Skip to main content
European Commission logo
español español
CORDIS - Resultados de investigaciones de la UE
CORDIS
CORDIS Web 30th anniversary CORDIS Web 30th anniversary

Article Category

Article available in the following languages:

¿Por qué no se cansa de latir mi corazón?

Pese a que el corazón es una máquina de resistencia, como al resto del cuerpo, también le afecta la edad. Renate Schnabel explica qué se puede hacer para que el corazón siga haciendo tictac.

El corazón humano medio late nada menos que cien mil veces todos y cada uno de los días. ¿Te imaginas cualquier otro de tus músculos trabajando con ese ahínco? Prueba a correr las veinticuatro horas del día y hasta el mejor de los corredores de ultramaratones notará que los músculos de las piernas agonizan. Y no se te vaya a ocurrir intentar hacer una serie de flexiones día y noche si tienes la intención de volver a mover los músculos de los brazos. ¿Qué es lo que tiene el corazón que le permite hacer tantas repeticiones día sí día también sin empezar siquiera a sudar? A diferencia de los demás músculos del cuerpo, el corazón guarda un as bajo la manga y se llama cardiomiocitos: un tipo especial de célula muy resistente al agotamiento.

El envejecimiento no tiene corazón

Sin embargo, incluso con sus superpoderes de resistencia al agotamiento, el corazón no deja de estar sujeto a esa cruz de los atletas y aficionados de todas partes: la edad. «Al igual que empezamos a tomárnoslo con más calma a medida que nos hacemos mayores, lo mismo le pasa al corazón —comenta Renate Schnabel, cardióloga del Centro Universitario Cardiovascular de Hamburgo—. Sus vasos sanguíneos pueden notarse algo más rígidos y tiene que esforzarse un poco más en tareas que antes le resultaban más sencillas: por todo ello te sientes cansado más fácilmente». Los años también llevan aparejados el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la edad, algunas de las cuales afectan al corazón y a su capacidad para seguir latiendo. De hecho, la edad es el principal factor de riesgo de muchas de las enfermedades más habituales, como la fibrilación auricular (FA). «La fibrilación auricular es una enfermedad cardiovascular que se caracteriza por un latido cardíaco irregular, a menudo rápido, que en ocasiones supera con creces las cien pulsaciones por minuto —explica Schnabel—. Este ritmo provoca la formación de coágulos de sangre en el corazón, lo que podría conducir a un ictus». Según Schnabel, hasta un tercio de todos los hombres y mujeres mayores presentará FA, riesgo que aumenta exponencialmente a medida que se van cumpliendo años. «Es una enfermedad muy peligrosa que no solo aumenta el riesgo de padecer un ictus, sino que también puede provocar demencia e insuficiencia cardíaca», añade. La fibrilación auricular resulta muy confusa porque es difícil de diagnosticar. «Como mucha gente no reconoce los síntomas, o no tiene ninguno, el cribado de FA no identificada es una de nuestras mejores bazas para su detección precoz —señala Schnabel—. Contamos con métodos eficaces para tratar la enfermedad, pero no podemos iniciar dichos tratamientos si no la diagnosticamos antes».

Proactividad para una vida sana

Más allá de la detección precoz y del cribado o de encontrar la manera de fabricar una máquina del tiempo para volver a tener veintipocos, Schnabel recomienda ser proactivos para un envejecimiento saludable. «La dieta, el ejercicio, abordar los factores de riesgo cardíaco, ir al médico con regularidad, no fumar, perder peso: todo esto son cosas que puedes hacer para ayudar a tu corazón —y por ende a ti mismo— a mantenerse sano», concluye. Schnabel encabeza un trabajo internacional que se propone mejorar la capacidad de la asistencia sanitaria a la hora de detectar y diagnosticar la FA. Su trabajo en los proyectos MMAF y AFFECT-EU, financiados con fondos europeos, incluye el uso de «software» e inteligencia artificial para predecir el riesgo de un paciente de padecer esta enfermedad.

Palabras clave

MMAF, fibrilación auricular, cardiopatía, cardiólogo, corazón, cardiomiocitos, FA, enfermedad cardiovascular, ictus