Más información sobre la extinción del Pleistoceno y un posible nuevo género de equino
El «Haringtonhippus» es un posible género nuevo de caballo que incluye los équidos extintos de patas finas del nuevo mundo (NWSL) y que hasta ahora se consideraban que conformaban múltiples especies. Con anterioridad a este estudio, se creía que estos équidos de patas finas y complexión delgada estaban emparentados con el asno salvaje asiático u onagro o que componían una especia distinta del género Equus, en el que se incluyen todos los caballos, asnos y cebras contemporáneos. El registro fósil muestra que los ancestros de estos animales evolucionaron desde los forrajeros de tres talones del tamaño de perros al pastoreo con un solo talón durante un periodo de unos 55 millones de años. Entre estos dos puntos se extinguieron muchas especies. Los modelos filogenéticos basados en ADN mitocondrial (ADNmt) apuntan a que la morfología de patas largas surgió de forma independiente a ambos lados del Atlántico. Se considera que las dos podrían haber convergido ante la necesidad de adaptarse a climas y hábitats áridos. No obstante, investigadores apoyados en parte mediante el proyecto PEGASUS señalan que para respaldar esta afirmación solo hay dos fuentes poco fiables: un tipo de datos no fiable y secuencias del genoma mitocondrial incompletas o problemáticas. Tal y como explican en su artículo publicado recientemente, titulado «A new genus of horse from Pleistocene North America», utilizaron su marco filogenético y comparaciones entre especímenes identificados mediante paleogenómica o morfología, para determinar la taxonomía de los équidos NWSL del Pleistoceno medio y superior. Una idea confusa El registro fósil de la familia de los caballos es amplio, pero al adentrarse en los últimos dos millones y medio de años resulta más complicado realizar un análisis. Esto se corresponde al Pleistoceno y aún no se sabe a ciencia cierta cómo los caballos de este periodo están emparentados entre sí. La desventaja de este enorme registro fósil, en opinión de los investigadores, es que se han generado muchos taxones dudosos de équidos fósiles, un problema especialmente importante en los Equus del Pleistoceno en Norteamérica. Estos se han clasificado en dos grupos, caballos de patas robustas o finas, los cuales se extinguieron en Norteamérica hacia el final del Pleistoceno. Su anatomía apunta que los caballos con patas finas estaban más relacionados con los burros modernos de Asia. Ambos estudios basados en ADN antiguo situaron a este tipo de caballos más cerca de los de patas gruesas. Un conocimiento más detallado de la evolución y la extinción durante el Pleistoceno Parece existir una discrepancia entre las tasas de extinción de équidos NWSL al norte y al sur de los glaciares continentales. Esto implica que sus poblaciones respondieron de forma distinta a las presiones demográficas en distintas zonas de su ámbito, lo cual concuerda con los resultados apreciados en otra megafauna, informan los investigadores. Para comprobar esta hipótesis, el equipo analizó veintiséis genomas mitocondriales completos y diecisiete genomas nucleares parciales de équidos NWSL de finales del Pleistoceno. «Esto desveló que los ejemplares de Beringia oriental y el sur de Norteamérica forman un único clado que está al margen de la diversidad de Equus y que se separó del linaje que condujo a Equus a finales del Mioceno o a principios del Plioceno», explican. Esto justifica el reconocimiento de los équidos NWSL como un género diferente, que han llamado «Haringtonhippus». Los resultados sugieren que las poblaciones de Haringtonhippus de patas finas y de Equus de patas gruesas experimentaron una especiación simpátrica tanto al norte como al sur de los glaciares continentales a lo largo del final del Pleistoceno y se extinguieron prácticamente al mismo tiempo. La extinción prácticamente sincrónica de ambos grupos de caballos en todo su hábitat norteamericano apunta a que las causas de su desaparición podrían haber sido similares. Cómo interpretar la convergencia rampante Los registros morfológicos pueden resultar complejos. En este caso se señala un problema recurrente en la biología de sistemas: cómo distinguir relaciones de parentesco auténticas dentro de grupos, como los équidos del Neógeno, los cuales se prestan mucho a lo que estos científicos denominan «convergencia rampante». En su artículo se valen de información paleogenómica y morfométrica para enmarcar de nuevo la situación de Haringtonhippus, la cual, opinan, se sitúa ahora claramente como el grupo externo conocido más próximo a los Equus actuales. Las proteínas puede que persistan durante bastante más tiempo que el colágeno y el ADN antiguos y la proteómica podría desempeñar un papel fundamental en la caracterización de afinidades. «Un método informativo recíproco como el adoptado podría resultar muy útil para reducir la cantidad de ruido sistemático debido a un exceso de bifurcaciones, lo cual impide conocer más a fondo la biología evolutiva de otros grupos de megafauna importantes de finales del Pleistoceno, como el bisonte y los mamuts», informan. Utilizar sólo la arqueología, la historia y la genética moderna no basta para desentrañar los 5 500 años de historia de domesticación y aprovechamiento del caballo, actividad que transformó la trayectoria evolutiva de los caballos salvajes hasta generar más de 625 de las razas actuales. PEGASUS (The makeup of the modern horse: a history of the biological changes introduced by human management) se propuso aprovechar los últimos progresos en materia de análisis de moléculas de ADN antiguo para obtener información genómica, epigenómica y metagenómica nueva de caballos históricos. Para más información, consulte: página web del proyecto en CORDIS
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Francia