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Democratization and Transnational Human Rights Regimes: A Case Study of Turkey and the European Court of Human Rights

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Los tribunales transnacionales deben mejorar para dar la talla

Es preciso abordar la trayectoria del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en Turquía, pues se observan en ella contradicciones y criterios ambivalentes. Analizar esta cuestión es importante para la actuación del Tribunal frente a los regímenes autoritarios.

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En las últimas tres décadas, el mundo ha asistido, no sin reserva y cautela, a la transformación de algunos regímenes autoritarios en sociedades más democráticas; y si bien ciertos organismos transnacionales, como el TEDH, han desempeñado un papel quizá esencial en estos cambios, su influencia parece haberse desvanecido en los últimos años. Con este trasfondo, el proyecto financiado por la Unión Europea DEMTUREUROPE (Democratization and transnational human rights regimes: A case study of Turkey and the European Court of Human Rights) analizó de qué manera se implican los tribunales transnacionales en la acción de gobierno y son un motor de cambio. Partiendo, como caso práctico, de la participación del TEDH en el conflicto de la minoría kurda en Turquía, DEMTUREUROPE estudió la jurisprudencia del Tribunal en materia de abusos graves de los derechos humanos cometidos por Turquía contra los kurdos que viven dentro de sus fronteras. Los estados autoritarios debilitan la acción de los tribunales transnacionales Este exhaustivo análisis del «problema turco» constituye un ejemplo muy elocuente del modo en que los tribunales transnacionales se desenvuelven en entornos autoritarios. «Hemos estudiado las iniciativas del TEDH en materia de fortalecimiento de la democracia y protección de derechos en Turquía, así como sus acciones limitadoras de la democracia y de los derechos», explica Dilek Kurban, científica participante en el proyecto. «Ello nos ha permitido constatar discrepancias en la eficacia del Tribunal y en el sentido mismo de su influencia en los acontecimientos políticos europeos, como el final de la Guerra Fría o la ampliación del Consejo de Europa». De la investigación se desprende un interesante patrón cíclico en el modo en que el TEDH ha abordado la cuestión de la violencia de Estado en la región kurda en las últimas décadas. «El Tribunal conoció su época de mayor capacidad de innovación, audacia y receptividad entre principios de la década de los 90 y principios de siglo», revela Kurban. «Se logró demostrar que un tribunal transnacional de derechos humanos puede frenar eficazmente la violencia de Estado documentándola, dando voz a las víctimas y desacreditando la negación oficial de los hechos». Sin embargo, las conclusiones del proyecto son, entre otras, que el TEDH podría haber hecho más en defensa del derecho a la vida y en casos de tortura. Retroceso para los derechos de los kurdos Durante la primera década del siglo XXI, en una época de acercamiento de Turquía hacia Europa, la colaboración cada vez más estrecha con el Partido de la Justicia y el Desarrollo, entonces en el poder, tuvo el efecto de menguar la receptividad del Tribunal a las movilizaciones legales de los kurdos. «La disposición del Tribunal a deshacerse de cuantos casos pendientes fuese posible avaló la estrategia turca de compensar a las víctimas por los perjuicios materiales sufridos sin presentarles, en cambio, disculpas ni ofrecerles verdad o justicia», señala Kurban. A mediados de la década de principios de siglo, cuando se estancaron sus negociaciones con la UE, el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo dio marcha atrás en las reformas sobre derechos humanos que había emprendido para situarse en posición de adhesión a la Unión. Posteriormente, a principios de la década de 2010, el TEDH emitió una serie de sentencias que dejaron de ser efectivas frente a Turquía. «Libre ya de una presión exterior realmente efectiva, las motivaciones de Turquía para cumplir con lo demandado no eran muy diferentes de las de Rusia: mantener su reputación internacional todo lo que pueda permitir el carácter autoritario de su gobierno». El Tribunal tampoco dio la talla a la hora de responder a las demandas de los kurdos de protección de sus derechos lingüísticos y políticos. «La falta de vigilancia del TEDH en lo relativo a los derechos políticos y culturales de los kurdos de Turquía se explica por partir de la hipótesis de que se estaba ante un régimen democrático», afirma Kurban. Paralelismos entre los regímenes autoritarios y los gobiernos de los países postcomunistas El caso turco analizado en el marco de este proyecto, al igual que los casos de Rusia, Hungría y Polonia, permiten constatar que el TEDH no ha sido eficaz a la hora de vigilar a los regímenes autoritarios. «Es preciso que, a la hora de aplicar sus principios jurisprudenciales, el TEDH tenga en cuenta las diferencias entre los regímenes políticos y jurídicos, los sistemas judiciales y las culturas políticas de las distintas partes», observa Kurban. «Devolver casos y cuestiones a los sistemas jurídicos nacionales y a los gobiernos locales allí donde las mayorías subyugan a las minorías y donde el poder judicial es cómplice de la violencia estatal, no hace sino legitimar el autoritarismo», añade. No hay duda de que las investigaciones realizadas en el marco de DEMTUREUROPE pueden ayudar a la UE a reconsiderar el funcionamiento de los tribunales transnacionales y a estudiar cómo fortalecer su legitimidad.

Palabras clave

Tribunales transnacionales, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, derechos humanos, regímenes autoritarios, DEMTURUEROPE

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