Bloqueo de seguridad contra la adicción a los genes de las células de la leucemia
Una nueva investigación dirigida por la Universidad de Viena (Austria) sobre las formas agudas de la leucemia ha sacado a relucir una nueva diana farmacológica capaz de inhibir los genes que intervienen en el desarrollo de las células enfermas. Los resultados del estudio, publicados en la revista «EMBO Molecular Medicine» de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), indican que las células de leucemia se vuelven «adictas» a determinados genes por lo que, si los tratamientos se centraran en dichos genes, se podría frustrar el desarrollo de las células enfermas. Veronika Sexl, profesora del Centro de Medicina Biomolecular y Farmacología del Instituto de Farmacología de la Universidad de Viena, y sus colegas investigaron la leucemia linfoide aguda (LLA) y la leucemia mieloide crónica (LMC). Los científicos afirman que tanto la LLA como la LMC pueden ser desencadenadas por la proteína de fusión Bcr-Abl, que surge gracias a la unión de dos o más genes que originalmente codificaban proteínas diferentes. Los investigadores, procedentes de Alemania, Austria, Italia y Estados Unidos, explican que tras la unión de dichos genes aparece una «red» compleja que sustenta el tumor. De este modo, las células leucémicas no sólo obtienen el impulso que necesitan, sino que además tienen más posibilidades de sobrevivir. Los fármacos inhibidores, como el imatinib, pueden bloquear las señales clave y causar la muerte de las células enfermas. El problema es que una serie de mutaciones pueden conferir resistencia frente a estos inhibidores y permitir que las células enfermas continúen su ofensiva contra el cuerpo humano. Para prevenir esa posibilidad, los investigadores evaluaron los factores de transcripción STAT3 y STAT5, que guardan relación con la transformación inducida por la proteína Bcr/Abl. Sus pruebas se centraron en comprobar si STAT3 y STAT5, que actúan como sustrato de la transformación inicial del complejo Bcr-Abl, son vitales para el mantenimiento de la leucemia y pueden ser utilizados para tratar esta enfermedad. «Hemos desarrollado un enfoque de deleción de un gen específico de un tumor para analizar el papel de STAT5 y STAT3 en el avance de la leucemia inducida por la proteína de fusión Bcr/Abl», explicó la profesora Sexl. «Hemos descubierto que ambos factores son necesarios para el desarrollo del complejo Bcr-Abl pero, una vez establecido éste, sólo STAT5 es crucial para la supervivencia y el crecimiento de las células leucémicas.» Lo que se encontraron fue que incluso las formas mutadas de Bcr-Abl, las células de la leucemia que todavía pueden luchar contra los fármacos inhibidores, dependen de STAT5. «Las células cancerosas sufren profundas adaptaciones en sus rutas metabólicas y de señalización, lo que las hace dependientes de determinados genes», afirmó la profesora Sexl. «De hecho, la actividad de estos genes puede convertirse en un factor limitante para una célula cancerosa.» El equipo llama a este fenómeno de la dependencia de genes «adicción no oncogénica» («non-oncogene addiction» o NOA). Los científicos añaden que mediante la inhibición de estos genes críticos dentro de la red de señalización, el sistema podría fallar y las células enfermas podrían dejar de crecer. «En este estudio hemos demostrado que las células de leucemia vinculadas a la Bcr-Abl son adictas al STAT5 para mantener el estado de leucemia», señaló la profesora Sexl. «Hemos identificado al STAT5 como el talón de Aquiles de la red de señalización posterior a la interacción con la Bcr-Abl. Por lo tanto, la inhibición del STAT5 puede facilitar un nuevo enfoque terapéutico para el tratamiento de la leucemia.» También participaron en este estudio de investigación científicos del Instituto de Patología Molecular de Austria, los Laboratorios Max F. Perutz, el Instituto Ludwig Boltzmann para Investigación del Cáncer y el Centro de Investigación de Medicina Molecular de la Academia Austríaca de Ciencias, así como del Centro de Biotecnología Molecular de la Universidad de Turín (Italia), el Centro de Investigación sobre el Cáncer (DKFZ) alemán y el Instituto Nacional de Salud (NHI) de los Estados Unidos.
Países
Austria, Alemania, Italia, Estados Unidos