Los inmunocitos de los «michelines» podrían tener la llave de la inmunidad frente a la obesidad
Una investigadora subvencionada por el programa de las Acciones Marie Curie, en colaboración con un equipo internacional de investigadores, ha descubierto un potencial aliado en la lucha contra la obesidad. Este aliado se encuentra en nuestros «michelines» y se trata de un tipo de linfocito antitumoral que protege frente a la obesidad y el síndrome metabólico que conduce a la diabetes. Sus resultados indican que, con la obesidad, los humanos pierden células T citolíticas naturales invariantes (iNKT, invariant natural killer T cells), vitales para la inmunidad. Sin embargo, estas pueden restituirse con la pérdida de peso. Gracias a su descubrimiento se ha podido demostrar que las terapias que activan las células iNKT pueden ayudar en el tratamiento de la obesidad, la diabetes y la enfermedad metabólica. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista Immunity. La obesidad constituye una preocupación cada vez mayor en la Unión Europea. Según las estadísticas, entre el diez y el treinta por ciento de los adultos son obesos, mientras que entre un treinta y un setenta por ciento tienen sobrepeso. Además, el número de bebés y niños con sobrepeso en la región europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) registró un incremento constante entre 1998 y 2008; así, el sesenta por ciento de los niños que padecen sobrepeso antes de la pubertad tendrá sobrepeso en la edad adulta. La obesidad infantil se ha asociado a factores de riesgo para la salud que favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2, problemas ortopédicos, trastornos mentales, fracaso escolar y baja autoestima. Son este tipo de datos los que subrayan la importancia de investigar métodos para combatir la obesidad. A partir de la investigación llevada a cabo por la Dra. Lydia Lynch, investigadora financiada por el programa Marie Curie en el Trinity College de Dublín, el profesor Donal OShea, endocrinólogo especialista del Hospital Universitario St. Vincent, y la profesora de inmunología comparada del Trinity College Cliona OFarrelly, se han descubierto células iNKT en la grasa epiploica de los seres humanos, lo que hasta ahora se consideraba poco frecuente en nuestra especie. La grasa epiploica es la capa de tejido que se encuentra debajo de los músculos del estómago y que coloquialmente se denomina barriga cervecera o michelines. «Posteriormente encontramos una gran población de células iNKT en el tejido adiposo de los ratones», afirmó la Dra. Lynch, cuya subvención Marie Curie le dio la oportunidad de trabajar con profesores adjuntos de medicina de la Escuela de Medicina de Harvard (HMS) y otras figuras destacadas en el campo de la investigación sobre las células NKT. «Ahora hemos descubierto que estas células participan en la regulación del peso corporal y el estado metabólico, probablemente regulando la inflamación en el tejido adiposo.» Pero sus hallazgos no acaban aquí. También descubrieron que un lípido denominado alfa-galactosilceramida (aGC) puede mejorar de forma notable el metabolismo, la pérdida de peso y la esteatosis hepática, así como revertir la diabetes reforzando las células agotadas. La Dra. Lynch lleva desarrollando esta línea de investigación desde 2007, cuando trabajó con el profesor Donal OShea en la Clínica de la Obesidad del Hospital Universitario St. Vincent de Dublín, centrando su trabajo en los sistemas inmunitarios de los pacientes obesos. «Sabíamos que los pacientes obesos no solo sufrían un número más elevado de infartos y una mayor incidencia de la diabetes de tipo 2 que las personas delgadas, sino que además desarrollaban más infecciones que las personas sin obesidad», afirmó. Los análisis de las muestras sanguíneas de los pacientes mostraron una reducción tanto de las células NKT como de las iNKT. Estudios posteriores del tejido adiposo de un grupo de pacientes obesos que había perdido peso después de una cirugía bariátrica mostraron que las células iNKT habían aumentado hasta niveles normales. Partiendo de los conocimientos ya existentes, la Dra. Lynch y sus colegas del BIDMC, el Hospital Universitario St. Vincent y el Trinity College de Dublín llevaron a cabo varios experimentos en animales para corroborar su hipótesis de que las células iNKT participan en la regulación del tejido adiposo y desempeñan un papel protector frente al desarrollo de la inflamación y el síndrome metabólico. Los profesores Mark Exley y Cliona OFarrelly habían descrito grandes cantidades de células iNKT en el tejido hepático humano y de ratones. El grupo de la Dra. Lynch debía comprobar que, al igual que los humanos, los ratones acumulaban estas células en la grasa, y eso fue exactamente lo que descubrieron. «Encontramos grandes cantidades de ellas», afirmó la Dra. Lynch. Una vez hallaron lo que buscaban, los miembros del equipo sometieron a los ratones a una dieta rica en grasas y estudiaron los resultados. «Al igual que los seres humanos que habíamos estudiado con anterioridad, los animales perdían células iNKT al volverse obesos», comentó la Dra. Lynch. «Cuando les retiramos esta dieta y volvieron a una ingesta normal de grasas, perdieron peso y sus células iNKT aumentaron.» A partir de estos resultados, los autores se centraron en comprender mejor qué función desempeñan exactamente las células iNKT. Para ello analizaron dos cepas de ratones, ambas con una carencia de células iNKT, y un grupo de ratones de control, todos sometidos a una dieta rica en grasas. Aunque todos los animales desarrollaron obesidad, los ratones con carencia de iNKT engordaron un treinta por ciento más que los controles y desarrollaron el equivalente a la diabetes de tipo 2 en ratones en tan solo seis semanas. Asimismo, los niveles de triglicéridos de los ratones habían aumentado notablemente y presentaban adipocitos más grandes y esteatosis hepática. En el siguiente paso, los autores eliminaron las células iNKT de un ratón normal y se las inyectaron a otro con carencia de NKT. «Lo cierto es que logramos invertir la diabetes y, aunque los ratones mantenían la dieta rica en grasas, perdieron entre uno y dos gramos de peso (un ratón normal pesa entre veinte y veinticinco gramos), y presentaron muchos signos que sugerían una menor inflamación, como una mayor sensibilidad a la insulina, menores niveles de triglicéridos y leptina y adipocitos más pequeños», apuntó la Dra. Lynch. Finalmente, para comprobar si era posible activar la pequeña cantidad de células iNKT que permanece durante la obesidad para mejorar el metabolismo, los científicos probaron el aGC, un lípido conocido por su capacidad para activar estas células. El resultado fue que al administrar una única dosis de aGC se experimentaba una mejora considerable en el metabolismo y la esteatosis hepática, así como una importante reducción del peso ganado y la disminución de la diabetes en los animales obesos. «El aGC se ha probado en varios ensayos clínicos para el tratamiento de algunos cánceres, incluyendo el melanoma, y ha demostrado ser seguro y tener escasos efectos secundarios en los humanos», afirmó Exley. «El efecto de la estimulación de las NKT, ya sea con el aGC o por otros medios, en la pérdida de peso, la obesidad y la enfermedad metabólica no se ha investigado hasta ahora, pero puede abrir una nueva vía para el tratamiento de la obesidad y el síndrome metabólico, que actualmente alcanzan proporciones epidémicas en todo el mundo.»Para más información, consulte: Trinity College de Dublín: http://www.tcd.ie/ Immunity: http://www.sciencedirect.com/science/journal/10747613
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Irlanda, Estados Unidos