Más datos sobre los sumideros de carbono oceánicos
Un grupo de investigadores ha arrojado más luz sobre el modo en que el hierro de los océanos contribuye a aumentar la absorción del dióxido de carbono (CO2) atmosférico por parte del fitoplancton. Este estudio, que reunió a investigadores de Australia, Bélgica, Francia y Países Bajos ha sido publicado en el último número de la revista Nature. Del mismo modo que las plantas terrestres, el fitoplancton absorbe el CO2 de la atmósfera para realizar la fotosíntesis. Cuando éste muere, estos organismos microscópicos se hunden en el fondo del océano, llevándose con ellos su carbono y capturándolo de forma efectiva. A menudo, la falta de hierro, en tanto que micronutriente, limita la capacidad de fotosíntesis del fitoplancton. Esto ha llevado a algunos individuos a proponer que se vierta hierro en los océanos en un intento de aumentar la fotosíntesis y así reducir el CO2 de la atmósfera y frenar el cambio climático. Experimentos de laboratorio y estudios a pequeña escala en el mismo océano muestran que si se añade hierro aumentan los niveles de fotosíntesis. Sin embargo, en esta última investigación los científicos se buscaron un enorme laboratorio natural, un área natural de proliferación de fitoplancton de 45.000 kilómetros cuadrados situado cerca de la isla de Kerguelen, en el océano Antártico, a medio camino entre Sudáfrica y Australia. Ese área de proliferación se debe al hierro y otros nutrientes vitales que entran en el sistema desde las profundas aguas inferiores. Los científicos descubrieron que, efectivamente, este área de proliferación actúa como sumidero de CO2 y, además, la eficiencia de la fertilización, definida como la proporción de carbono exportado a las profundidades del océano con respecto a la cantidad de hierro suministrada, es al menos diez veces más alta que las estimaciones anteriores realizadas a partir de experimentos de adición de hierro de corta duración. Sin embargo, los investigadores advierten que sus resultados no significan que la adición de grandes cantidades de hierro en los océanos sea necesariamente efectiva para abordar el cambio climático. En el sistema que han estudiado el hierro se fue añadiendo lentamente durante un largo periodo de tiempo, mientras que en los experimentos en los que se vierten en el océano grandes cantidades de hierro de una sola vez se pierde la mayor parte de este metal. Por ejemplo, éste puede pegarse a partículas que se hunden y desaparecer así del sistema. Los científicos también destacan que, mientras que el área de proliferación de Kerguelen cuenta con una aportación constante de hierro, su larga duración también se debe al suministro de otros nutrientes que entran a la zona desde las aguas circundantes e inferiores. Además, en Kerguelen el hierro penetra en el sistema desde abajo, lo que difiere de las adiciones deliberadas o de otros medios naturales de fertilización como la precipitación de polvo. «Evidentemente el sistema natural es extremadamente vulnerable al hierro, mucho más de lo que indicaban los experimentos de adición de hierro de mesoescala», concluyen los investigadores. «Sin embargo, por los motivos expuestos anteriormente, destacamos que la gran eficiencia de captación que se observó en el área de proliferación de Kerguelen no debería considerarse como un indicador de que podrían resultar muy eficaces las polémicas propuestas de geoingeniería para la disminución de CO2.»
Países
Australia, Bélgica, Francia, Países Bajos