Un estudio revela los efectos de la política en la producción científica
Un informe reciente pone de manifiesto la repercusión de sucesos políticos importantes, como las guerras o las revoluciones, en la producción científica de los países. Este estudio, basado en un análisis de la base de datos «Web of Science», que recoge las publicaciones científicas de los últimos treinta años, fue elaborado por Science-Metrix, una empresa especializada en la evaluación de sistemas de apoyo a la investigación y el desarrollo (I+D). «Cuando comenzamos esta investigación esperábamos constatar un rápido crecimiento en los países asiáticos», afirmó Eric Archambault, presidente de Science-Metrix y autor del informe. «Pero los hallazgos nos han asombrado y sorprendido positivamente a partes iguales. Asia está recortando distancias incluso más rápido de lo que se pensaba, Europa mantiene su posición mejor de lo que podría parecer y no debemos perder de vista la zona de Oriente Próximo.» Según este estudio, Europa sigue ostentando el primer puesto en la producción científica mundial, dado que es responsable de aproximadamente un tercio de la misma. En el informe se afirma que «los datos sobre la producción científica desmienten la extendida creencia de que estamos presenciando un desplazamiento de la misma desde Occidente hacia Oriente e indican que la postura de Europa en materia de colaboración está dando frutos y que el Viejo Continente se mantiene, mientras que los países norteamericanos están perdiendo su posición estratégica y decisiva en la esfera científica». El acontecimiento más significativo que tuvo lugar en Europa durante el periodo analizado fue la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. El informe revela que la producción científica de la práctica totalidad de las repúblicas ex-soviéticas disminuyó en un 25% durante la década que siguió a la disolución de la URSS. Las dos excepciones que confirman la regla son Estonia y Lituania, que experimentaron un crecimiento superior al de la media mundial. En cuanto al resto de Europa del Este, según el informe, «otros miembros del Pacto de Varsovia comenzaron a realizar más contribuciones científicas casi inmediatamente después de la caída del Telón de Acero». En general, los países adyacentes a Europa Occidental en su conjunto se recuperaron más rápidamente. Los autores sugieren que «la entrada de estos países en la Unión Europea o su incorporación al proceso de adhesión podrían haber influido considerablemente en el desarrollo de su capacidad científica». Además, añaden que «el acceso a un amplio abanico de colaboradores como la UE no sólo repercute positivamente en la economía de un país, sino que también amplía el alcance de la ciencia y acelera la propagación del conocimiento por su territorio». El informe también ilustra los cambios en la producción científica de Oriente Próximo: «Oriente Próximo en su conjunto, con Irán y Turquía a la cabeza, ha experimentado un crecimiento casi cuatro veces superior al del resto del mundo». En cambio, la ciencia iraquí apenas ha comenzado a mostrar indicios de recuperación tras los conflictos que han tenido lugar en el país. Asimismo, la actividad se encuentra estancada en Bahrein, Egipto y Kuwait. En Asia la producción científica está creciendo rápidamente, y no lo hace saltándose «de un plumazo» las fases de desarrollo, sino condensando los avances cosechados por los países occidentales durante los últimos ciento cincuenta años. En 2009 la producción en Asia superó a la de Norteamérica, y se espera que la de China por sí sola alcance las cifras de Estados Unidos antes de 2015. En palabras del Dr. Archambault, «estos datos invitan a la reflexión. A pesar de que la ciencia es cada vez más importante, sabemos poco sobre cómo le afecta la política y viceversa».