¿Por qué hay tantas razas de perros y solo unas pocas de gatos?
La Organización Canina Mundial reconoce más de trescientas razas diferentes de perros, mientras que la Asociación de Aficionados a los Gatos solo incluye cuarenta y dos tipos diferentes de mininos en sus registros. ¿Qué causa esta diferencia? «Mi opinión es que los perros son mucho más útiles que los gatos», afirma Gilbert, catedrático de Paleogenómica en la Universidad de Copenhague. Antes de que empiecen a asomar algunas garras, profundicemos en esta cuestión y analicemos por qué algo como la utilidad tiene que ver con la cantidad de razas que existen. Todos los perros han sido domesticados a partir de lobos, proceso que Gilbert examina a través de estudios genéticos. Los lobos son animales sociales que viven en manadas y trabajan juntos. También están predispuestos a escuchar a un líder, el llamado «perro alfa», un papel que los humanos pueden asumir. «Todas estas características hacen que los perros se puedan adiestrar para hacer muchas cosas útiles para los humanos, como tirar de cosas y cargarlas, cazar y proteger», añade Gilbert. En cambio, los gatos son criaturas más solitarias que suelen tener una relación ambivalente con los humanos, en el mejor de los casos. «Al no provenir de un animal especialmente social, no se puede conseguir que un gato doméstico haga demasiadas cosas», explica Gilbert. «Por eso, mientras que los perros se han criado para realizar diferentes tareas, los gatos se han criado en gran medida por su aspecto, lo que ha dado lugar a que haya más razas de perros que de gatos».
El caso de los gatitos callejeros
Para destacar la importancia de esta predisposición a la socialización, basta con ver el caso de los gatitos callejeros. Como explica Gilbert, si una gata se escapa, se asilvestra y tiene gatitos, y esos gatitos no tienen contacto humano durante sus primeras semanas, son casi indomables. Un perro callejero adoptado, en cambio, formará un vínculo con sus dueños humanos y puede domesticarse. «Solo se puede cambiar un comportamiento si existe un comportamiento permanente sobre el que basarse», señala Gilbert. «Aunque son grandes cazadores, no se puede criar a un gato para que cace cuando se lo ordenen, ya que ese comportamiento nunca existió en primer lugar». En otras palabras, fundamentalmente, los gatos se resisten por naturaleza a realizar la amplia gama de funciones que suelen asociarse a la domesticación.
¿Qué tiene que ver el amor por los cachorros con esto?
Por supuesto, hay excepciones a la regla de que los perros son más útiles. Aunque no hay razas de gatos trabajadores, no todos los perros se crían para trabajar: es evidente que algunos se crían únicamente para colmar de amor y afecto a sus dueños humanos (sí, hablamos de los carlinos). «Tendemos a olvidar que, al principio, los perros fueron criados puramente por su función y que solo empezamos a seleccionarlos por su aspecto en los últimos doscientos años», comenta Gilbert. Pero eso no significa que los perros ya no se críen con una finalidad. Los perros guía, los perros de terapia que ayudan con el trastorno por estrés postraumático y los perros rastreadores en los aeropuertos son solo algunos ejemplos. «Se trata de nuevas tareas en las que se emplean perros, no gatos», concluye Gilbert. «Una vez más, esto demuestra por qué los perros son más útiles que sus homólogos felinos y por qué, como resultado, existen más razas de perros que de gatos». Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Gilbert: El muestreo a gran escala y la incorporación de cánidos de la antigüedad arroja nueva luz sobre la relación entre el lobo y el perro.
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