Decidir a quién salvar primero con las vacunas contra la COVID-19
A principios de 2021, se empezaron a distribuir las vacunas contra la COVID-19 en cantidades limitadas, por lo que cada país tuvo que decidir el orden en que se vacunaría a sus ciudadanos. ¿Cómo priorizaron los responsables de la toma de decisiones la asignación de estos recursos preventivos vitales durante el brote de coronavirus? Un reciente estudio, que contó con el apoyo del proyecto financiado con fondos europeos BIOUNCERTAINTY, analizó estas decisiones basadas en valores en los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea, Israel y el Reino Unido. Los resultados se publicaron en la revista «Journal of Law and the Biosciences» En el estudio se descubrió que, en casi todos los países, dos grupos habían sido vacunados primero: los trabajadores sanitarios de primera línea, así como el personal y los internos de las residencias de ancianos. Además, en los países analizados, se priorizó la vacunación de los ciudadanos de mayor edad y de las personas que padecían enfermedades concomitantes frente a grupos con profesiones o condiciones de alojamiento que presentaban un mayor riesgo de infección. Según los autores del estudio, este resultado es sorprendente, «ya que, en el contexto del tratamiento, es común y justificable adoptar diferentes principios de asignación», como el enfoque de salvar la máxima cantidad de años de vida o la priorización de pacientes más jóvenes.
Profesiones marginadas
Más allá de los profesionales sanitarios de primera línea, solo se priorizaron a determinados oficios en algunos casos. Por ejemplo, se dio prioridad a los cuidadores domésticos en diez países (Alemania, Austria, España, Finlandia, Francia, Italia, Letonia, Países Bajos, Rumanía y Suecia). También se dio prioridad a los docentes en diez países (Alemania, Austria, Chequia, España, Grecia, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y Rumanía), muy probablemente debido a la necesidad de poner fin a la enseñanza a distancia. Solo se dio prioridad a los trabajadores de las tiendas de comestibles en seis países (Alemania, Austria, Eslovenia, Irlanda, Letonia y Rumanía), mientras que no se priorizó a los camareros, taxistas y la mayoría de los demás trabajadores del sector servicios que enfrentaban un alto riesgo de infección.
Condiciones de alojamiento ignoradas
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud de que se tenga en cuenta a los migrantes, los refugiados y los presos en condiciones de hacinamiento una vez que se haya vacunado al 20 % de los ciudadanos más vulnerables de un país, se ignoró en gran medida. Solo seis países siguieron esta recomendación, a saber: Alemania, Chipre, Grecia Irlanda, Letonia y Rumanía. Tal como se explica en el estudio, «Bulgaria priorizó a los “grupos vulnerables de la población debido al alto riesgo epidemiológico de infección atribuible a su modo de vida” como el último grupo previo a la población general». En una noticia publicada en el sitio web de la Universidad Jagellónica (JU, por sus siglas en inglés) de Polonia, entidad anfitriona del proyecto BIOUNCERTAINTY, la estudiante de doctorado y autora principal del estudio, Karolina Wiśniowska, afirma que no hay consenso entre los expertos sobre la distribución adecuada de las vacunas. Además, se carece de datos de la vida real sobre el proceso de distribución. Con todo, una cosa quedó clara. Los calendarios de vacunación contra la COVID-19 difirieron mucho de las normas sobre tratamientos médicos como, por ejemplo, los trasplantes, que se centran en salvar al mayor número de personas como sea posible al mismo tiempo que se considera la esperanza de vida y la calidad de vida de un paciente. «Los juicios morales que subyacen a los calendarios de vacunación no pueden interpretarse inequívocamente a la luz de los marcos éticos dominantes. Sin embargo, esta ambigüedad puede verse como su punto fuerte», afirma en la misma noticia el autor principal del estudio, el doctor habilitado Wojciech Ciszewski de la JU. «Dado que la opinión pública y los expertos representan puntos de vista éticos distintos, y que se necesita un amplio respaldo para que las estrategias de vacunación tengan éxito, la capacidad para justificar estas estrategias en función de diferentes fundamentos morales puede aumentar su legitimidad social». BIOUNCERTAINTY (Deep uncertainties in bioethics: genetic research, preventive medicine, reproductive decisions) examina desde una nueva perspectiva los debates éticos que emanan de los desarrollos biomédicos. El proyecto finalizará en 2024. Para más información, consulte: Sitio web del proyecto BIOUNCERTAINTY
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