Una nueva perspectiva de la maternidad prehistórica
Muchos aspectos de la maternidad se han considerado inamovibles desde el principio de los tiempos. Sin embargo, lo cierto es que solo se trata de suposiciones. Como madre de dos niños, Katharina Rebay-Salisbury, arqueóloga especializada en la Edad del Bronce y la Edad del Hierro en Europa que trabaja en la Academia Austriaca de Ciencias de Viena, lo sabe perfectamente. «En Europa existe un debate político considerable sobre cómo prestar un mejor apoyo a las madres trabajadoras en su carrera profesional y, al mismo tiempo, ofrecer un cuidado alternativo óptimo para bebés y niños pequeños. En los argumentos políticos de este debate, con frecuencia se utilizan erróneamente narrativas ingenuas relativas a la crianza "prehistórica" y "natural". Se oyen cosas como que las madres nunca deberían separarse de sus bebés o que la crianza antes era comunitaria», explica. Aunque los tres milenios que precedieron al ascenso de Roma suelen considerarse uno de los cimientos sobre los que se han construido las sociedades actuales, la verdad es que no se sabe demasiado sobre lo que significaba ser madre en aquellos tiempos. ¿Afectaba ya el estatus social al número de niños que sobrevivían? ¿En qué momento eran las mujeres madres por primera vez y cuántos hijos tenían de media? Si estas cuestiones despiertan su interés, es poco probable que encuentre respuesta en los libros de historia o en estudios arqueológicos. «Necesitamos ofrecer respuestas basadas en pruebas a todas estas cuestiones», añade Rebay-Salisbury, que también es la investigadora principal del proyecto VAMOS (The value of mothers to society: responses to motherhood and child rearing practices in prehistoric Europe), financiado con una subvención del Consejo Europeo de Investigación (CEI). «Para obtener estas respuestas, hemos tratado de descubrir si había alguna forma de rastrear arqueológicamente el hecho de convertirse en madre, ya fuera a través de esqueletos de mujeres o de respuestas sociales. Y sí que la hay». Junto con su equipo y con ayuda de una amplia red de investigadores de toda Europa, Rebay-Salisbury empleó métodos analíticos vanguardistas en el proyecto. La variedad de métodos es impresionante. Por ejemplo, el equipo analizó los residuos orgánicos de biberones prehistóricos encontrados en tumbas infantiles. Estos esfuerzos consiguieron aportar la primera prueba de uso de leche de rumiante como sustitutiva de la leche materna. Analizaron los péptidos presentes en el esmalte de los dientes de los niños para determinar el sexo de los bebés y niños enterrados y, de ese modo, pudieron determinar si existía una preferencia social entre niños y niñas. En otros casos, el equipo analizó el ADN mitocondrial para saber si las madres y los niños que se habían enterrado juntos estaban emparentados biológicamente, y resultó que no siempre era así. Además, analizaron isótopos de estroncio para ver si las mujeres cambiaban de residencia tras casarse. «Hasta ahora, la mayor parte de las pruebas apuntan a unos patrones de residencia patrilocales que indican que las mujeres se mudaban con la familia del esposo», observa Rebay-Salisbury.
Revisión de los esqueletos de mujeres
Desde un punto de vista metodológico, VAMOS aporta pruebas de que los embarazos y los nacimientos pueden dejar rastros en los esqueletos de las mujeres. La interpretación de las características pélvicas fue mucho más complicada de lo que se había pensado inicialmente, pero el equipo logró llevarla a cabo satisfactoriamente. «Parte de mi equipo siguió registrando cambios en la pelvis en colecciones arqueológicas, pero también vimos los mismos cambios en colecciones anatómicas históricas en las que se conoce el número de partos por mujer. Ahora estamos investigando los cambios pélvicos mediante TAC de pelvis de mujeres actuales para modelizar y explicar los factores subyacentes. No contemplaba este enfoque al principio del proyecto, pero es fundamental para nuestra investigación. Así podemos correlacionar factores como la edad, el peso corporal y el número de hijos con la expresión de características pélvicas concretas, lo cual nos permite retroceder en el tiempo e interpretar los restos humanos de contextos arqueológicos bajo una nueva luz», comenta. Al preguntarle sobre el trabajo que queda por hacer, Rebay-Salisbury no puede evitar reflexionar sobre la inmensidad de la tarea en cuestión. «En cierto modo, el proyecto no tiene fin. Hemos contribuido a introducir el tema de la maternidad como área de investigación en la arqueología y hemos elaborado la metodología para rastrear los partos en esqueletos de mujeres. Es probable que aparezcan patrones de comparación más amplios a lo largo del tiempo y el espacio, y aún tenemos que redactar una serie de estudios de caso, para los cuales hemos recogido datos», concluye.
Palabras clave
VAMOS, mujeres, maternidad, prehistórica, Edad del Hierro, Bronce, esqueletos, características pélvicas, arqueología