Un proceso de teñido natural con ventajas medioambientales
Aunque la industria textil y de la moda mundial posee gran importancia económica, también provoca una gran contaminación. El sector utiliza alrededor de una cuarta parte de las sustancias químicas del mundo en cuanto a volumen y es responsable de entre un 5 y un 10 % de las emisiones mundiales de carbono. Ya solo el proceso de teñido consume alrededor de cinco billones de litros de agua cada año. Las sustancias químicas tóxicas a menudo se lixivian al suministro de agua, un problema grave especialmente en los países en desarrollo donde la normativa suele ser mucho menos restrictiva.
Tintes basados en microorganismos
Colorifix fue fundada para ayudar a las fábricas de teñido de tejidos a ahorrar materias primas y reducir su huella de carbono mediante el uso de colores de alto rendimiento y de origen natural. El concepto, procedente de una empresa derivada de la Universidad de Cambridge, se centra en el uso de microorganismos para generar color. «Sabemos cómo lograr que la biología produzca color», explica el coordinador del proyecto Colorifix, Jim Ajioka, cofundador de Colorifix y catedrático de Parasitología Molecular en la Universidad de Cambridge (el Reino Unido). «Los microorganismos producen, segregan y fijan de forma natural pigmentos en las superficies. Lo que hicimos fue lograr que esto sea ampliable». Esta idea de negocio cobró impulso cuando Ajioka y sus compañeros trabajaron en un proyecto de calidad del agua en Nepal y Bangladés, donde observaron el alcance de los daños causados por la contaminación procedente de las fábricas de teñido.
Fábrica de teñido de demostración
El proyecto Colorifix, financiado con fondos europeos, permitió a Ajioka y sus compañeros demostrar tanto la viabilidad como las ventajas del concepto de tinte microbiano. «Disponer de la tecnología no basta», afirma. «Hace falta mostrarle a la industria que la innovación es rentable y, sobre todo, ampliable». Para ello, se construyó una planta de teñido de demostración. Instalaron biorreactores y fermentadores en un centro en Cambridge, con un diseño lo suficientemente robusto como para funcionar en un entorno que suele ser considerablemente sucio. «Concentrar todo este equipo en unas instalaciones nos permitió fermentar el producto y bombearlo directamente a las máquinas de teñido», explica Ajioka. «Fuimos capaces de tratar todo, desde prendas hasta telas e hilo, y de mostrar cómo puede esta tecnología encajar en la industria de teñido actual». El proceso de base microbiana no utiliza ningún producto petroquímico ni genera residuos tóxicos. «Logramos demostrar que podemos reducir la huella de CO2 asociada al teñido del algodón en, como mínimo, un 31 % y ahorrar al menos un 49 % de agua», añade Ajioka.
Integración de la tecnología textil
El demostrador ha sido un avance crítico para que Colorifix lograse la aceptación de los sectores textil y de la moda. «Se trata de una industria bastante tradicional», señala. «Pero cuando vieron lo que se podía lograr, las cosas empezaron a cuadrar». De hecho, el éxito del demostrador le ha dado una visibilidad positiva y extensa a la solución. «Nos han contactado más marcas de las que podemos atender actualmente», observa Ajioka. «Colaboramos asimismo con la diseñadora Stella McCartney en una exposición en V&A sobre la moda inspirada por la naturaleza, algo que también nos dio reconocimiento». De cara al futuro, el principal desafío será integrar la tecnología de Colorifix justo donde se necesita. Las cadenas de suministro del sector textil son increíblemente complicadas; muchas marcas ni siquiera saben dónde se tiñen sus tejidos. «Hemos identificado ciertos molinos con fábricas de teñido integradas, que nos están ayudando a incorporar nuestra tecnología en sus operaciones», comenta Ajioka. «También estamos colaborando con marcas tales como H&M para identificar otros molinos e instalaciones de teñido adecuados con los que colaborar».
Palabras clave
Colorifix, textil, moda, contaminación, microorganismo, teñido, químico, tóxico, tintes