¿Puede un incremento de peso en el embarazo causar obesidad infantil?
El estudio se basó en los datos recabados sobre 6 057 parejas de madres e hijos a través de otros dos estudios prospectivos sobre cohortes de nacimiento: el «estudio longitudinal de Avon sobre padres e hijos» (ALSPAC), llevado a cabo en el antiguo condado de Avon, Reino Unido, y el estudio Generación R, realizado en Rótterdam, Países Bajos. El primer estudio versó sobre mujeres embarazadas con fecha prevista de alumbramiento entre abril de 1991 y diciembre de 1992, y el segundo entre abril de 2002 y enero de 2006. Partiendo de estos datos, un equipo de investigadores dirigidos por la Universidad de Bristol determinó que existen pocas pruebas fehacientes de que el IMC materno durante el embarazo tenga un efecto a largo plazo en el riesgo de obesidad de la descendencia durante su infancia o adolescencia. Según sus indagaciones, en realidad tal asociación entre la gordura de madres e hijos se debería principalmente a la transmisión de variantes genéticas relacionadas con el IMC. Para llegar a esa conclusión, el equipo siguió un método de aleatorización mendeliana intergeneracional en el cual se emplearon variantes genéticas maternas a modo de variables instrumentales (VI) referentes a exposiciones intrauterinas modificables por el ambiente, por ejemplo la exposición a una mayor adiposidad materna. Los investigadores consideraron que este método resultaría de utilidad para esclarecer si tales exposiciones comportaban consecuencias para la descendencia. Según explica el equipo científico en el estudio, «según nuestros resultados, sumados a los derivados de comparaciones de gemelos controles negativos, parece improbable que unas diferencias incrementales leves en el IMC materno en la etapa previa al embarazo o al inicio de éste influyan de manera determinante en iniciar o prolongar la epidemia de la obesidad. Algunas comparaciones de gemelos y controles negativos apuntaron a ciertos efectos positivos leves, pero estos acabaron por desecharse. Son estudios de menor envergadura que los que apuntan a efectos nulos, y además no han analizado los vínculos hasta edades adultas». Estas valoraciones llevaron a los autores del estudio que nos ocupa —publicado en PLOS Medicine— a extraer dos conclusiones fundamentales. La primera es que «puede estar injustificado depender en exceso de las intervenciones durante el embarazo con vistas a reducir la obesidad de la población». La segunda es que «probablemente cumplan un papel importante las afirmaciones de consenso que enfocan las intervenciones directas de salud pública en todos los familiares y en las distintas etapas de la vida, en lugar de limitarse al periodo fetal o de la infancia». OBESITYDEVELOP, que dio comienzo en noviembre de 2015 y está programado hasta 2020, seguirá indagando en los próximos años en los efectos perjudiciales intergeneracionales del sobrepeso durante el embarazo. En total se analizarán datos de cien mil individuos con el fin de establecer las consecuencias del IMC durante el embarazo sobre el peso y la salud cardiometabólica a lo largo del desarrollo, desde las etapas fetal e infantil hasta la adultez e incluso hasta la generación posterior. Para más información, consulte: Página del proyecto en CORDIS
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Reino Unido