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Erupciones volcánicas con pocos indicios previos

Según una nueva investigación financiada con fondos comunitarios, ciertos tipos de volcanes pueden entrar en erupción sin presentar apenas indicios previos, lo que dificulta en extremo activar una alerta que permita evacuar a la población local a tiempo. El estudio, publicad...

Según una nueva investigación financiada con fondos comunitarios, ciertos tipos de volcanes pueden entrar en erupción sin presentar apenas indicios previos, lo que dificulta en extremo activar una alerta que permita evacuar a la población local a tiempo. El estudio, publicado en la revista Nature, recibió fondos del proyecto DEMONS («Descifrar erupciones a través de la modelización de indicios de sistemas naturales»), financiado a su vez con 1,4 millones de euros procedentes del Consejo Europeo de Investigación a través del Programa Ideas del Séptimo Programa Marco (7PM). Por lo general, semanas e incluso meses antes de que se produzca una erupción volcánica se dan fenómenos premonitorios como temblores de tierra, emisiones de gases y cambios en la forma del volcán. No obstante, la erupción del volcán chileno Chaitén a principios de 2008 no estuvo precedida de dichas señales. «Esta erupción fue notable debido a que el volcán se encontraba inactivo desde hace 9.000 años», explicó el profesor David Dingwell de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich (Alemania). «Los cálculos más fiables sugieren que la última erupción se produjo en el año 7240 a.C.» Los primeros indicios de que el volcán se encontraba a punto de despertar de un letargo prolongado se produjeron el 30 de abril de 2008. Durante la tarde de ese día diversos terremotos lo suficientemente intensos como para tumbar objetos situados en estanterías sacudieron la ciudad cercana de Chaitén. En apenas 24 horas comenzó a llover ceniza sobre la ciudad y el 2 de mayo una explosión de enorme magnitud despidió con fuerza hacia el cielo una columna de ceniza y detritos. El Chaitén es un volcán de riolita, una roca magmática especialmente viscosa. La de 2008 fue la primera erupción explosiva de riolita observada con métodos científicos. La comunidad vulcanóloga mostró gran curiosidad por lo repentino de la erupción. En este estudio, los profesores Dingwell y Jonathan Castro de la Universidad de Orleans (Francia) investigaron la velocidad a la que el magma subió a la superficie del Chaitén. Estudios anteriores indicaban que la velocidad a la que se eleva el magma en otros volcanes es relativamente lenta, del orden de unos pocos centímetros por segundo. Este movimiento pausado del magma hasta la superficie es el que provoca los terremotos y otros indicios que normalmente apuntan a una erupción inminente. La falta de signos premonitorios en el caso del Chaitén sugiere que el magma debió subir a través de la corteza terrestre a una velocidad extremadamente rápida. Los científicos recogieron pumita procedente de la erupción y le aplicaron temperatura y presión elevadas en el laboratorio. Los resultados producidos fueron tanto sorprendentes como aterradores, pues sugieren que el magma recorrió cinco kilómetros desde las profundidades del manto hasta la superficie terrestre en menos de cuatro horas, alcanzando una velocidad media cercana a un metro por segundo. «Esta velocidad es preocupante puesto que implica que una erupción pliniana se puede desarrollar a velocidades asombrosas», comentó el profesor Dingwell. «En estos casos, sería prácticamente imposible dar una alerta adecuada antes de la erupción, sobre todo si el periodo de actividad previa también ha sido muy corto.» «Este tipo de actividad desarrollada en periodos de tiempo tan reducidos puede ir seguida de una erupción, pero no siempre, y esto supone un problema», añadió. Por suerte, los residentes de Chaitén lograron ser evacuados sin sufrir daños. No obstante, los científicos recomiendan vigilar mejor todos los volcanes de riolita que hayan mostrado indicios de actividad durante los últimos 10.000 años. Concluyen que: «Estas medidas serán esenciales para evitar un desastre volcánico de gran magnitud en regiones más densamente pobladas.»

Países

Alemania, Francia

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