Gestión más eficaz de las crisis transnacionales
Hoy en día, rara vez las crisis se mantienen dentro de las fronteras nacionales. La crisis de los refugiados, la crisis financiera, las muertes relacionadas con alimentos e incluso las nubes de cenizas volcánicas son crisis que tienen unos efectos de largo alcance en toda Europa. Las crisis transfronterizas como estas representan la nueva normalidad. Sin embargo, ¿tiene la Unión Europea (UE) capacidad para gestionarlas eficazmente? ¿En qué medida está coordinada la respuesta en cada caso y cómo se han desenvuelto los mandatarios políticos en la gestión de estas crisis? Ante el resurgimiento de la política nacionalista, ¿cómo puede la UE tratar problemas complejos como la soberanía y la identidad nacional de una forma que se considere legítima? El proyecto financiado con fondos europeos TransCrisis (Enhancing the EU’s Transboundary Crisis Management Capacities: Strategies for Multi-Level Leadership) se concibió para dar respuesta a estas preguntas y formular recomendaciones políticas que mejoren la gestión eficaz y legítima de crisis en todo el continente. Charlamos con el coordinador del proyecto, Martin Lodge, para saber más. ¿Qué es una crisis transfronteriza? Una crisis transfronteriza es una crisis que no respeta los límites jurisdiccionales nacionales. Normalmente implican otro tipo de límites, tales como los establecidos por organizaciones, marcos jurídicos, disciplinas profesionales o divisiones políticas de Estados miembros. Debido a su ambigüedad, las crisis transfronterizas resultan especialmente complicadas para los sistemas políticos y administrativos; especialmente en el contexto de recursos mermados de después de la crisis. ¿Por qué es necesario el proyecto TransCrisis en este momento? El proyecto llega en un momento decisivo. Mientras algunos Estados europeos se están retirando del proyecto europeo, TransCrisis se dedicó a examinar las consecuencias sociales, económicas y políticas de la gestión de crisis transfronterizas. A partir de esta investigación, pretendíamos comprender cómo la UE puede mejorar su capacidad de gestionar las crisis transfronterizas manteniendo su legitimidad a los ojos de los Estados miembros. Evidentemente, no es una tarea fácil, puesto que se trata de un reto relacionado con la futura dirección de la propia Unión Europea. Eso parece ambicioso, ¿por dónde empezaron? Nuestro principal objetivo era identificar las estrategias individuales y de liderazgo organizativo necesarias para abordar adecuadamente las crisis transfronterizas. Por tanto, el punto de partida fue la evaluación de las dificultades de una gestión eficaz de las crisis transfronterizas en el contexto de la crisis financiera y después de esta. Sin embargo, dicho esto, en el transcurso del proyecto tuvieron que tenerse en cuenta otras condiciones contextuales; principalmente la crisis de refugiados y el «brexit», pero también el creciente retroceso de los Estados miembros. A partir de ahí, nuestra investigación se dedicó a evaluar las tareas clave relacionadas con la gestión eficaz de las crisis transfronterizas que pueden llevarse a cabo entre los distintos niveles de gobierno y los diferentes tipos de crisis. Por ejemplo, evaluamos la generación de significado por parte de los mandatarios políticos durante la crisis financiera, la presencia de capacidades de gestión de crisis en las instituciones de la UE y la interacción entre la UE y los sistemas administrativos estatales en una serie de ámbitos políticos, así como la intensificación de los efectos del retroceso entre algunos Estados miembros. Este tipo de actividades tuvieron que realizarse desarrollando unas estrategias eficaces de intercambio de conocimientos y de difusión que fueran capaces de mejorar la capacidad de Europa para gestionar las crisis transfronterizas. Menciona el retroceso, ¿a qué se refiere? El retroceso es el alejamiento intencionado de las normas constitucionales democráticas liberales en que se basa la UE. El retroceso puede verse en la creciente renacionalización de la política electoral y la adopción de políticas que se alejan de las normas constitucionales europeas comúnmente aceptadas o que incluso las contradicen, lo cual ocurre en una serie de Estados miembros. El proyecto TransCrisis identificó varios indicadores que reflexionan sobre la buena gobernanza y los principios fundamentales de la pertenencia a la UE. Estos incluyen el Estado de Derecho, el control de la corrupción y las protecciones basadas en el sexo, la discapacidad y etnicidad. Posteriormente utilizamos este índice para analizar la naturaleza y la prevalencia del retroceso entre los Estados miembros de la UE. Lamentablemente, los indicios son desalentadores. En distintos grados, muchos Estados miembros se están retractando de sus compromisos. Aunque Hungría y Polonia destacan especialmente, distan de ser los únicos. ¿Cómo ha estado abordando el retroceso la UE? El retroceso es una crisis transfronteriza especialmente complicada. Hacer cumplir la normativa de la UE podría ser contraproducente, beneficiando a los políticos nacionalistas y avivando más las llamas de la desintegración. Por ejemplo, a finales de 2017, la Comisión Europea inició un proceso contra Polonia. Sin embargo, nuestra investigación sugiere que es discutible si esta acción disuadirá efectivamente a otros Estados miembros de incumplir las normas. Además, también es cuestionable si otros Estados miembros accederán unánimemente a suspender la pertenencia de un Estado a la UE en algún momento. En general, descubrimos que el retroceso representa una crisis transfronteriza diferente para la Unión Europea: una que indica una creciente tendencia entre algunos Estados miembros de hacer caso omiso de la legislación de la UE de manera deliberada o de desafiarla abiertamente. Con ello, amenazan el tejido mismo de la Unión. Al ser incapaz de abordar eficazmente este problema, la UE se enfrenta a una importante encrucijada si quiere evitar más retrocesos en materia de valores democráticos tradicionales. Admitiendo que vivimos en una época en la que el escepticismo respecto a la colaboración transfronteriza es una parte aceptable del debate político, ¿qué puede hacer la UE? Mejorar las capacidades de gestión de crisis transfronterizas es esencial para la supervivencia de la Unión Europea. El problema es que las instituciones de la UE y los Estados miembros no solo están en desacuerdo con las formas más adecuadas de responder a este tipo de crisis, sino que incluso están en desacuerdo sobre lo que constituye una crisis transfronteriza. Por tanto, no existe ninguna respuesta fácil. Para desarrollar una gestión transfronteriza eficaz en el contexto de la UE, es importante tener en cuenta que no existen respuestas únicas a todos los tipos de crisis transfronterizas, sino que debemos considerar un término medio entre distintos modelos de gestión de crisis en términos de nivel adecuado de gobierno y de carácter prescriptivo de las normas comunes. Después de todo, la gestión de crisis exige discrecionalidad, puesto que cada crisis es distinta. En el futuro inmediato, lo que se necesita es desarrollar una capacidad de gestión de crisis verdaderamente transfronteriza a escala de la UE que vaya más allá del enfoque actual principalmente sectorial (es decir, de DG). En segundo lugar, tiene que prestarse más atención a los requisitos administrativos previos a fin de garantizar la gestión eficaz de las crisis, tal vez con «pruebas de resistencia» de las administraciones de los Estados miembros.
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