El deshielo del Ártico abre nuevas rutas marítimas que requieren medidas de seguridad y contra la contaminación
Una de las consecuencias probables del cambio climático es el incremento del tráfico marítimo en el Ártico y sus proximidades, habida cuenta de que el deshielo da vía libre a nuevas rutas marítimas en esta región. En un viaje reciente al norte de Noruega, CORDIS Noticias habló con científicos, responsables políticos y otras partes interesadas acerca de las repercusiones del tráfico marítimo en el frágil medio ambiente ártico e indagó en lo que puede hacerse para mitigarlas. El Ártico se calienta más rápido que el resto del planeta; imágenes de satélite revelan que la superficie marina cubierta por hielo en verano ha menguado en un 8,9% cada diez años desde finales de la década de los setenta. Por si fuera poco, la velocidad del deshielo va en aumento, y algunos científicos prevén que dentro de pocos años el Ártico podría quedar sin hielo en verano. En 2005 por primera vez quedó despejado de hielo el Paso del Noreste, que recorre las costas septentrionales de Rusia. Dos años más tarde el Paso del Noreste permaneció cerrado, pero en su lugar se abrió el Paso del Noroeste, que recorre las costas septentrionales de Norteamérica. Finalmente, ambos pasos quedaron despejados a la vez en 2008. Estas vías comunican el Océano Atlántico y el Océano Pacífico y podrían acortar las rutas de transporte en alrededor del 40%, por lo que cabe imaginar un futuro en el que gran cantidad de embarcaciones de carga circunnavegarán el Polo Norte en verano. Esta apertura del Ártico no ha pasado desapercibida para las compañías petroleras. De hecho, ya se trabaja en la explotación de los ricos campos de gas y petróleo que yacen en el Mar de Barents y la península rusa de Yamal. «Antes del 2010 se sacarán del noroeste de Rusia 147,8 millones de toneladas de petróleo, y gran parte de éstas se transportará pasando cerca de la costa noruega», comentó Oddgeir Danielsen, de la Secretaría Noruega de Barents, situada en la población noruega de Kirkenes, próxima a la frontera con Rusia. Sirva como referencia que en 2002 se transportaron desde esta región poco más de 5 millones de toneladas de petróleo. Noruega ya ha alejado de sus costas las rutas de transporte marítimo a fin de disponer de más tiempo para reaccionar en el caso de que se produjera un derrame de crudo. «Hace un par de años, por medio de la OMI (Organización Marítima Internacional), ya desplazamos las rutas de paso un poco más hacia el norte de Noruega. De esta forma dispondremos de más tiempo para intervenir si ocurre un accidente», explicó a CORDIS Noticias el Ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, Jonas Gahr Støhre. Además, este país se ha dotado de un Centro Nacional de Conocimiento para la sostenibilidad del transporte y la logística en el Ártico, en la localidad de Kirkenes, y un centro de control del tráfico marítimo en la cercana Vardø. El aviso de un hipotético derrame de petróleo podría proceder de la empresa noruega KSAT (Kongsberg Satellite Services), que presta diversos servicios de apoyo para gran número de satélites. Esta entidad está capacitada para detectar derrames al registrar los datos enviados por satélites equipados con Radar de Apertura Sintética (SAR). La detección se basa en que el petróleo refleja las señales de radar de manera distinta a la del agua sin contaminar. Una ventaja destacable del SAR es que funciona tanto si hay nubosidad como si es de noche. Además de detectar derrames extensos de petróleo, KSAT es capaz de localizar vertidos de aguas de sentina, que es cuando un barco bombea al exterior agua de lastre contaminada con petróleo. Por otra parte, con la apertura del Ártico también podría aumentar considerablemente el número de turistas atraídos por los espectaculares paisajes de la región. A este respecto, es alarmante la falta de servicios de búsqueda y salvamento en el Ártico. Recientemente una embarcación turística chocó contra unas rocas cerca de Svalbard al tratar de acercar a sus pasajeros a la costa para que disfrutaran mejor de la vista. Según Nalan Koç, investigadora del Instituto Polar Noruego, situado en Tromsø, los mapas árticos no son lo suficientemente completos y, además, muchas de las embarcaciones que surcan aquellas aguas no están diseñadas para, por ejemplo, resistir la colisión contra un iceberg. Ésta es una cuestión de especial relevancia, según Alf Håkon Hoel, especialista en investigación geopolítica de la Universidad de Tromsø. «No es que el Ártico vaya a quedar despejado de hielo; estará plagado de bloques de hielo a la deriva, así que será difícil establecer un tráfico regular», explicó. Desconocer la ubicación y el grosor del hielo plantea un grave problema para los barcos, incluso para los rompehielos, capaces de soportar el choque contra masas de hielo relativamente gruesas. En pocas palabras, es mucho más rápido y requiere menos energía navegar en mar abierto que abrirse paso a través de masas de hielo. KSAT puso en marcha recientemente un servicio de navegación que proporciona a las embarcaciones información instantánea y muy precisa sobre la presencia de hielo en determinada zona geográfica. Con esta información, el capitán del barco puede averiguar cuál es la ruta más despejada y rápida para atravesar dicha zona, ahorrando así tiempo y combustible. El Cuerpo de Guardacostas de Noruega ya emplea este servicio. Se han efectuado ensayos en el Báltico que indican que el servicio podría reducir en un 20% el tiempo necesario para las travesías. Nalan Koç expresó su preocupación por el hecho de que el incremento del tráfico en el Ártico podría acelerar por sí solo la desaparición del hielo. Ella misma participa en un proyecto en el que se mide el efecto del hollín en la reflectancia del hielo. Al Ártico llegan desde Europa y Rusia partículas diminutas de hollín que se depositan en el hielo, de tal forma que éste se oscurece y absorbe más calor de los rayos solares. El hollín de los escapes de las embarcaciones que navegarán por el Ártico caerá directamente en el hielo, cosa que agravará el problema. «Así se acelerará el deshielo», advirtió. Por su parte, el Ministro de Asuntos Exteriores de Noruega aseguró sin reservas que la investigación es esencial para el futuro del Ártico. «La investigación y el conocimiento son claves para el Ártico», dijo con rotundidad. «La información que existe es demasiado limitada e incompleta, así que tenemos ante nosotros una colosal tarea de investigación. Es una perspectiva a la vez difícil y apasionante.» «El Año Polar Internacional ha propiciado la realización de importantes iniciativas encaminadas a ampliar nuestros conocimientos. Opino que debemos marcarnos la meta de impedir que la conclusión del Año Polar Internacional signifique también el final del impulso a la investigación», concluyó.
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Noruega