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Tendencias científicas: Las personas eligen a sus parejas guiadas por estrategias de emparejamiento selectivo

Un equipo de investigadores australianos ha publicado recientemente un artículo en el que sostienen que las personas eligen a sus parejas mediante una estrategia de emparejamiento selectivo, lo que influye de manera determinante en la evolución del genoma humano.

Es un hecho comúnmente aceptado que las personas se unen y se casan con parejas muy similares a ellas mismas en lo que respecta al nivel educativo, el atractivo físico, la estatura, el peso, etc. Ahora un nuevo estudio publicado en la revista «Nature Human Behaviour» plantea que no se trata de algo casual; una persona con un determinado nivel educativo no se casa con otra igualmente instruida porque pertenece a su círculo social, sino porque la busca activamente. Este fenómeno, conocido como «emparejamiento selectivo», obedece a un patrón de emparejamiento y una modalidad de selección sexual que favorecen las uniones entre individuos con rasgos similares en mayor medida que los patrones aleatorios. Esta conducta también puede observarse en el reino animal: los ejemplares más coloridos de pájaro azul del este suelen elegir parejas también vistosas, mientras que los de plumaje de colores menos vivos tienden a emparejarse entre sí. El sapo japonés común suele elegir parejas de un tamaño similar al suyo. El emparejamiento selectivo ofrece ventajas, ya que aumenta las semejanzas en el seno de las familias y mejora las opciones de supervivencia de las crías, siempre y cuando el rasgo seleccionado —un mayor tamaño, por ejemplo— siga resultando beneficioso. Un equipo australiano de la Universidad de Queensland, en Brisbane (Australia), empleó extensas bases de datos sobre rasgos físicos y genéticos humanos para indagar en los marcadores genéticos de determinados rasgos de la persona, como la altura o el índice de masa corporal (IMC), y predecir su correspondencia en su pareja. Según esta hipótesis, si los rasgos genéticos subyacentes de una persona la predisponen a ser alta, también lo será su pareja. Los investigadores compararon la altura de 24 000 parejas heterosexuales casadas de ascendencia europea y descubrieron una notable correspondencia estadística entre los marcadores genéticos ligados a la estatura de las personas y la altura de sus parejas. Asimismo, descubrieron una correlación menor, aunque estadísticamente significativa, entre los genes que determinan el IMC y el IMC de la pareja. No solo se analizó el emparejamiento selectivo en cuanto a los rasgos físicos sino también en lo relativo a otro tipo de características, como los años de formación académica. Para ello, el equipo estudió a 7 780 parejas de una base de datos británica en busca de concordancias en marcadores genéticos previamente asociados a los años de estudios, lo que arrojó una correlación tremendamente elevada entre parejas. Según explica Matthew Robinson, el investigador postdoctorado responsable del estudio, ello se debe a que las personas buscan activamente parejas con intereses similares, los cuales guardan relación con el nivel educativo. El artículo publicado por el equipo de investigación señala que la elección de pareja «afecta a la estructura genómica de los rasgos humanos», aumentando las probabilidades de que un rasgo en particular sea transmitido a la descendencia. La importancia de esta cuestión estriba en sus repercusiones para los modelos genéticos que predicen las probabilidades de que los miembros de una familia hereden un determinado rasgo, ya sea físico (como la estatura) o relacionado con la predisposición a padecer enfermedades como los trastornos mentales o el cáncer. Robinson espera poder aplicar su método en futuros estudios para identificar otras similitudes entre parejas que ayuden a mejorar los modelos genéticos. De momento, el método es válido en lo que concierne a su propia pareja: «Ambos nos hemos doctorado y somos altos. ¡Todo encaja!».

Países

Australia

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