemia de VIH es grave pero aún no alcanza la intensidad registrada en Zimbabue. El programa «MEMA kwa Vijana» se está probando en escuelas de enseñanza primaria en forma de ensayo comunitario aleatorio cofinanciado por la Comisión Europea desde hace catorce años. Se trata de un programa sobre sanidad muy estructurado y de tres años de duración que se basa en principios educativos sólidos. Los alumnos, de entre 10 y 15 años de edad, ensayan una serie de representaciones teatrales escogidas para fomentar el debate y contribuir a establecer modelos de comportamiento. Este tipo de representación, con el que se pretende desarrollar las destrezas interpersonales, es un elemento clave del programa. Los responsables de su diseño en su momento estaban preocupados por las deficiencias de la asistencia proporcionada por los centros de salud y también por el alarmante número de enfermedades de transmisión sexual que no recibían tratamiento. La efectividad de cualquier iniciativa de educación sexual en escuelas se vería limitada por estas circunstancias, puesto que los jóvenes podrían acudir a los centros de salud y recibir por respuesta que los anticonceptivos son únicamente para las parejas casadas y que lo que deben hacer es comportarse con decencia. Esta es una situación verosímil no sólo en África, sino también en muchos países de otros continentes. Sin embargo, ahora parece que el principal obstáculo con el que se topa esta prueba de intervención está en el propio ambiente escolar. Los investigadores opinan que la intervención «MEMA kwa Vijana» no ha logrado cambiar los comportamientos sexuales arriesgados, como ha ocurrido con muchas otras intervenciones escolares en el África subsahariana. Su grado de efectividad se evaluó en 2007 y 2009, unos 9 años después de la introducción de los jóvenes en el programa, en una cohorte de 13.814 individuos de entre 15 y 30 años de edad. Esta intervención propició mejoras en los conocimientos, las actitudes y los propósitos, pero los investigadores no hallaron indicios de cambios duraderos en el comportamiento. Algunos chicos que habían participado en el programa retrasaron su primera experiencia sexual, otros redujeron el número de compañeras sexuales y otros podrían incluso haber usado preservativos en encuentros sexuales esporádicos. Sin embargo, muchos negaron que estuvieran en riesgo de infección por VIH y señalaron que uno nunca puede estar completamente a salvo de los peligros de la vida, entre ellos el contagio del VIH. ¿De qué forma contribuyen las conclusiones de esta encuesta de seguimiento a averiguar qué es efectivo para prevenir la infección del VIH entre los jóvenes del África subsahariana? Las intervenciones en las escuelas africanas se enfrentan a dificultades de diverso signo, como el alto porcentaje de absentismo escolar, la violencia frecuente y la falta de preparación adecuada de quienes ponen en práctica las actividades de intervención. No obstante, y pese a estos impedimentos, las escuelas presentan también varias ventajas de cara a la puesta en práctica de la intervención, entre ellas la capacidad de acceder a un número elevado de jóvenes. Por otro lado, los adultos de cada población son conscientes de la gravedad del problema del VIH, puesto que no hay familias en las que no exista al menos un afectado. De hecho, la reacción más frecuente es «¿Por qué han tardado tanto en actuar?» y no «¿Para qué hacen esto?». Esta observación llevó a los investigadores a sugerir que «las intervenciones en la juventud podrían ser más efectivas si se integraran en programas intensivos de reducción del riesgo que abarquen a la comunidad al completo». Al mismo tiempo, el reconocimiento de la variación considerable de las necesidades de los jóvenes es de suma importancia, y las intervenciones en comunidades u otros ámbitos diseñadas para llegar a jóvenes sin escolarizar también deberían constituir prioridades científicas. Mientras llega un método seguro, asequible y eficaz para controlar el VIH, sin duda «más vale prevenir que no curar».

Países

Kenia, Malaui, Tanzania, Reino Unido, Zimbabue

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