Reconstrucción del clima histórico de Groenlandia
Reconstruir los cambios sufridos por las temperaturas a lo largo de la historia, remontándose más allá del periodo de ciento cincuenta años abarcado por los registros de observaciones, no es una tarea nada sencilla. Sin embargo, Takuro Kobashi (Universidad de Berna), beneficiario de una beca Marie Curie, ha creado una herramienta que brinda justamente esa posibilidad. Gracias a dicha beca, que tuvo dos años de duración y concluyó en abril de 2016, Kobashi ha podido reconstruir con precisión las temperaturas de Groenlandia a lo largo de los últimos milenios valiéndose de testigos de hielo. Apartándose de los métodos convencionales, Kobashi obtuvo información a partir de los isótopos de argón y nitrógeno presentes en burbujas de aire halladas en dichos testigos. «Se sabe que la temperatura de Groenlandia varía de forma paralela a la del Atlántico Norte; por tanto, si se desentraña la variabilidad térmica de Groenlandia, se obtiene información sobre las temperaturas del Atlántico Norte y sobre los cambios históricos en las corrientes oceánicas», explicó Kobashi. El último periodo de contracción de los glaciares tuvo lugar hace seis mil años; esclarecer los cambios térmicos en aquella época podría ser de utilidad para entender las repercusiones que tendrán los cambios climáticos actuales. Las muestras de testigos de hielo utilizadas en su estudio fueron recogidas hace más de diez años, en el transcurso del proyecto NGRIP (North Greenland Ice Core Project), cuyos artífices extrajeron testigos de hielo de once centímetros de diámetro que se remontaban a la última glaciación. La nueva técnica de Kobashi consiste en medir las proporciones de isótopos de argón y nitrógeno presentes en burbujas de aire atrapadas en dichos testigos, en lugar de medir las proporciones de los isótopos de oxígeno, el método convencional. Este método se fija en los cambios mostrados por el aire atrapado en la capa de nieve precipitada sobre los casquetes de Groenlandia. Con el paso del tiempo, en la parte baja de dicha capa de nieve quedan confinadas burbujas de aire que acaban por congelarse y convertirse en hielo. La gravedad y el gradiente de temperatura que existe en el interior de la capa de nieve provocan una distribución desigual del aire. Por tanto, la proporción de los isótopos de los mencionados gases —nitrógeno y argón— en las burbujas de aire puede utilizarse para estimar el gradiente de temperaturas de la capa de nieve en periodos pasados, y también el grosor de dicha capa. Todo ello ha permitido a Kobashi reconstruir cambios históricos en la temperatura de la superficie. «Hemos reconstruido la temperatura a lo largo de los últimos cuatro mil años. Nuestros análisis preliminares muestran que las variaciones de las temperaturas de Groenlandia poseen una correlación notable con la actividad solar», señaló Kobashi, si bien aclaró que la interpretación ha deparado sorpresas. «Cuando aumenta la actividad solar, en realidad bajan las temperaturas de Groenlandia, y viceversa». Es un fenómeno relacionado, en apariencia, con los cambios atmosféricos y oceánicos y que, además, se reproduce en algunos modelos climáticos. Los cambios de temperatura podrían deberse también a cambios de la actividad volcánica, cambios orbitales y a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. «Si bien la variabilidad natural podría enmascarar la influencia antrópica sobre la temperatura de Groenlandia, a la larga ésta empezará a subir a causa de dicha influencia», aseguró Kobashi. Por norma, Groenlandia se ajusta a los incrementos térmicos a escala mundial, pero el trabajo de Kobashi saca a relucir que el vínculo que existe entre la actividad solar y la temperatura podría ayudar a predecir futuros cambios de las temperaturas. A lo largo de los próximos decenios disminuirá la actividad solar, y en consecuencia la temperatura de Groenlandia podría aumentar más rápido de lo que proyectan aquellos modelos climáticos que solo tienen en cuenta los incrementos de los gases de efecto invernadero. A su vez, ello podría acelerar la fusión del casquete polar y potenciar la subida del nivel de los mares de todo el mundo. El método de Kobashi supone una mejora con respecto a los métodos anteriores, ya que proporciona temperaturas más precisas, sin sesgos estacionales y en una escala de tiempo de múltiples décadas, siempre que los testigos de hielo procedan de zonas con precipitaciones de nieve elevadas, como son Groenlandia, la Antártida y, quizás, los glaciares alpinos. «Tal y como está configurado actualmente el método, es probable que podamos contar con registros térmicos muy precisos de esas zonas en los decenios venideros, y ello podría mejorar drásticamente nuestra comprensión de los cambios climáticos a lo largo de los últimos milenios», concluyó Kobashi. Para más información, consulte: Página web del proyecto
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