Sistema de olfato electrónico a prueba
La unión de naturaleza y nanotecnología ofrece la posibilidad de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos. Un área con un potencial de crecimiento enorme es la tecnología de sensores electrónicos. Eliminar parcial o totalmente el factor humano en los procesos de detección de sustancias tóxicas podría mejorar en gran medida la seguridad y precisión de diversas aplicaciones. El proyecto SPOT-NOSED, financiado con fondos comunitarios, desarrolló series de biosensores olfativos a escala nanométrica. Para albergar los receptores olfativos se fabricaron nanosomas de unos 40 a 60 nanómetros de tamaño que se inmovilizaron en soportes sólidos sobre un chip sensor. Tras la realización de pruebas para verificar la adhesión de los nanosomas, se observó la respuesta de los receptores olfativos a moléculas olorosas. Éstas últimas pueden ser de muy pequeño tamaño y por ello detectar su unión a los receptores puede entrañar dificultades. Por esta razón los investigadores aplicaron tecnología de Resonancia por Plasmón de Superficie mediante un instrumento BIAcore con el fin de detectar las reacciones bioquímicas que tienen lugar en la respuesta olfativa. Se midieron los niveles de Golf, una proteína G que ejerce funciones de mediación en cascadas bioquímicas que provocan la respuesta olfativa. Aunque no se verificó la inmovilización de los nanosomas, se detectaron cantidades de Golf en su forma activa tras la estimulación de su liberación mediante heptanal aromático. El empleo de técnicas de teledetección en los sistemas de vigilancia medioambiental puede servir para eliminar peligros. También ofrece grandes posibilidades para mejorar la precisión de las pruebas empleadas en sanidad y seguridad alimentaria. Debido a la especificidad natural de los receptores olfativos, cada biosensor electrónico se puede diseñar en función de la sustancia olorosa que se desee detectar.