Las zonas periglaciales, en un punto de inflexión incluso en las predicciones climáticas más optimistas
Cerca de una cuarta parte de la superficie terrestre está situada en zonas periglaciales, es decir, zonas en las proximidades de las regiones glaciales, principalmente en las regiones lejanas meridionales y septentrionales y en altitudes elevadas. Estas regiones, cuya superficie está sometida a procesos controlados por el permafrost y las heladas, son fundamentales para la criosfera. Recientemente, los investigadores concluyeron que, incluso en los cálculos más optimistas de emisiones de carbono, las zonas periglaciales se reducirán considerablemente para 2050 y prácticamente desaparecerán para 2100. En el estudio, publicado en la revista Nature Communications, se indica que las regiones periglaciales han sufrido grandes cambios debido al cambio climático, entre ellos, el retroceso de los glaciares, la expansión de la vegetación arbustiva hacia la tundra alpina y la alteración del régimen hidrológico-térmico del permafrost. Es más, además de modificar los paisajes y la diversidad, estos cambios en las condiciones del suelo pueden generar «retroalimentaciones climáticas». Ante esta situación, ciertos sistemas interdependientes, como la reflectancia de la superficie del suelo (luz reflejada por el hielo y la nieve), pueden poner en marcha procesos capaces de ampliar o paliar los efectos del cambio climático. Investigación del clima periglacial actual y futuro El equipo científico a cargo del estudio, financiado en parte por la iniciativa europea HELIX (High-End cLimate Impacts and eXtremes), investigó cuatro procesos específicos de las zonas periglaciales. Su trabajo se basó en datos obtenidos a distancia y cuantificados sobre el terreno a una escala sin precedentes para investigar características de la superficie activas relacionadas con la crioturbación, la gelivación, la nivación y la formación de terraplenes de turba en la región de Fennoscandia, situada a una latitud elevada y de una superficie cercana a 78 000 km2. Los investigadores sostienen que, al no existir un permafrost profundo —a diferencia de otras regiones comparables, como en la zona ártica de Canadá—, los cambios en los procesos de superficie serán probablemente rápidos. Indican además que los cambios en esta región son representativos de los que probablemente se produzcan en otros paisajes similares sensibles en latitudes elevadas y con zonas de permafrost discontinuas y aisladas, por ejemplo, grandes extensiones de Canadá y Rusia situadas a una latitud norte de entre cincuenta y cinco y setenta grados. El equipo analizó los procesos de superficie mediante una técnica de modelización basada en algoritmos estadísticos con los que hacer un seguimiento de variables climáticas, como los grados-días de congelación y posterior descongelación, la precipitación de lluvia y nieve, la topografía local y las características del suelo. Tras determinar las distribuciones basales climáticas para el periodo de 1981 a 2010, crearon proyecciones climáticas de las concentraciones de gases de efecto invernadero basándose en tres escenarios RCP (trayectoria de concentración representativa) y abarcando dos periodos (de 2040 a 2069 y de 2070 a 2099). Concluyeron que es probable que se reduzca la extensión de las regiones con clima periglacial estudiadas y que para finales de este siglo solo existan procesos de superficie periglaciales activos a altitudes elevadas. El Dr. Juha Aalto, de la Universidad de Helsinki y el Instituto Meteorológico de Finlandia, expresó su preocupación: «Los resultados sugieren que cabe esperar cambios drásticos en las actuales zonas periglaciales con independencia de las políticas de mitigación del cambio climático que se apliquen». En relación con las implicaciones de los resultados, el Dr. Aalto declaró: «Nuestros resultados apuntan a cambios importantes en la flora del norte de Europa. Muchas especies raras solo sobreviven en zonas de intensas heladas o nieves tardías, y la desaparición de estos entornos singulares reducirá la biodiversidad». Esta situación pone de relieve la importancia de establecer expectativas realistas y basadas en datos. Para más información, consulte: Página web del proyecto en CORDIS
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