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Un proyecto de la UE detecta en Europa un nivel bajo de tolerancia hacia la inmigración

Los resultados de un sondeo sobre la imagen de los inmigrantes y la inmigración deparan un panorama inquietante para quienes se preocupan por la integración y la tolerancia en Europa. El sondeo, que se realizó dentro del proyecto FEMAGE («Necesidades de mujeres inmigrantes y...

Los resultados de un sondeo sobre la imagen de los inmigrantes y la inmigración deparan un panorama inquietante para quienes se preocupan por la integración y la tolerancia en Europa. El sondeo, que se realizó dentro del proyecto FEMAGE («Necesidades de mujeres inmigrantes y su integración en sociedades en proceso de envejecimiento»), se basó en las opiniones de 21 000 ciudadanos nativos de ocho países europeos: Austria, Chequia, Estonia, Finlandia, Alemania, Hungría, Polonia y Eslovenia. Dos de cada tres de los encuestados en Chequia, Estonia, Alemania, Hungría, Polonia y Eslovenia opinaban que había demasiados extranjeros en su país, mientras que en Austria cerca de la mitad de los encuestados compartían esa misma opinión. Según el sondeo, los encuestados de todos los países mostraban hacia los extranjeros más actitudes negativas que positivas; muchas de las actitudes negativas se derivarían de desventajas que habrían aparecido en el mercado laboral debido a la presencia de extranjeros. En Chequia, el este de Alemania, Hungría y Polonia más de la mitad de estos encuestados creía que los extranjeros quitan puestos de trabajo. Con frecuencia, las autoridades políticas dicen que la inmigración es una solución parcial contra la disminución de la población. En Finlandia la gran mayoría coincide con esa opinión, como demuestra que siete de cada diez personas se muestran a favor de ese tipo de inmigración y sólo una de cada diez en contra. Sin embargo, hay también quien no admite ni siquiera esa forma de inmigración. Sólo el 5 % de los estonios y el 8 % de los checos son partidarios de la llamada «inmigración de sustitución». El equipo del proyecto ha observado que hay una línea divisoria clara entre los países participantes del oeste de Europa, y los del centro y del este. Por ejemplo, en el oeste de Alemania, sólo el 13 % de los encuestados afirmaron que no hay margen para admitir extranjeros. Esta cifra aumenta hasta el 40 % en Hungría. Además, resulta preocupante constatar que más de la mitad de los encuestados en cada país comparte la opinión de que un aumento de los extranjeros favorece la proliferación de la delincuencia y del terrorismo. En Chequia nada menos que ocho de cada diez personas estaban de acuerdo con esa afirmación. Las diferencias de opinión también eran evidentes dentro de los países: los encuestados que tenían un nivel de estudios inferior o ingresos bajos eran más propensos a tener una imagen negativa de los inmigrantes y la inmigración. «La gente que tiene una formación educativa o una situación económica más débil es más propensa a temer la competencia económica de los extranjeros», sostiene el informe del FEMAGE. En el oeste de Alemania más de la mitad de los encuestados está de acuerdo con la afirmación de que «la presencia de extranjeros es positiva porque permite un intercambio con otras culturas». En Chequia y Estonia sólo el 30 % de los encuestados coincidieron con esta afirmación. El sondeo también observó que existe una correlación entre las opiniones tradicionales y conservadoras sobre las diferencias entre los sexos y sobre la inmigración. «En todos los países encuestados, cuanto más defiende una persona el papel tradicional de la mujer en la familia, mayor es su actitud negativa hacia los inmigrantes», indica el reportaje. Al preguntarles sobre la integración, muchos mencionaron que los indicadores más importantes eran el aprendizaje de la lengua del país de acogida y la adopción de sus costumbres y sus normas. Una mayoría abrumadora de los encuestados de seis países (todos salvo Austria y Polonia) dijeron que los extranjeros que no se hubieran integrado pasados cinco años deberían volver a su país de origen. El porcentaje de gente que estaba de acuerdo con esta afirmación variaba entre el 59 % en el oeste de Alemania y el 85 % en Hungría. La mayoría de los encuestados estaba en contra de la participación en la vida política y en el proceso de toma de decisiones mediante el derecho a voto como medio de integración. Sólo el 48 % de los finlandeses encuestados pensaba que se debería otorgar el derecho a voto tras cinco años de residencia, mientras que esa cifra cae hasta el 20 % en Hungría. «Esta manera de entender la integración y el predominio de la opinión de que los extranjeros no integrados deberían volver a sus países de origen, que afecta a todos los países con independencia de que se haya apreciado un nivel más alto o más bajo de xenofobia, parece dejar poco margen para el discurso político de la multiculturalidad como adaptación mutua e igualitaria», advierten los socios del proyecto. El proyecto FEMAGE está financiado por la sección de «Investigación en apoyo de las políticas» del Sexto Programa Marco (6PM). Se espera que los resultados faciliten la implantación de medidas para la integración económica y social de los inmigrantes, sobre todo de las mujeres. Este proyecto también pretende proporcionar una visión general de las necesidades a largo plazo de los inmigrantes y de su integración en sociedades cuya población está envejeciendo, así como servicios y procesos de integración.

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