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Grandes logros de proyectos - Búsqueda de indicios del cambio climático en cuevas

Las estalagmitas y otras formaciones subterráneas encierran información vital sobre los cambios medioambientales. En el marco de un proyecto de investigación que concluyó recientemente se examinaron varias cuevas europeas en busca de posibles indicios sobre el cambio climático.

Muchas personas están dispuestas a enfrentarse a peligros y dificultades para poder admirar el mundo subterráneo, casi irreal, de las cuevas y las peculiares formaciones minerales conocidas como espeleotemas, tales como las estalagmitas y las estalactitas. Además de fascinar a los amantes de la espeleología, los espeleotemas pueden ofrecer información de gran utilidad sobre el clima. Dado que estas estructuras son depósitos minerales formados durante miles de años por el lento goteo de agua de la roca porosa, sus capas encierran información sobre distintos aspectos atmosféricos a lo largo del tiempo. David Domínguez Villar, experto español en paleoclimatología, es uno de los investigadores que se ha propuesto obtener información sobre el clima a partir de las cuevas. Recientemente concluyó un proyecto de investigación de dos años en el que estudió grutas de España, Francia y Eslovenia y dos del Reino Unido, con la colaboración de investigadores locales en cada uno de los emplazamientos. «Nuestro objetivo era averiguar si en los entornos de distintas cuevas de Europa podíamos recabar pruebas de que se esté produciendo un cambio climático», comentó. «Las cuevas son entornos únicos, ya que mantienen una temperatura constante. Esto las convierte en una excelente fuente de información sobre los cambios climáticos a largo plazo.» Un archivo sobre el clima Según explica, los espeleotemas de las cuevas podrían proporcionar indicadores climáticos indirectos, es decir, archivos de los cambios que se han sucedido con los años y que ofrecen información similar a la de los testigos de hielo que se extraen de los glaciares en las regiones polares del planeta. «Las cuevas ofrecen varias ventajas con respecto a los testigos de hielo», comentó Domínguez Villar, que llevó a cabo el proyecto en el marco de una beca de investigación en la Universidad de Birmingham (Reino Unido). «Están repartidas por todo el planeta, de manera que nos pueden brindar información sobre los cambios climáticos ocurridos en una amplia extensión geográfica, además de ser mucho más accesibles que los Polos.» Los últimos avances técnicos permiten obtener información de gran resolución a partir de las estalagmitas que se forman en las grutas, al posibilitar la realización de mediciones con mucha más frecuencia que en el caso de otros archivos y obtener indicadores climáticos indirectos tan precisos que incluso alcanzan un nivel de resolución subanual. Con la ayuda de la técnica del uranio-torio es posible realizar una datación precisa de los espeleotemas de los últimos cientos de miles de años, abarcando la escala temporal conocida como el periodo Cuaternario. Por otra parte, las estalagmitas resultan especialmente útiles en el campo de la paleoclimatología debido a la relativa simpleza de su geometría y a que encierran distintos indicadores climáticos indirectos, como isótopos de oxígeno y carbono o impurezas de las estalagmitas de carbonato cálcico, denominadas elementos traza. Según explicó Domínguez Villar, pueden aportar indicios sobre las precipitaciones, la temperatura o los cambios en la cobertura vegetal de los últimos 500 000 años aproximadamente. Estos datos son muy valiosos para los estudiosos del cambio climático, ya que la información histórica sobre la variabilidad climática y sus causas es fundamental para comprender los cambios actuales y predecir las tendencias futuras. Un conocimiento más profundo Debido al creciente interés que despierta el cambio climático en mucho sectores, la comunidad científica necesita datos más precisos sobre las variaciones climáticas del pasado. «Muchos investigadores se han interesado por las cuevas como archivos climáticos, pero sin un conocimiento profundo sobre las interacciones de éstas con la superficie, resulta difícil descifrar la información que albergan. Nos propusimos averiguar cómo se produce la transferencia de los cambios de temperatura a estos entornos subterráneos», añadió. Domínguez Villar afirmó que, gracias a este proyecto, ahora se dispone de «nuevos e importantes datos» sobre la física de las cuevas, que comenzó a estudiarse a fondo en la década de 1970. «El proyecto nos ha proporcionado una comprensión mucho mejor del proceso», comentó. «Aunque se trata de mecanismos muy complejos, ahora sabemos mucho más sobre el modo en que las temperaturas se transfieren a las cuevas, y hemos elaborado modelos basados en los datos recopilados en cada emplazamiento», añadió. No obstante, para poder obtener información precisa fue necesario resolver ciertas incógnitas. Según explicó, la atmósfera y los procesos que tienen lugar en cada cueva son únicos, lo que hace necesario un estudio individualizado. Para poder elaborar modelos climáticos coherentes es preciso conocer las características de cada gruta. Pueden pasar años e incluso décadas antes de que los cambios en la temperatura de la superficie se reflejen en los ecosistemas de las cuevas. «Hemos descubierto que la profundidad de las cuevas es un factor fundamental que afecta al tiempo que tardan en transferirse los cambios de temperatura», comentó. Por ejemplo, en el caso de la cueva de Eslovenia, los aumentos de las temperaturas tardaban unos veinte años en quedar patentes bajo tierra, mientras que este proceso se producía en unos pocos años en las grutas estudiadas en España, Francia y Reino Unido, mucho menos profundas. Del mismo modo, el equipo descubrió que la transferencia de las temperaturas se veía afectada por los cambios en los usos del suelo. «Observamos un enfriamiento en la cueva española que, según pudimos comprobar, se debía a las alteraciones en la cobertura forestal de la superficie», comentó. «Se trata de un factor esencial en el caso de Europa, ya que en las últimas décadas se han producido muchos cambios en la ordenación territorial, y por ende la cobertura vegetal ha sufrido alteraciones considerables.» Futuras aplicaciones Domínguez Villar está redactando un artículo científico sobre los hallazgos de este proyecto financiado a través de una beca de investigación del programa Marie Curie de la UE, que promueve proyectos científicos individuales de investigación a cargo de investigadores académicos. Entretanto, añade, los datos recopilados se emplearán en investigaciones futuras encaminadas a desvelar las diferencias entre los cambios climáticos que tuvieron lugar en las regiones meridionales y septentrionales de Europa en el pasado. Este trabajo es sólo el punto de partida, insiste, desde el convencimiento de que se trata de una importante contribución al conocimiento sobre los cambios climáticos actuales. «Las cuevas nos ofrecen un archivo adicional que refleja el clima desde una perspectiva distinta. Este proyecto permitirá a los científicos dedicados al estudio de las cuevas afinar sus registros. Dado que los expertos suelen integrar sus datos en modelos, la mayor precisión que aportan los hallazgos de este proyecto resultará esencial para afinar las predicciones en los futuros escenarios climáticos», concluyó.