Un estudio aclara el árbol evolutivo de los rumiantes
Un equipo internacional de investigadores ha creado un árbol evolutivo de especies rumiantes vivas y extintas. Los resultados, publicados en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) relaciona entre sí a un grupo variado de especies. La comunidad científica ha considerado durante mucho tiempo que los grandes rumiantes denominados Pecora evolucionaron para formar nuevas especies (proceso denominado especiación) durante el Eoceno medio, lo que habría dado lugar al surgimiento de cinco familias diferenciadas que existen actualmente: Antilocapridae, Bovidae, Cervidae, Giraffidae y Moschidae, si bien es cierto que hasta ahora no se conocía con seguridad el proceso evolutivo que llevó al desarrollo de los Pecora. A pesar de las diferencias evidentes que existen entre jirafas y bisontes, por ejemplo, estos investigadores han descubierto que tienen un antepasado común. El equipo, dirigido por la Universidad de Missouri (Estados Unidos), ha demostrado que una plataforma pangenómica de genotipado de polimorfismos de nucleótido simple (SNP) diseñada para una especie puede utilizarse para averiguar el genotipo de ADN (ácido desoxirribonucleico) de una especie extinta, así como ADN de especies que se diferenciaron hace hasta 29 millones de años. El método utilizado en este estudio podría transformar los estudios de la evolución y domesticación gracias a la generación rápida y barata de datos de relaciones evolutivas entre especies. «Estudiamos 678 animales diferentes pertenecientes a 61 especies distintas y logramos, gracias al nuevo "chip SNP" vacuno Illumina, extraer genotipos de gran calidad de especies para las que el chip no estaba diseñado», explicó Jerry Taylor, profesor de Genética y Ciencias Animales de la Universidad de Missouri y autor principal del estudio. Según el equipo, los chips SNP permiten a los científicos evaluar una enorme cantidad de posiciones específicas a la vez en todo el genoma de un animal y, además, detectar las bases de ADN que se encuentran en dichas posiciones. «Quedamos muy sorprendidos al descubrir que el chip genera datos de gran calidad sobre especies muy distintas de las vacas», indicó el profesor Taylor. «En menos de una semana logramos quintuplicar la información obtenida en comparación con la utilizada anteriormente para trazar el "árbol evolutivo" de los rumiantes.» Los investigadores, procedentes de Australia, Canadá, Finlandia, Kenia, Corea del Sur, Reino Unido y Estados Unidos, también explican la forma de realizar genotipados de alto rendimiento de muestras ancestrales. En el estudio llevaron a cabo el genotipado de muestras duplicadas extraídas de un hueso fósil de bisonte y descubrieron que el Bison priscus (bisonte estepario) y el bisonte moderno son especies hermanas. «Los resultados obtenidos sugieren con firmeza que los investigadores pueden evaluar la fidelidad de los genotipos que producen a partir de muestras antiguas comparando la posición de la especie en un árbol adecuadamente trazado, y también identificar muestras que producen genotipos poco fiables y separarlas del resto para analizarlas con mayor detenimiento», afirmó el profesor Taylor. «Al utilizar este chip con 48 razas de ganado vacuno reconocidas, logramos construir un árbol basado en el grado de similitud o diferencia encontrada entre el ADN de individuos de distintas razas, lo que nos permitió deducir la historia de la domesticación del ganado vacuno y la diferenciación de razas en todo el planeta», añadió. Según este trabajo, es probable que las migraciones desde el Creciente Fértil, la región entre el Nilo y el Eúfrates en la que se desarrollaron las civilizaciones del Mediterráneo y de Oriente Próximo, cumplieran una función básica en la domesticación del ganado vacuno europeo. El ganado vacuno amaestrado se extendió gradualmente por Turquía, los Balcanes e Italia y, posteriormente, por Centroeuropa y Francia hasta llegar a las Islas Británicas. El profesor Taylor indicó que esta tecnología de genotipado podría utilizarse para comprender mejor la evolución de humanos y plantas. Además, añadió, la comunidad científica podría investigar la evolución genómica y de la función biológica desde un punto de vista filogenético, es decir, de las relaciones evolutivas entre diversos organismos. El profesor Taylor afirmó además que dichas investigaciones podrían ser útiles para científicos dedicados a descubrir modelos animales destinados al estudio de enfermedades humanas. «Compartimos un interés por reconstruir nuestro pasado ancestral», indicó. «Es básicamente lo mismo, con la salvedad de que somos capaces de remontarnos millones de años y abarcar antepasados que hace mucho que desaparecieron.»